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Dedicado a los apóstoles inflexibles del 'inspirador'

miércoles 26 de octubre de 2016, 18:12h
Tengo buenos amigos en el grupo parlamentario socialista. Al menos uno (una) de ellos (ella) ha decidido y anunciado que votará este sábado 'no' en la sesión de investidura de Mariano Rajoy, pase lo que pase, y que no se dejará convencer por ruegos, amenazas y/o razonamientos de la gestora que encabeza, con paciencia franciscana, Javier Fernández. Argumentan los del 'no', que serán algo más de una decena incluyendo a los siete del PS catalán, que sería una incongruencia, tras tantos meses negando el pan y la sal a un "Gobierno corrupto, dañino e ineficaz" de Rajoy, permitirle ahora seguir en La Moncloa gracias a una abstención socialista en la votación.

La verdad es que no acabo de entenderles. Se aferran al 'no' como el naúfrago al salvavidas, con la particularidad de que su tenaz negativa más bien les hunde que les salva en lo personal. Y ensombrece aún más la imagen, que en estos momentos ya no era precisamente luminosa, de su partido, ofreciendo una perspectiva de división interna; que es, por cierto, lo que más castigan los electores. Menos mal, lo digo por ellos mismos, que no tienen que pasar por una repetición de las elecciones (repetición que hubiese sido inevitable si la postura negativista hubiese triunfado), porque más de uno se hubiese quedado sin el escaño, asiento muy confortable con la que está cayendo fuera del hemiciclo.

Confieso que siempre fui enemigo de ese monosílabo negativo, completado por su principal inspirador con reiteraciones como 'no, no, nunca, jamás, qué parte del 'no' es la que usted no comprende', etc. La política es algo más que monosílabos y empecinamiento en posiciones llamadas 'de principios', que más bien son de finales. En algún caso, en muchos casos, escribí que ese 'inspirador' estaba firmando, con su actitud, su sentencia de muerte política. Y eso llevo diciéndolo desde que, bastante antes de las elecciones del pasado 20 de diciembre, el entonces aún flamante secretario general del PSOE (o sea, 'el inspirador') se aferró a que, con Rajoy, él no iba a ir ni siquiera a heredar.

Se colocaba así el secretario general (e, insisto, inspirador de la política del rechazo total) en una posición de inferioridad negociadora. Es decir, rechazada una de las dos posibilidades para pactar, se quedaba en las manos exclusivas del líder de Podemos, que, en cuanto a malicia y capacidad de maniobra política, le sacaba muchos cuerpos de ventaja. Y, de hecho, entre enero y junio, el 'morado' le engañó no menos de tres veces, con el consiguiente ridículo hecho por algún colaborador del 'inspirador'-secretario general. Colaborador que, por cierto, ahora ya no lo es tanto, porque se ha pasado a las filas de la abstención (y, encima, tendrá que defenderla en el atril).

Lamenté tener razón y sentí, en lo personal más que como ciudadano, contemplar cómo 'el inspirador' sucumbía al fin en una tormentosa tarde del 1 de octubre en la calle Ferraz: murió, aunque es posible que sea él una de las pocas personas que aún no lo sabe. No le derribaban ni los barones' de su partido, ni el Ibex, ni los servicios secretos, ni la Unión Europea, ni una conjura judeo-masónica, ni sus muchos críticos en los medios de comunicación, ni la derecha soterrada partidaria de una gran coalición y temerosa de ese 'Gobierno alternativo' que, con Podemos y separatistas de diversa laya, se decía que 'el inspirador' había logrado aglutinar (lo que, por cierto, me parece que jamás fue así, aunque 'el inspirador' lo sugiriese, nunca claramente, en sus comparecencias).

La verdad es, más bien, que el secretario general-inspirador del 'no' cayó porque había hecho su propia situación insostenible: no le querían ni los poderosos de su partido (ya veremos si le quieren las bases, en el caso de que llegue a testar este extremo), ni los veteranos que tanto hicieron por fabricar la transición a la democracia. Ni, claro, le querían algunos estamentos oficiales (recordemos que una de sus primeras propuestas fue suprimir el Ministerio de Defensa), ni ciertas instituciones, posiblemente comenzando por el Rey, que le veían ansioso de pactar con el mundo republicano y fuguista. Ni, por cierto, le querían en la UE, a la que llegó rechazando apoyar a quien iba a convertirse en su máximo coordinador. Ni la mayor parte de los comentaristas políticos, que pronto se convencieron de su insoportable levedad. Ah, y se me olvidaba: tampoco le querían los electores, que, por dos veces consecutivas, dieron un triunfo, insuficiente, pero triunfo al fin, al "político no decente" al que se trataba de enviar a la oposición.

¿Y este hombre, cuya máxima aspiración pasaba por una ambición personal a la que estaba dispuesto a sacrificarlo todo, es el apóstol al que quieren seguir los discípulos de un 'no' que no solo no a va a vencer en la confrontación interna (no llegarán ni al veinte por ciento), sino que ni siquiera va a convencer a algunos de quienes lo proclaman de boca para afuera?

Hay muchas cosas que no entiendo en este país que habitamos. Podría comprender incluso a aquellos que quieren sacar pecho destacándose de los demás en aras de preservar la coherencia de 'las izquierdas'... si es que la negativa, de haber triunfado, hubiese llevado a otra cosa que a dar el liderazgo de esas 'izquierdas' a formaciones muy ajenas al socialismo tradicional.

Yo tampoco, por cierto, soy un acérrimo 'fan' de Mariano Rajoy; pero con esta actitud, inconveniente pero perfectamente respetable por lo demás, y supongo que también legítima ( porque el comité federal no es, al fin y al cabo, el 'Boletín Oficial del Estado', ni las tablas de la ley), lo que han hecho 'el inspirador' y sus seguidores, que por cierto cada vez son más los que le desertan, no ha sido otra cosa que fortalecer a aquel a quien proclamaban su enemigo. Y con la repetición del 'no' en la sesión de investidura de este sábado, van a seguir fortaleciéndolo. Enhorabuena, pues, al 'inspirador', que aún no sé qué hará este sábado, aunque sospecho que, si ocupa su escaño postergado, seguirá en las arenas movedizas del 'no', y enhorabuena también a los notables estrategas que le siguen: de perdidos, al río.
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