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Difícil desbloqueo

miércoles 13 de julio de 2016, 14:20h

Con formas suaves, calificando la reunión de cordial, Pedro Sánchez mantuvo la negativa a apoyar un gobierno de Mariano Rajoy. Teniendo en cuenta que el líder de Ciudadanos, reunido con su ejecutiva, proclamó que solo se prestaba a una abstención en segunda vuelta la situación quince días después de la cita con las urnas se muestra harto complicada.

Las expectativas del PP de una investidura de Rajoy antes de fin de julio parece imposible a día de hoy. Y las exigencias del PSOE son complicadas de cumplir en la medida en que le exige un acuerdo con el resto de la oposición que le permita tener una mayoría holgada dado que la investidura y la "acción de Gobierno van de la mano".

Si el martes Albert Rivera se quitó la responsabilidad de sumar sus votos a los del PP, este miércoles fue Sánchez quien le devolvió la pelota de cargar con la culpa de una nueva convocatoria electoral. El drama viene de la arrogancia de cuatro años de mayoría absoluta, de una forma de ejercer el poder sin aceptar ni una enmienda e imponiendo su ideología en cada proyecto de ley aprobado con sus únicos votos. Ese ninguneo al resto de las fuerzas políticas del hemiciclo le pasa ahora una carísima factura a los populares con los que nadie se quiere relacionar.

Bien es verdad que en estos dieciocho días Mariano Rajoy se ha tomado con su habitual pachorra las citas a los posibles "socios" y que sus ofertas de diálogo se han basado en meros enunciados de temas tan amplios como vagos.

Todo lo dicho anteriormente llevaría a la conclusión de que estamos abocados a unas terceras elecciones, amenaza que Rajoy ha trasmitido a Rivera y Sánchez como medida de presión. Pero, Pedro Sánchez ha dejado una puerta abierta al manifestar que la democracia tiene sus plazos y que "el PSOE va a dar lo mejor de sí mismo para desbloquear la situación y que este país tenga un Gobierno".

Parece bastante incompatible la preocupación expresada por el dirigente socialista sobre las cuentas públicas y el deterioro institucional en las relaciones del Estado con Cataluña, la exigencia de apertura de una ponencia que afronte la reforma constitucional, con una nueva convocatoria electoral.

Dicho lo cual no es descartable que las negociaciones se prolonguen hasta septiembre y que el PSOE lleve al candidato Rajoy al límite del tiempo reglamentario porque la ambigüedad calculada en las respuestas de Sánchez llevan a adivinar que van a vender carísima su abstención. Ya lo ha dicho Sánchez: "son tiempos complejos".
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