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Un Rey en las repúblicas hermanas

jueves 09 de noviembre de 2006, 17:39h
Un Rey en las repúblicas hermanas

El hecho de que Néstor Kirchner le pidiera al Rey Juan Carlos, aprovechando su presencia en la 'cumbre' iberoamericana de Montevideo, que medie en el conflicto de las papeleras que enfrenta a argentinos y uruguayos, es, sin duda, bastante más que una anécdota. Seguramente, no mucho es lo que podrá hacer el Monarca español para resolver el contencioso, pese a que una empresa española está involucrada. Pero mucho es, en cambio, el significado de que alguien como Kirchner, capaz de pasar del calor al frío extremo en instantes, un hombre cuyas excentricidades se temen en Buenos Aires y en otras muchas capitales iberoamericanas y europeas, trate de convertir al jefe del Estado de España en mediador.

Y es que la figura de Don Juan Carlos pesa mucho en Iberoamérica. Ha sido una verdadera lástima que, por enfermedad, la Reina no haya podido acompañarle en esta 'cumbre' de Montevideo, ni en la visita oficial que ahora inicia a Paraguay. Porque el Rey de España es muy querido y hasta diría yo que bastante admirado en las repúblicas iberoamericanas. Claro que no es como en el caso de la Reina de Inglaterra en la Commonwealth, pero existen suficientes lazos históricos, lingüísticos, de costumbres, de cultura y hasta económicos como para pensar que el papel en el subcontinente del hombre que en España representa a la Corona podría ser mayor del que es.

Regreso de un largo y muy interesante viaje por tres países iberoamericanos, en los que he coincidido con políticos, con empresarios y con periodistas. Frecuento cuanto puedo América Latina en todas sus vertientes y versiones, y compruebo inequívocamente el interés que lo español suscita, que no es sino reflejo del interés creciente de los españoles por invertir, hacer turismo y hasta retirarse a vivir en América Latina. Existe una comunidad creciente de intereses, pese a los muchos desentendimientos y recelos. Y sí, es verdad que esta 'cumbre' de Montevideo ha sido algo así como una ocasión perdida, o semiperdida, llena de ausencias y portazos. Pero, al menos, las cumbres subsisten, y ya se piensa en la decimoséptima edición, en Santiago de Chile.

Yo diría que la principal figura de la 'cumbre' ha sido, precisamente, el Rey. Y es lástima que Don Felipe, su hijo, con muchas cualidades para heredar el papel de su padre en las muy cambiantes sociedades iberoamericanas, no se prodigue más por aquellas tierras. Porque España se prolongará hacia América Latina o no se prolongará, de la misma manera que para los iberoamericanos nuestro país es un espléndido puente hacia Europa.

Algo así vino a decir el Rey en su discurso inaugurando el encuentro de Montevideo cuando habló de la necesidad de caminar juntos, porque la iberoamericana es la comunidad democrática más importante del mundo, tras la anglosajona. De lo que no estoy tan seguro es de que todos hayan podido, o sobre todo querido, entender el mensaje del Rey . Una verdadera lástima, porque las posibilidades de cooperación y de oferta de cara al mundo exterior, incluyendo los Estados Unidos, son inmensas.

Fernando Jáuregui (España)
Director de DiarioCrítico.com

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