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Martín Llade, periodista y divulgador musical: "Querer dedicarse a la cultura en España es batallar contra molinos de viento"

martes 10 de enero de 2017, 08:55h
Martín Llade, periodista y divulgador musical: 'Querer dedicarse a la cultura en España es batallar contra molinos de viento'
La religión compulsiva y laica que es la música culta o clásica tiene a un nuevo santo que hace milagros. Casi nada: en un país donde no existen asignaturas musicales en la educacíon primaria y bachiller, donde la música clásica está arrinconada en las programación de emisoras -con la gloriosa excepción de RNE y su Radio Clásica- y televisiones, 'San' Martín Llade ha logrado popularizarla con su programa 'Sinfonías de la mañana', donde con una fuerte carga didáctica y un sencillo lenguaje cuenta anécdotas de los grandes compositores mientras suena su música. Además, acaba de lanzarse un extraordinario disco libro con todo ello. Un milagro que a este periodista y divulgador le ha valido el Premio Ondas 2016 como mejor presentador.

- Por suerte o desgracia no es usted muy mediático, ¿sorprendido por el Ondas al mejor presentador, con tanta competencia?

- Absolutamente, no lo esperaba en modo alguno. Ya comenté en la ceremonia de entrega del premio que a los de Radio Clásica no nos pasaban esas cosas. Sí que hubo un Ondas en 2007 a los Conciertos de Radio Clásica, pero nunca uno a la categoría de mejor presentador o programa. Por supuesto que es uno de los mayores reconocimientos que pueda obtener un profesional de la radiodifusión en nuestro país y la forma tan inesperada de recibirlo ha sido como un sueño. En cuanto a lo de ser mediático, ciertamente, nunca me he visto asediado por un gentío que intentara arrancarme la ropa en la calle. Eso ha de ser bastante desagradable.

- Máxime en un país nada culto en música clásica como España, ¿no?

- Yo no diría categóricamente que nada culto en música clásica. Hay y ha habido festivales de música y temporadas de orquestas estupendos, por desgracia muy afectados ahora por la crisis, que recibían una gran afluencia de espectadores. Y hace no demasiados años surgieron diversas orquestas por toda nuestra geografía que vivieron un buen momento. Es verdad que no somos Alemania o Austria, pero en su día “Clásicos populares” fue un verdadero fenómeno social, y libros como 'El ruido eterno' de Alex Ross o 'Instrumental' de James Rhodes se han vendido bastante bien. También el programa 'This is opera' ha sido bien recibido y Ara Malikian, vinculado al mundo de lo clásico, aunque cada vez más por libre, llena sus conciertos. Es cierto que por desgracia 'Gran hermano' tiene más seguidores que la música clásica, pero los melómanos, aunque más contados, son muy fieles.

- ¿Es un milagro el éxito, relativo, pero éxito de su 'Sinfonía de la mañana?

- Milagro sería que de repente tuviéramos una audiencia equiparable a las cadenas generalistas. Sorprender sí que nos ha sorprendido, y muy gratamente, pero si reflexionamos sobre ello, no deja de tener su lógica. La gente está harta de malas noticias en los informativos, mañana tras mañana. Cuando de repente sintoniza en el dial algo que no es una agresión a sus oídos, sino una invitación a recrearse en la belleza de la música y emocionarse y divertirse con el aspecto más humano de los compositores, no es descabellado que de repente decidan quedarse en esa frecuencia. Tenía que llegar el momento de Radio Clásica alguna vez y quizás haya sido éste. No sólo por “Sinfonía de la mañana”. Tenemos veinticuatro horas de interesantísima programación.

- ¿Qué le parece que en los estudios de Primaria y Bachiller, a diferencia de los países de nuestro entorno, no haya asignaturas de música?

- Mi mujer era interina de secundaria en música y ahora está en el paro. ¿He contestado a la pregunta?

- Sobradamente. También le pido su opinión sobre que, con excepción de Radio Clásica, ninguna otra radio programa este tipo de música, y menos las televisiones, incluyendo por desgracia a la pública TVE?.

- Es por eso que la vocación de Radio Clásica de ser un servicio público es prioritaria. Hubo un intento hace años de crear una emisora privada de música clásica, Sinfo Radio, pero no resultó rentable. Sí, somos una minoría, pero dentro de cien años puede que nadie escuche a Shakira, y sí a Ludwig van Beethoven. ¿Qué es realmente lo minoritario? Por lo demás, la música de Mozart, por poner un ejemplo, sonará hoy mismo en cientos de auditorios de todo el mundo. De acuerdo, no llenará un estadio, pero sumará muchos más espectadores que estén simultáneamente escuchándolo por todo el planeta. Todo depende de cómo se midan las cosas. Van Gogh vendió un solo cuadro en su vida y Joyce apenas vendió doscientos ejemplares de Dublineses y son dos nombres fundamentales de la cultura universal.

- ¿Qué parte de culpa en esta pésima situación general de la música clásica tienen los gobernantes y qué parte la gente, que prefiere la música facilona y sin calidad?.

- Esta pregunta me remite a una cuestión bastante amplia. La globalización ha influido mucho en el hecho de que la gente de los países occidentales, y de otros muchos, tengan que escuchar la misma música, comer la misma comida y ver las mismas películas. Es un fenómeno de nuestro tiempo que tiene algunos aspectos positivos, como romper las barreras entre los países, y otros tristemente lamentables, como la pérdida de identidad de los pueblos. Cuando había sólo dos cadenas de televisión, millones de personas veían 'Yo, Claudio' y 'Retorno a Brideshead'. Pero luego llegaron las privadas y se amplió el abanico de ofertas, y en lugar de optar por los productos de calidad la mayor parte de la audiencia se decantó por la telebasura. Y es probable que si hoy damos a elegir a determinado segmento de la población –los jóvenes- entre comer en un restaurante tradicional o en una hamburguesería, se decante por esta última.

