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Ya iba muerto

miércoles 31 de agosto de 2016, 00:01h

Caballero que cae en la batalla, ya iba muerto antes de entrar en ella. No recuerdo donde leí esta frase que tantas veces me ayudó a comprender y a no juzgar. Pero en este caso, después del espectáculo, triste y cansino, huero y sin brío, de Rajoy, me vino a la mente.

Ya me alarmó ver los rostros de Rivera y de su equipo al entrar en el salón de sesiones. Iban con “la color demudada”, verde oliva y el amarillo de la bilis contenida. Alberto y su equipo ya tenían copia del discurso que Rajoy iba a leer, sin pasión ni esperanza alguna, como cordero llevado al matadero, pero ¿por quién? ¿En esto ha venido a caer el trotón de antaño? ¿Tanto pueden los del Ibex 36? Pues que gobiernen ellos y se repartan las carteras de acuerdo con sus participaciones; aunque iban a tener peleas porque el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Y esa es la salsa venenosa que adereza las vidas de tantos políticos. No todos, por supuesto. Pero viendo y escuchando al diz que “portavoz” del PP en el Congreso, Rafael Hernando, fue para vomitar de tristeza, indignación y desesperanza.

¿Cómo se pueden soltar ante periodistas de prestigio esas frases cargadas de desprecio, de mala ironía y de osadía sin límites por conservar una mamandurria que, felizmente, se les acaba? Y ellos lo saben. Eso refiriéndose nada menos que a sus “compañeros de viaje” que, ante los periodistas, habían mostrado su desencanto y auténtico malestar por el panfleto aburrido de Rajoy que ni siquiera admitió que se incluyeran las aportaciones más valiosas de los de Ciudadanos. Claro que estos retoños de La Caixa, banqueros y demás… se lo tienen bien merecido por saltar de cama en cama sin el menor remilgo. “Madre, me iré por esos pagos entregándome a los cristianos, de gratis, y a los moros por dinero”.

Volvamos al espectáculo de un Rajoy insulso, fofo y vacuo leyendo un texto romo, sin sangre y sin mensaje ni aportación alguna para los problemas de España. Pero ¿a qué venía? ¿Quién le obligó y por qué a semejante mascarada? Se trataba de una sesión de investidura ante el Congreso en la que todos sabíamos que le faltan seis votos para pasar en primera vuelta y mássíes que noes en 48 horas para lo que precisa once abstenciones.

El candidato debería dirigirse y atraerse a los líderes de la oposición, al menos al mejor preparado, digno y sereno que, con su silencio y su temple, merece mañana la oportunidad de mostrarse con la modestia y la grandeza de un auténtico hombre de Estado. Firme en las propuestas, moderado en el tono, claro en la exposición y consciente de que decenas de miles de ciudadanos lo estaremos contemplando y escuchando. Sí, c’est la grandeur de los hombres de Estado capaces de arrebatar las almas, como cuenta De Gaulle en Le fil de l’épée. No sin causa, lo inicia con una frase de Shakespeare. “Ser grande es mantener una gran y firme lucha”.

No hablamos ahora de la parodia de los seudos Danton, Marat, Desmoulins, Robespièrre, les Montagnards que, en su ambición y desmesura, cayeron víctimas de la ira hybris con la que los dioses griegos ciegan a quienes pretenden saltar por encima de sus sombras. Merecen respeto pero madurar y fajarse como es debido. No, ni a extremistas separatistas, que no a nacionalistas y republicanos que anhelan una comunidad de ciudadanos comprometidos y audaces capaces de alzarse contra tanta locura de bánksters, de vendedores de armas y de destructores del medio ambiente. Basta con escucharlos, respetarlos, contar con ellos pero sin que olviden que eso de que “los cielos se toman por asalto” ya sólo queda para adolescentes tardíos.

Y aquí viene, mi miedo, que no temor, al recordar cómo se hizo tan torticeramente con la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, en aquella maniobra indigna y propia de Monipodio cuando a la hora de votar… ¡habían desaparecido físicamente dos miembros del PSOE que eran los que necesitaba la candidata para hacerse con el poder, el cuchillo, la cama y la pistola! Esos dos elementos sin catadura moral alguna, diz que vivieron “secuestrados” en sendas suites de un conocido hotel de lujo de Madrid… hasta que recibieron su paga por su traición. Aquí no hubo la grandeza que castigó a los asesinos de Viriato: Roma sí pagó a los traidores.

Por eso les sugiero a quienes de verdad quieren un gobierno sabio y justo para nuestro país, en consonancia con esa Unión Europea que muchos hemos soñado y por la que luchamos, que ordenen a sus diputados que de aquí al viernes por la noche no acepten invitación alguna a comer, ni a tomarse una copa y que se hagan amarrar al palo mayor de su nave y a llenar de cera sus orejas, mientras atraviesan en estrecho, como al parecer hizo Ulises.

Ah, y sin olvidar que aún cabe y es digno de debate, la formación de un gran gobierno de salvación nacional con las personas más capaces y sensatas para preparar la modificación de La Constitución, los proyectos de ley más urgentes, un nuevo y valiente sistema fiscal, y la conservación de lo mejor que tenemos pero con el corazón a la escucha para atrevernos a ser nosotros mismos.

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