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La presidencia del Congreso desata la primera batalla de la nueva legislatura

> Rajoy quiere que sea del PP aunque gobierne, pero se apuesta por Patxi López y mantener el equilibrio de fuerzas en la Mesa > Las claves de las negociaciones 'no tan secretas' para controlar un órgano clave en la dinámica parlamentaria

sábado 16 de julio de 2016, 17:20h

La crisis internacional que mantiene al mundo en vilo entre el Brexit, el atentado de Niza y el intento de golpe de Estado en Turquía ha puesto la guinda a las difíciles negociaciones -a micrófono cerrado, sin luz ni taquígafos- para abrir, dentro de apenas 48 horas, el nuevo Congreso de los Diputados salidos de las urnas del 26J. Y librar la primera batalla de la XII Legislatura: la constitución de la Mesa, el órgano que marca la vida parlamentaria y cuyo control es indispensable si, como quiere Mariano Rajoy, debe facilitar la vida de un hipotético Gobierno en minoría necesitado de pactos. Las matemáticas le favorecen, puede conseguirlo y hasta permitirse el lujo de ‘regalar’ uno de los cinco puestos que le corresponderían a Ciudadanos. Entre ambos tendrían la mayoría. La presidencia, por supuesto, no es negociable.

La presidencia del Congreso desata la primera batalla de la nueva legislatura
(Foto: EP)

Todo es posible en estos dos días que restas para la apertura solemne de la nueva Legislatura, incluso un pacto entre Antonio (PSOE) y Rafael (PP) Hernando para que Patxi López presida de nuevo la Cámara en lugar de pasar a la Historia parlamentaria como el diputado que menos tiempo ha ocupado el cargo. Sería de justicia política, tanto personalmente como para el partido que ha prometido ser la ‘leal’ oposición, pero también un gesto que se interpretaría como el primer paso hacia la abstención del PSOE en una sesión de investidura de un presidente popular.

El PP parte con la sartén por el mango. Si impusiera el ‘rodillo’, suyos serían cinco de los nueve puestos en la Mesa, incluido el del Presidente; el PSOE y Unidos Podemos se repartirían los otros cuatros, dos vicepresidencias y dos secretarías. Ciudadanos quedaría fuera, como explicamos más adelante.

Hay más variables: la más probable, que el PP ceda un puesto de la Mesa a Ciudadanos, otro gesto que se entendería como indicio de un acuerdo no escrito de Gobierno. Y, la más improbable (en teoría), que PSOE y Podemos sumen fuerzas. En función de lo que hicieran Convergéncia (Partit Democràta Català), ERC y PNV, podrían hacerse con la mayoría incluso frente a los 169 diputados de PP+C’s. La canaria Ana Oramas y los cinco escaños del PNV serán una pieza decisiva en este encaje de bolillos matemático.

Unidos Podemos ha sorprendido este domingo avanzando a su candidato a presidente del Congreso, el portavoz de En Comú Podem, Xavier Doménech, con el argumento de una alianza de izquierdas y la amenaza, más bien un farol, de que las 'fuerzas catalanas' les apoyarán. ERC ha rechazado la idea, tal y como se intuía de la 'contundente' conversacion en Twitter con Joan Tardá. Con el nuevo Partit Democràta Català es igualmente más que dudoso, dependerá de quién le garantice un grupo parlamentario propio. Es, pues, aparentemente un movimiento más simbólico que real.




Unidos Podemos se lo comunicó al PSOE el pasado viernes, según fuentes del partido socialista, con una respuesta inequívoca: su candidato es Patxi López.

Es una negociación que, además, parte con la desconfianza de los socialistas. Antonio Hernando no perdona a Carolina Bescansa que maniobrase a sus espaldas el pasado mes de enero para conseguir la presidencia que negociaban para Patxi López. Esta vez no quiere sorpresas.




Sólo Rajoy lo sabe…




Las quinielas, en todo caso, dependen del último minuto de las negociaciones. En el minuto y resultado de este fin de semana, la situación es la siguiente:

En el PP nadie tiene ni idea de quién tiene Rajoy en mente. José Manuel García Margallo, el más citado, queda descartado por razones obvias. Sería un error bajar del avión a un ministro de Exteriores de su categoría en estos momentos. Alfonso Alonso se supone que dejará en breve el escaño para competir por la Lehendakaritza; Celia Villalobos sería una provocación; María Dolores de Cospedal suena más como ministra… No obstante, el líder del PP tiene un amplio banquillo.

