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Carrillo y Magdalena Álvarez

jueves 28 de diciembre de 2006, 14:15h

   La pausa parlamentaria de la Navidad se quebró esta vez por razón de una "causa suficiente", el debate provocado por la crisis de la aerolínea Air Madrid, que primero suspendió sus vuelos y seguidamente fue suspendida por el Ministerio de Fomento, tras dejar tras de sí a varios millares de viajeros con billete pagado y sin vuelos a sus correspondientes destinos. El desarrollo del debate parece que ha dado la razón a casi todos o a casi nadie sobre la cuestión elemental: ¿Debió intervenir Fomento, y cuando lo hizo era ya demasiado tarde para evitar inconvenientes? Es probable que las posiciones finales de muchos ciudadanos, e incluso de muchos usuarios, hayan quedado en parecida postura a como cuando se inició el conflicto: para unos Fomento se demoró demasiado en su actuación, y para otros no ha satisfecho suficientemente la necesidad de explicar las irregularidades registradas.

   Eso sí, ahora corresponde a otras instancias depurar responsabilidades, y en concreto, la fiscalía ya ha pedido a la Audiencia Nacional que investigue  por estafa a Air Madrid. Y el Ministerio de Fomento inicia un proceso penal contra los administradores de Air Madrid. Pero la cuestión política no ha terminado de difuminarse, como se deduce del hecho de que Rajoy haya pedido la dimisión de la ministra Alvarez "por no dar la talla". Claro es que a la oposición nunca le parecerá que el gobierno da la talla en asunto ninguno, se llame lucha contra el terrorismo, inmigración o memoria histórica.

   Pero, efectivamente, han sido muchos los análisis que han coincidido en criticar tanto la pésima gestión de la dirección de Air Madrid como las dudas que suscita la gestión oportuna de Fomento, y concretamente, su tardanza en suspender a Air Madrid una vez conocido el arsenal de malas prácticas que tenía recopiladas contra la aerolínea: En concreto, Fomento admite que dejó operar a Air Madrid durante 4 meses pese a detectar 17 anomalías. Por fortuna, no se produjo una tragedia, y de ahí que pueda proclamar lo de "tolerancia cero en materia de seguridad en vuelo". Pero parece que cabe esperar mucho más de una empresa de servicio al público: puntualidad, cumplimiento de los contratos que son los billetes aéreos, transparencia informativa.  Dicho de otro modo: ¿Ha convencido la ministra Alvarez? Incluso en el PSOE se puede escuchar que "no fue oportuna", pero eso habría sido milagroso en quien, de antemano, "goza" ya de una controvertida biografía de desplantes y tonos más bien insolentes.

   De momento, se nos asegura, José Luis Carrillo sigue intentando vender la aerolínea, pero cada día es más difícil que, con su pésimo cartel de gestor seriamente en entredicho, pudiera conseguirlo. Por si fuera poco, las cargas financieras y la exigencia de más seguridad dificultan la venta de Air Madrid, dicen los expertos. Ahí siguen, ahora mismo, las graves preocupaciones apenas esbozadas: personal en paro y clientes estafados.

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