¿Quiere decir esto que la gente no tiene gusto? Muy probablemente el producto de consumo rápido y realizado en serie le sea ofrecido de forma mucho más atractiva y seductora. Y además, estamos en la sociedad de lo inmediato, en la que todo debe realizarse con prisa. Degustar un buen cocido o escuchar una sinfonía exige más tiempo del que muchos están dispuestos a dedicar a comer o escuchar música. El público joven es quien principalmente se deja llevar por lo que se supone que es lo “nuevo”, aquello que debes de seguir si no quieres verte excluido de tu grupo social o tu generación. La globalización se ha apoyado en los medios de comunicación y las redes sociales para atraer hacia sus intereses a este público. Pero eso no quiere decir que no tengan capacidad para apreciar lo bueno, si es puesto a su alcance de una forma fácil de aprehender para él.

Voy a poner un ejemplo de esto último. Me hablaron de una chica que trabajaba en una librería de un centro comercial. Un día decidió colocar en lugar preferente a los clásicos de la literatura en lugar de a los típicos autores de best-sellers apoyados por las grandes editoriales. Semanas más tarde sus jefes la llamaron indignados. Resulta que Dostoievski se había convertido en el autor más vendido del mes en lugar de, por poner un ejemplo, Dan Brown. Le prohibieron que volviera a hacerlo y le ordenaron que colocase en lugar preferente a los libros de las grandes editoriales.

- ¿Cree que con el nuevo Gobierno, ya sin mayoría absoluta, pueden cambiar las cosas?

- Aunque las cosas puedan cambiar algún día, me temo que nunca lo harán en la forma necesaria. A pesar de poseer una de las culturas más ricas de Europa -y ahí están Cervantes, Picasso o la Generación del 27 para demostrarlo- España nunca ha sido proteccionista con su cultura. Una buena parte de los genios españoles de renombre universal han tenido que buscar el reconocimiento fuera de aquí, como Albéniz, Falla o Buñuel. Querer dedicarse a la cultura en España es batallar contra molinos de viento. Gobierne quien gobierne eso nunca ha interesado porque no da votos. Ojalá fuéramos como Francia, donde siempre han valorado lo suyo y lo han cuidado como merecía. Por lo menos hasta antes de la crisis.

-Acaba de tocar otro tema colateral, esa otra cuestión muy española de despreciar lo nuestro, entre otras cosas el maravilloso género lírico de la zarzuela, del que usted es un defensor

- Es verdad. Los extranjeros se asombran del profundo sentido autocrítico que tenemos los españoles. En teoría, algo que podría ser positivo para ayudarnos a subsanar nuestros errores una vez detectados acaba derivando en una suerte de autocomplacencia de lo negativo. Como decía Unamuno, creo, una característica profundamente española es, paradójicamente, no querer ser español o avergonzarse de ello.

Con la zarzuela pasa igual. Es lo más nuestro que puede haber y ya sólo por ello, muchos la rechazan sin conocerla bien. La tienen por rancia, cursi y cosa de los abuelitos. A mí me han llegado a decir que era “franquista”. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? De hecho, la zarzuela desaparece como género de creación nueva durante la dictadura porque los gustos empezaron a cambiar. Sorozábal lo atribuía al auge del fútbol. Quizás la radio introdujo otros estilos musicales que contribuyeron a su desaparición.

Yo también incurrí a los dieciocho años en el menosprecio a la zarzuela y puedo ver claramente las causas. Hay obras de las que sólo existen grabaciones de calidad sonora muy defectuosa, malamente editadas, en las que ni siquiera se adjuntaba el argumento o qué personaje interpretaba cada cantante. ¿Cómo puede apreciarse así la calidad de una obra de arte? Pero cuando vine a Madrid y pude contemplarlas en el Teatro de la Zarzuela quedé deslumbrado. Me pareció un género maravilloso, que en algunos aspectos no tiene que tener ningún complejo respecto a la ópera. Y, por supuesto, infinitamente superior a esos musicales tan cacareados de la Gran Vía.

- Y más allá de la música, pasando a la Cultura en general, tampoco el panorama es muy halagador, entre otras cuestiones por el ivazo.

- No entiendo qué beneficios pueden extraerse de esa política. Si los precios de los espectáculos no fueran tan elevados mucha más gente acudiría a ellos y sin duda alguna acabaría siendo más rentable y procurarían igualmente más beneficios a las arcas del Estado. Cada vez son más los expertos que creen que la austeridad contrae todavía más la economía, en lugar de reactivarla. Y si el problema es que no hay dinero para ayudas, ¿por qué no se hace una ley de mecenazgo en España? No entiendo mucho del tema, pero cuando menos habría que explorar su viabilidad.

- ¿Cuénteme, por último, qué otros proyectos más o menos inmediatos tiene?

- Escribir es mi principal pasión, además de la música. Quiero acabar una novela y un libro de relatos que tengo empezados. Y, por supuesto, continuar ofreciendo a los seguidores de 'Sinfonía de la mañana' ese relato diario que muchos escuchan con gran interés, lo que me llena de orgullo. Son ya más de trescientos relatos (en el libro-disco hay un 10% de todo ese material) y, ciertamente, seguir adelante constituye un fascinante reto para mí. También tengo dos proyectos, una de tres años y otro de cinco meses, a los que tengo que sacar adelante pero, con tiempo. Son aún pequeños pero me gustaría que crecieran amando la cultura y disfrutando de ella.

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