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'Elvis & Nixon': Una caricatura muy divertida pero poco creíble
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'Elvis & Nixon': Una caricatura muy divertida pero poco creíble

viernes 26 de agosto de 2016, 12:08h
'Elvis & Nixon' es una película muy divertida que podría dar mucho más de sí, si intentara rascar algo más en profundidad y no se quedara en una mera caricatura de dos personajes inmensamente populares. Aun así, las actuaciones de Michael Shannon y Kevin Spacey son tan delirantes y se lo pasan tan bien con ellas que logran contagiar al espectador. No es la película más profunda pero, desde luego, es muy graciosa.
La película se basa en una anécdota real, el 21 de diciembre Elvis Presley se presentó en la puerta de la Casa Blanca con una carta para el presidente Nixon en la que le pedía que quería ayudar a su país en la lucha contra las drogas y los elementos antiamericanos haciéndose agente encubierto del FBI. Horas después era recibido en el Despacho Oval y mantenía una reunión de cerca de una hora con Nixon, tras la cual se harían una foto juntos, que es la más solicitada por el Archivo Nacional de EEUU. Con esta anécdota, los guionistas Joey Sagal, Hanala Sagal y el actor Cary Elwes (sí, el de 'La Princesa prometida') montan una película que rellena lo que pudo pasar en ese encuentro. Para ello se basan en un libro escrito por Jerry Schilling, uno de los miembros del séquito de Elvis (conocido popularmente como The Memphis Mafia), y para todo lo demás tiran de (mucha) imaginación.

Y es que, a pesar del peso al que dan al personaje de Schilling, interpretado por Alex Pettyfer, la película se pierde cuando no aparecen en pantalla sus protagonistas. Kevin Spacey y Michael Shannon están fabulosos, a pesar de que este último no puede ser menos parecido a Elvis, cambiando su imagen de encantador guaperas sureño por la terrorífica mirada propia del actor. Aun así, el guión es más benigno con el Rey, con un par de intentos de humanizar su figura, de escarbar debajo de los ropajes excesivos, las pistolas y el kárate, pero sin indagar demasiado. Nixon, en cambio, es retratado, más que como la personificación del político paranoico y corrupto, como un padre de familia de teleserie (al final se dejará convencer para recibir a Elvis por su hija Julie que quiere un autógrafo). Al final el Rey será capaz de camelarse al presidente y salir de la Casa Blanca con su ansiada placa de agente encubierto antidrogas. Lo que pasa es que, realmente, el que salió bien parado de todo aquello fue un Nixon al que le vino de perlas la imagen junto al cantante más famoso del mundo.

Pero más allá de hacia dónde podría haber ido la película, de haberse tomado más en serio a sí misma, solo queda hablar de lo que hay. Y esto es una hora y veinte minutos de diversión en la que dos actores renombrados se lo pasan en grande dando vida a dos iconos de la música y la política del siglo XX. No es una película creíble, ni creo que lo intente, pero, desde luego, es irrealmente divertida.
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