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Juan Perro en el Price: Cultura inteligente y divertida, con ritmos afrolatinos y ‘jasseros’
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Juan Perro en el Price: Cultura inteligente y divertida, con ritmos afrolatinos y ‘jasseros’

sábado 23 de julio de 2016, 16:34h

Santiago Auserón (Zaragoza, 1954) o, lo que es lo mismo, Juan Perro, su alter ego, arrasó ayer en el Price. Diversión, buena música, filosofía, literatura y vida encerradas en 20 canciones, en dos horas de concierto con aires de son cubano, jazz y ritmos afroamericanos surgidos del rock madrileño de los 80 desde Radio Futura.

Tan magnífico como inaudito asistir a un concierto en el que Juan Perro, entre canción y canción, dialogue con su público (¡fascinante la sonoridad del Price!), tan brillante y cultivado como el cantante. Dime, si no, cuántas veces has acudido a un concierto en el que se hayan citado nombre y conceptos como nihilismo, dadaísmo, Dostoievski, Góngora o Arthur Miller, no solo sin que la gente huya despavorida, sino todo lo contrario, que celebre y aplauda los comentarios intencionados, irónicos, críticos, ilustrativos y siempre inteligentes del cantante y juglar madrileño aragonés, o viceversa.

Al concierto le han servido de marco los Veranos de la Villa y Juan Perro no ha defraudado porque, en esta ocasión, ha vuelto a dar un triple salto mortal, combinando varios temas nuevos -incluso aún no terminados “de hilar”, como dijo él mismo- con otros clásicos, aunque siempre renovados, de su repertorio. Y, además, con una nueva formación, un sexteto, integrado por músicos que dominan tanto el jazz como el son y el rock. A Auserón (guitarra eléctrica y voz), lo acompañaron en el escenario Moisés Porro, “el genio de Camagüey” (batería, percusión y coro); Isaac Coll (bajo eléctrico); Joan Vinyals, “el demoni de Gracia” (guitarra eléctrica y coro); Gabriel Amargant (saxo y clarinete), y David Pastor, “el insecto loco” (trompeta).

Temas clásicos y canciones inéditas sonaron limpiamente, dando tiempo a que unas veces la voz de Auserón, y otras los geniales solos de la guitarra de Joan Vinyals, la trompeta y el clarinete de Pastor y Amargant o el bajo de Coll, y, al fondo, con un sonido preciso, impecable, medido, de Moisés Porro, el Price se llenase de aires afroamericanos, afrolatinos e iberos.

Se entrelazaron así Río Negro, Señora del mar (una habanera que Perro compuso una de las veces que el cantante volvía de Cuba), El forastero, Ámbar, Pies en el barro, El desterrado, Luz de mis huesos, En la frontera (preciosa esa fusión del r&b y el soul), El cigarrito (cantada con sorna e intención), No más lágrimas, Nada (preciosa incursión en el dadaísmo redivivo y patrio), A morir amores (coreada por todo el público), Arenas del Duero (una canción llena de poesía y nostalgia, dedicada al río hispano-luso), Fonda de Dolores… Y la esperada Los inadaptados, (con una ilustrada explicación sobre la composición de la canción que surgió al ver la película ‘Vidas Rebeldes’ de John Huston, con Marilyn Monroe, Clark Gable, Montgomery Cliff, y con guión de Arthur Miller, el entonces marido de Marilyn – que, para vengarse de ella, cada noche le cambiaba el guión-), Perla oscura, Agua de limón, (en homenaje a su compadre Raimundo Amador, después de una noche de farra con él en la sevillana ‘La Caja Negra’), y Charla del pescado, el tema que pone punto final al concierto, aunque luego el público obligó a Juan Perro a salir de nuevo al escenario y despedirse con sus míticos Semilla negra y A un perro flaco.

Un concierto alegre, divertido, inteligente, tranquilo, en constante comunicación del juglar con su público, que sabe distinguir el hierro de la paja y que es capaz de juntar a padres de la movida (muchos estaban allí) con sus hijos, jóvenes sabedores de que no es oro todo lo que reluce, de que es mejor huir de las radio fórmula y pararse a degustar los sones y las letras de gentes como el incombustible Juan Perro, o Santiago Auserón, que tanto monta, monta tanto.

Si acude a tu ciudad este zaragozano universal cualquier día de este caluroso verano hispano, tú verás si te lo pierdes. Habrás desperdiciado una ocasión de oro de pasar dos horas estupendas de concierto, de tertulia, de libertad y de entendimiento.

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