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PSOE: Ni Patxi Díaz, ni Patxi Sánchez

lunes 16 de enero de 2017, 17:49h

Si por algo se recordará la undécima legislatura fue por su brevedad y también porque fue la primera vez que la presidencia del Congreso de los Diputados recaía en un miembro de un partido que no era el mayoritario como resultado de las elecciones generales. En este breve periodo de presidencia, Patxi López tuvo que asistir hasta por dos ocasiones al Palacio de la Zarzuela a despachar con Felipe VI para iniciar dos rondas de consultas y una tercera vez para proponer la disolución de la Cámara para dar paso a nuevas elecciones.

Patxi, el hombre de partido acostumbrado a las asambleas de la Casa del Pueblo, aquellas sedes históricas de los socialistas que volvieron a abrirse tras su legalización en 1976, quiso dirigir los debates de tal guisa como se celebraban en aquellos viejos locales, dando turnos de palabra por replicas y alusiones, y convirtiendo el hemiciclo en el campo de batalla dialectico con Rafael Hernando o Pablo Iglesias, por poner a dos de los más destacados protagonistas de aquel histriónico baile de debutantes. La sensación que dieron aquellos plenos era la verdadera esencia del espectáculo subyacente de lo que podíamos denominar la excitación política de una legislatura interruptus tan efímera, como vacía.

Pero centrémonos ahora en el hoy candidato a la secretaria general del PSOE, que ya conocía los pasillos del Congreso pues figuraba en la lista por Vizcaya en 1987 y ocupó un escaño tras la dimisión del histórico dirigente sindicalista Antón Saracibar, convirtiéndose entonces en el segundo diputado más joven del Congreso, tras José Luis Rodríguez Zapatero. Fue lehendakari después de años de mandato nacionalista en 2009, siendo el PSOE el segundo partido en votos y en escaños, por detrás del PNV, y tras llegar a un acuerdo de investidura con el Partido Popular, consolidando un acuerdo de partidos estatalistas, opuestos al desafío soberanista de Ibarretxe. Tuvo el gesto inédito de invitar por primera vez a familiares y víctimas del terrorismo, a su toma de posesión como lehendakari en Gernika, contando con ellos posteriormente para la elaboración del plan de Convivencia Democrática y Deslegitimación del Terrorismo. Tras las elecciones del 2012 donde los nacionalistas recuperaron la lehendakaritza, continuó al frente de los socialistas vascos hasta la primera debacle electoral tras los pésimos resultados de las elecciones europeas del 2014, cuando renunció como líder del PSE-PSOE.

Su papel actualmente como ex barón socialista, no ha pasado en ningún momento desapercibido, llegando incluso a ser una alternativa para encabezar la Comisión Gestora ahora presidida por Javier Fernández. Su pertenencia al Comité Federal del PSOE desde 1991 le permite haber podido presenciar muchos y varios cambios en la cúpula socialista, teniendo en todo este tiempo el respeto y consideración de aquellos con los que ha convivido en los órganos de dirección del partido. Ahora queda saber porque de tantas prisas por proclamarse candidato a la secretaria general, algo que se sabía a los pocos minutos de haberse anunciado la fecha de apertura de primarias, previas al próximo congreso socialista de junio.

Tras los convulsos días de finales de septiembre que culminaron con la catarsis del Comité Federal del pasado 1 de octubre en donde Pedro Sánchez tuvo que abandonar la secretaria general, la militancia socialista no deja de estar inquieta por el futuro del partido centenario, tanto en materia de liderazgo, como en lo relativo a la reformulación política tras haber permitido la investidura de Rajoy. Aquel hecho pasará a la historia socialista como uno de los hitos más significativos de la desideologización de un partido de izquierdas que contra natura, favorece un gobierno de derechas bien conocido tras casi cinco años de políticas de recortes sociales, de libertades y de corrupción.

Nos queda saber si con la presentación de la candidatura de Patxi López se busca un candidato de identidad propia, un hibrido o un candidato anti alguien. López no puede ser una tercera vía pues como ha dicho Pedro Sánchez, no hay espacio para tres candidatos, si bien éste no tenía el mismo criterio cuando se presentó en primarias acompañado de Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias, claro que en aquella ocasión sabia que tenia a todo el aparato del partido a su favor y daba igual que le pusieran dos o doscientos candidatos pues todo estaba bien atado a su favor.

Es evidente que el tiempo ha sido el peor aliado de Pedro Sánchez, en la misma proporción que su bisoñez política. Le aconsejaron maliciosamente con dejar el escaño para no tener que abstenerse, pero en el fondo era el comienzo de su difuminarían política, pues no se entiende tener al líder de un partido que presume de ser alternativa de gobierno, esperando en una cafetería próxima a la Carrera de San Jerónimo, en lugar de estar sentado en su escaño. En segundo lugar su campaña mochilera por varias agrupaciones socialistas ha sido precipitada y retórica, dejando al descubierto sus debilidades, y en último lugar, sus apariciones en Twitter parece que las ha escrito un susanista camuflado y ni Jordi Évole ha podido hacerle remontar con su entrevista de Salvados. A Pedro se le ha pasado su tiempo durante unos años al menos, pero mucho habrá que maquillar a Patxi para hacerlo ver como una solución sólida tras el fracaso de Sánchez y la desmedida ambición de la baronesa, tan achicharrada cual turista noruega un lunes de agosto a las tres de la tarde en Benidorm.

Paxti es un freno para ambos, no viene a hacer el juego a ninguno de ellos, sino a sellar con su candidatura aspiraciones de victoria de dos sectores enfrentados y difícilmente reconciliables. Que las bases quieren a Pedro Sánchez, no admite ninguna duda y mucho menos que el electorado socialista no olvida el ultraje cometido con su voto que acabó sirviendo para investir a quien jamás quisieron, uno de los lastres con el que tendrá que arranca el candidato, para ganarse la credibilidad tanto de la militancia, como de los electores pues si bien era contrario a permitir la investidura, luego se abstuvo en la votación, según él por acatar la decisión del Comité Federal, pero eso ante los socialistas ¡hay que ganárselo Patxi! También crea reticencias entre sus críticos aquello de haber llegado a un acuerdo de gobierno con el PP cuando fue lehendakari, pero hay que tener en cuenta la distancia sideral existente entre la España de 2009 con ETA matando y los nacionalistas tibios con los abertzales, a la vez que con aspiraciones secesionistas, y la España de 2017 donde el terrorismo etarra es historia y el PNV ha optado por unas tesis más racionales en materia de autogobierno.

Por mucho que se empeñen Eduardo Inda o Francisco Marhuenda, que como todo el mundo sabe, son fervientes socialistas de pro, la COPE, 13Tv, los dirigentes de Génova y el electorado del PP que desean a Susana al frente del partido, deja a las claras que si gusta a éstos no puede jamás ser la cabeza de cartel electoral del PSOE, partido cuya travesía del desierto comenzó hace unos meses guiados por un GPS de los chinos comprado en un bazar. Veremos donde aparecen...


JOSE JOAQUIN FLECHOSO

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