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Investidura segura, resultado incierto

viernes 19 de agosto de 2016, 08:44h

Después del quiebro de Mariano Rajoy afirmando que la dirección nacional del PP no había hablado de las condiciones planteadas por Rivera como paso previo a negociación alguna se produjeron momentos de confusión y de crítica. Se impuso el desconcierto y un cierto pesimismo. Ciudadanos tuvo una reacción contenida no exenta de sorpresa y en cuestión de una hora, los nubarrones han desaparecido. Bueno, no todos, pero si los imprescindibles para que España salga del letargo en el que llevamos instalados ya desde hace mucho tiempo: Mariano Rajoy acudirá a la investidura, tendrá el apoyo de Ciudadanos en la investidura y Albert Rivera puede presentarse con toda dignidad ante sus electores. En principio, ninguno de los dos ha perdido.

Rajoy ha conseguido lo que quería:un partido como el PP no debate condiciones, si propuestas, sugerencias, pero no condiciones y Rivera ha logrado el compromiso del grupo parlamentario popular que es, en definitiva, quien está en el Congreso y no los 90 miembros del comité nacional. Superado este trance , el calendario anunciado invita al vértigo. Se trata de lograr mucho en poco tiempo y todo apunta que el acuerdo suficiente estará vinculado a los presupuestos, techo de gasto y compromisos con Europa, asuntos estos en los que el PP y Ciudadanos no tienen diferencias que clamen al cielo. Otra cosa es el ritmo que se vaya a dar a la puesta en marcha de las medidas para la regeneración y lucha contra la corrupción. Ello no va a depender en exclusiva de Rajoy y Rivera, aunque todo lleva a pensar que la comisión parlamentaria sobre el asunto Bárcenas no se hará esperar demasiado y ello con el visto bueno del PP que sabe, que si hay legislatura, no tiene escapatoria a la misma.

Rajoy dice sentirse en condiciones de asistir a la investidura y este trámite es ya una certeza, pero en estos momentos el resultado es incierto. No bastan 170 diputados y es en este punto en el que todas las miradas se dirigen a Pedro Sánchez que, probablemente, no acaba de creerse que Rajoy haya accedido a acudir a la investidura. Sin embargo harían mal tanto Rajoy como Rivera no acabar de creerse que el PSOE va a votar no en primera y en segunda votación. Salvo cambios de última hora, debates inesperados o una improbable revuelta interna para que Sanchez modifique su rotundo no, el PSOE quiere, o eso parece, una investidura fallida. El discurso de Sánchez será el mismo que Rajoy pronunció cuando él aspiró a La Moncloa.

Habrá investidura, que no es poco, pero la prudencia aconseja no ir más allá, no creer que la situación ha quedado resuelta, que todo está hecho. Rajoy y Rivera han dado un paso sustancial que modifica de manera radical el panorama tan cansino en el que nos estábamos moviendo. Lo acordado provoca un inevitable movimiento, y muy de fondo, en el tablero político. Con sesión de investidura segura pero de resultado incierto, Rajoy se la juega y con él el propio Partido Popular que ha hecho piña en torno a su líder. Despejada la gran incógnita, habrá que estar a la espera de esa conversación pendiente entre el candidato y quien sostiene a la vez tres nos incompatibles entre si. Pero como el PSOE, en esta historia, se ha colocado a la altura de los minoritarios, no sé si Rajoy debe insistir mucho. En el Congreso se verán y los ciudadanos juzgarán.
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