Hay quien mira a Ciudadanos, donde el problema es que el diputado con más experiencia parlamentaria es Toni Cantó. José Ignacio Prendes es el mejor situado. Rivera no puede prescindir de sus principales colaboradores -Villegas, Girauta…- y carece de ‘cantera’.

En el PSOE, Patxi López es el candidato pese a las maniobras para enfrentarle con Micaela Navarro. En su caso no parece haber ‘ruido’ interno y ambos volverán a sentarse -o eso esperan- en las mismas sillas de los meses pasados.

En Unidos Podemos, al menos Marcelo Expósito se da por seguro en uno de sus dos asientos. El otro todavía está en el aire si no repite Gloria Elizo.




Así se elige la Mesa del Congreso




El reglamento del Congreso establece un sistema de elección de los nueve miembros de la Mesa del Congreso que permite al PP, con sus 137 escaños, hacerse con la mayoría si sus adversarios no reeditan el milagro de los panes y los peces y se ponen de acuerdo para arrebatársela.

Funciona de la siguiente manera:

Presidente del Congreso: Cada diputado escribe un nombre en una papeleta. Si nadie consigue la mayoría absoluta (176), se repite el procedimiento entre los dos más votados y resulta elegido el que obtenga más sufragios.

Es decir, salvo pactos de última hora, será un duelo entre un candidato del PP (137) y uno del PSOE (85), las dos fuerzas más votadas. Si Unidos Podemos apoya a un presidente del Congreso socialista (156), los populares necesitarán necesariamente los votos de Ciudadanos (169), obligando a Sánchez e Iglesias a buscar el apoyo de 14 diputados -15 si Ana Oramas no se abstiene- entre las filas de ERC, CDC, PNV.

No se debe descartar tal ‘conjunción planetaria’ en el marco de las negociaciones paralelas para la formación de Grupo Parlamentario, cruciales por ejemplo para el nuevo Partit Democràta Català, que necesitará el préstamo de diputados de otros partidos para mantener su estatus. Su socio suele ser casi siempre el PSOE, tanto en el Senado como en el Congreso.

Vicepresidencias y secretarías: Cuatro puestos en cada apartado que se distribuyen en una sola votación -salvo empate- a los más votados. El PP puede, en ambos casos, repartir sus 137 escaños entre dos candidatos para superar los 32 de Ciudadanos. PSOE y UP tienen garantizados dos, respectivamente.




La encrucijada de Rivera




Albert Rivera depende, por tanto, de la generosidad del PP y de lo que acuerden, o no, los ‘Hernandos’ sobre la presidencia del Congreso. La lógica política y la opinión de los más veteranos del Hemiciclo es que se repetirá el mismo equilibrio de poder que en la legislatura fallida del 20D y, de una forma u otra, el ciudadano Prendes volverá a sentarse en la Mesa.

En la misma línea argumental, también se apuesta por Patxi López. Enfadar al PSOE no parece lo más oportuno si el PP quiere realmente su apoyo para seguir en el Gobierno. Empezar la nueva Legislatura con una bronca parlamentaria ante la opinión pública no se lo puede permitir ninguno de los cuatro principales partidos.

En enero, Podemos la lió con su intento de hacer presidenta a Carolina Bescansa a espaldas del PSOE; tras el 26J, han prometido cambiar sus formas en el Congreso -a las que atribuyen parte de su pérdida de votos-.

Si Unidos Podemos y PSOE pactaran un candidato único -socialista, por supuesto-, forzarían a Rivera a ‘retratarse’. No le quedaría otra que apoyar al PP, ya que si Ciudadanos se abstiene, como dice que hará en la investidura de Rajoy, entregaría a la izquierda la presidencia del Congreso y, con ella, la mayoría en la Mesa del Congreso. Un error impensable.

A pesar de que la continuidad sea la hipótesis favorita de la mayoría, la expectación es máxima. Lo que ocurra este martes será un buen indicio de por dónde van las negociaciones, si la investidura de Rajoy sigue sin tener apoyos suficientes, si las negociaciones secretas han dado frutos o hay que concienciarse para nuevas elecciones en “noviembre” (un lapsus de Rajoy muy revelador).

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