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La cara de Rajoy

jueves 21 de julio de 2016, 13:38h

A muy pocos paso desapercibido el gesto sombrío y el rostro serio del Presidente en funciones en la jornada de la constitución de la Mesa del Congreso. Tan concentrado en si mismo estaba que apenas intercambió algunas palabras con Soraya Sáenz de Santamaría. Se le notaba distante de lo que estaba ocurriendo. Sabía que las cosas iban a salir como estaba previsto, pero él, ya estaba en el paso siguiente. Vista la situación es más que compresible ese gesto serio y distante. La próxima semana el Rey comienza las consultas para designar candidato y Mariano Rajoy sabe que "a día de hoy" no tiene suelo bajo los pies.

Y no tiene suelo porque escasos minutos después de que oficialmente se iniciara la XII legislatura ya se había organizado la primera trifulca a cuenta de esos famosos diez votos que son "fantasmas" porque no sabemos los nombres y apellidos de quienes los depositaron, pero no creo que se merezcan poner en marcha equipos de investigación para concluir lo que ya se sabe: vinieron de los nacionalistas vascos y catalanes y de Coalición Canaria aunque en este caso si hubo alguna conversación era realmente innecesaria.

No deja de ser casi infantil que a estas alturas tengamos que hablar de votos "fantasmas" pero así estamos, pensando que esto es algo sustancial y determinante de futuros acontecimientos. Esto es significativo pero habrá que dejar pasar tiempo para comprobar si esta aparición de votos "fantasmas" tiene un recorrido más amplio. Si lo tiene no será para dar el si o la abstención a la eventual investidura de Rajoy, que hoy está igual de difícil que hace diez días.

Y es esta dificultad lo que tiene a Rajoy con el rostro serio. Quiere, en esta ocasión, acudir a Zarzuela con alguna cesta hecha porque de lo contrario se verá en la necesidad imperiosa de tomar decisiones urgentes. Tratándose de Rajoy, lo más acertado es no hacer especulaciones, pero si la cesta no la tiene tejida, sus más próximos le podrán encima de la mesa que no acuda a la investidura.

Si las posiciones conocidas no son postureo y se mantienen inflexibles, el rostro de Rajoy no dibujará sonrisa alguna y entonces quizás Pedro Sánchez salga de su silencio.
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