El primer problema del PSOE en la pugna por liderar la oposición es que, pronto, en poco más de una semana, quien tendrá que esquivar las andanadas parlamentarias de Pablo Iglesias será… ¿Antonio Hernando? El portavoz del Grupo Socialista es también una solución tan provisional como la gestora y, sin un líder ‘carismático’ como ‘coleta morada’, los socialistas lo van a tener complicado para contrarrestar a Podemos.
En cuanto a la ‘solución Madina’, no es tan obvia como la ven algunos. Para empezar, por las formas: perdió, aunque fuera injustamente como él cree, en unas primarias; ganarlas a posteriori ‘por decreto’ de Ferraz no parece lo más inteligente en este momento. Las encuestas internas, por otra parte, no le son precisamente favorables.
Para complicar las cosas, Pedro Sánchez, que no ha asistido al Comité Federal, se ha sumado a la ‘fiesta’ en Twitter con un mensaje que es casi una arenga para pedir un PSOE “alejado del PP”.
Mariano Rajoy, el "generoso"
Si la situación de emergencia nacional que nos ha pintado Rajoy y enmarcado el PSOE es cierta, a Javier Fernández no le va a dar tiempo a convocar el Congreso que le reclaman las bases, ni a Susana Díaz a “coser” los desgarros abiertos en el partido tal y como prometió.
Déficit, techo de gasto, recortes para hacer frente a las exigencias de Bruselas, pensiones, Lomce, Cataluña… El PSOE se va a tener que retratar por algún lado más temprano que tarde y, en la práctica, no hay ninguna estrategia definida, al menos a corto plazo. Alguien tendrá que poner orden, se supone.
Mariano Rajoy sabrá ser “generoso”, como prometió. Tampoco le hace excesiva falta. Si el PSOE se descuida, el líder del PP recurrirá, además de a Ciudadanos, al PNV o Convergéncia para demostrar que no le hacen falta. Y si algo sale mal, la culpa será de los socialistas, por supuesto.
A Rajoy le quedará siempre el recurso de disolver las Cámaras y convocar unas elecciones que, según las encuestas, ampliarían su Grupo Parlamentario reforzándole aún más frente a una izquierda que ya no sumaría la mayoría del Congreso.
Casi un año después del 20D, el líder del PP podrá seguir contemplando desde La Moncloa como sus adversarios políticos se despellejan entre ellos. Y sin hacer nada, se quejan sus desesperados enemigos, lo que tiene mucho más mérito. ¿O no?