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La sorpresa de Sánchez (si la hubiera)

jueves 28 de julio de 2016, 08:13h

Entre las muchas especulaciones nacidas de la falta de una información sólida sobre conversaciones 'reservadas', contactos 'lejos de la indiscreción de la prensa' y hasta posibles pactos 'subterráneos', proliferan, claro, los rumores y las hipótesis acerca de lo que vaya a ocurrir(nos) en el marco del desmadre político que vivimos. Y, así, en cenáculos y mentideros las cábalas y caldos de cerebro más peculiares se disparan, convencidos todos de que este ejemplo de impotencia política que nos ha traído hasta donde estamos no puede ya prolongarse mucho más y menos aún desembocar en unas nuevas elecciones. Y una de las especulaciones, presuntamente basadas en indicios tangibles, que me llegan habla de una posible 'sorpresa' que será aportada por quien puede desbloquear con mayor facilidad la situación, es decir, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

Hace tiempo que no escondo mi convicción de que en el comité federal socialista, órgano inoperante donde los haya, y en el secretario general de este partido residen la clave y la responsabilidad de que no se haya llegado hasta el momento a un acuerdo de Gobierno. Primero, por el 'no, no y no' de Sánchez a cualquier pacto con el PP de Rajoy; y, segundo, por las veleidades del socialista de acercamiento a una formación que simplemente no puede, por múltiples motivos, ejercer tareas de gobierno en estos momentos en España, como es Podemos. Así, el acuerdo suscrito en la anterior y efímera Legislatura entre el PSOE y Ciudadanos fue simplemente un recurso extremo, papel mojado: ya nada queda de aquel entendimiento, excepto quizá la convicción de que, con Rajoy al frente del tinglado, no es posible llegar a acuerdo de Gobierno alguno.

Y aquí, precisamente, reside una de las varias sorpresas que Sánchez podría darnos tras su encuentro de este jueves con el Rey o en algún otro momento posterior. Quienes dicen conocerle bien aseguran que su silencio y su alejamiento de los focos últimamente responden a una reflexión acerca de los pasos a dar a continuación. Creo que comprende que su 'no, no, no' ya no es entendido por casi nadie, y que son muchos los que, dentro de su partido -especialmente entre los 'veteranos'--, piensan que la salida más digna sería una abstención en la investidura de Rajoy, por la que los socialistas podrían pedir un elevado precio en cuanto a reformas, incluso constitucionales. O puede, incluso, y es un tema del que bastantes hablan estos días, pero que nadie puede certificar que así vaya a ocurrir, que Sánchez se una a la exigencia de Albert Rivera para poder llegar a algún acuerdo con el PP: que Mariano Rajoy desaparezca de La Moncloa, siendo sustituido por una figura más dialogante. Habrían, entonces, decidido cargar sobre Rajoy, demonizado por las razones que fueren, la responsabilidad de no llegar a un acuerdo de investidura que evitase otras elecciones.

Me parece, en todo caso, poco probable que esa acabe siendo una salida, aunque verdaderamente llegasen Sánchez y Rivera a plantearla conjuntamente o por separado. Es cierto que Rajoy, que no puede vencer su talante inmovilista, podría haber presentado ofertas más atractivas (bueno, alguna oferta concreta, en realidad) para 'forzar' o 'seducir' a los demás para pactar con él; pero también es cierto que ha sido él quien más reforzado ha salido de las elecciones del pasado 26 de junio (los demás salieron debilitados) y a quien, por tanto, le correspondería gobernar. Y no menos verdad es que, aparentemente, nadie en su partido le está pidiendo que dé ese 'paso a un lado' que, entre otras cosas, exigiría la convocatoria del ya tan aplazado congreso del PP (tan aplazado, por cierto, como el del PSOE), la presentación de algún candidato alternativo y, aunque tal cosa no existe en el PP, la celebración de unas primarias para ver qué quieren los militantes y votantes 'populares', si mantener a Rajoy o promover a otro/a.

Así que difícil nos lo pone este 'grupo de los cuatro', con el que, naturalmente por separado, se va a entrevistar este jueves el Rey. Mientras, la desesperación en La Zarzuela cada día parece mayor, lo mismo que el desaliento en una ciudadanía que ya solamente parece querer escapar hacia unas merecidas (por la ciudadanía, digo) vacaciones.
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