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Susana Martínez, economista: 'En una entrevista de trabajo tienes que compensar el ser gitana'
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Susana Martínez, economista: "En una entrevista de trabajo tienes que compensar el ser gitana"

lunes 06 de febrero de 2017, 13:00h
El pasado 12 de enero se cumplían 592 años de la llegada de los gitanos a España, y pese a estos seis siglos de convivencia, aún existen estereotipos, tópicos y prejuicios hacia la cultura romaní y sus tradiciones. Sin ir más lejos, en la definición de ‘gitano’ en la RAE figura el adjetivo ‘trapacero’, que se refiere a quien usa la mentira para engañar a otra persona. Visibilidad, aceptación, dignidad y representatividad son algunas de las claves de la conocida como ‘Revolución Gitana’, cuyo objetivo es derribar el techo de cristal que impide la igualdad y equidad. La ‘Revolución Gitana’ empezó hace años, pero ahora son los ‘nuevos productos gitanos’ los que están recogiendo el testigo de “una revolución iniciada por nuestros abuelos”. Susana Martínez Heredia es un ejemplo del ‘nuevo producto gitano’, que gracias al esfuerzo de sus padres, ha podido convertirse en la primera mujer gitana que estudia en la prestigiosa escuela de negocios, Esade (Barcelona).

Susana Martínez Heredia vive en el barrio de La Mina (San Adrià de Besós), que nació como solución a los barrios de barracas durante el franquismo. Las drogas y los enfrentamientos entre clanes han marcado la vida de este barrio, aunque para ella, “es un barrio muy familiar y cercano, aunque signifique otra cosa para quien no lo conoce. Hay problemas socioeconómicos como en cualquier otro, pero no es que el barrio sea conflictivo por la gente sino porque no se solucionan esos problemas. La Mina debe ser un espacio de intercambio entre la gente del barrio y la gente de fuera, y los problemas del barrio se solucionarían con Educación, pero hace falta una inversión a largo plazo, y cuando no tienes para vivir hoy, es difícil invertir a futuro”.

El pasado mes de septiembre, se inauguró en el barrio el Campus Diagonal-Besós, de la Universidad Politécnica de Cataluña, una decisión que Susana Martínez aplaude y espera que no pase lo mismo que con el Fórum Universal de las Culturas, que no se convirtió en espacio para los residentes de La Mina. “Aplaudo esta iniciativa porque la ubicación es perfecta para romper barreras, pero no puede quedarse solo en la apertura del campus sino que hay que trabajar para que sean espacios en los que pueda participar la gente del barrio. Nadie va a decirte que no entres en el campus si eres gitano, pero no sueñas con ir a un sitio que no está hecho para ti, por lo que hay que hacer ver que esos espacios están ahí para la gente”.

Orgullosa de su barrio y aún más de ser gitana, Susana no puede evitar recordar la triple discriminación que ha sufrido a lo largo de su vida. “Si hoy te explico mi vida, puede parecer fácil porque cuando has conseguido tus sueños todo parece fácil, pero si miro hacia atrás, recuerdo la triple discriminación que he sufrido por ser mujer, gitana y de La Mina”.

A sus 25 años, Susana estudia un máster de Asesoría y Gestión Tributaria en Esade, lo que le hace sentirse afortunada respecto a sus abuelos o sus padres. “Mis padres no fueron al colegio y mis abuelos tampoco, de hecho mi madre aprendió a leer con 20 años, pero han hecho un esfuerzo enorme para que mi hermano y yo podamos estudiar, y tenía que aprovechar ese esfuerzo”. Sus padres son barrenderos, aunque hasta hace poco, su madre ha trabajado en lo que podía, “limpiando casas o vendiendo en el mercadillo”. Su hermano, criminólogo de profesión, fue quien le abrió el camino de los estudios aunque recuerda los miedos de su padre ante el “desconocido mundo universitario”. “Mi familia se ha enfrentado a miedos porque para mis padres y mis abuelos, el mundo universitario es completamente desconocido, y el hecho de entrar en un entorno que no conocían, les generaba cierto miedo. Recuerdo que mi madre me acompañó el primer día de Universidad y pudo quitarse ese miedo, además siempre me han apoyado y confiado en mí .Lo hemos tenido difícil para pagar la carrera y yo siempre he tenido la presión de sacar las mejores notas para mantener la beca con la que podía estudiar, si mi media era inferior a 6,5, me quedaba sin ello”, cuenta.

Su interés por la Economía y el mundo de los negocios viene de su infancia, y es que tal y como recuerda, “desde pequeña, mis padres han tenido trabajos precarios y muy físicos, y para ellos, alguien que trabaja en una oficia, sin pasar frío, es un triunfador. Eso se me quedó grabado, y me ayudó a decidirme, aunque también influyó que yo quería conocer cómo funciona el sistema, responder a preguntas, y entender el mundo capitalista”.

La 'Revolución Gitana' y el 'nuevo producto gitano'

A pesar de su juventud, Susana ha compaginado hasta ahora, sus estudios con la coordinación del área económica de la Federación de Asociaciones Gitanas de Cataluña (FAGIC). Aunque la exigencia del Máster le impide seguir realizando esta labor, sigue colaborando. “La FAGIC es quien me ha dado voz, es la organización más representativa del mundo gitano en Cataluña y actúa como interlocutora entre los gitanos y la administración”.

El pasado mes de diciembre, Susana empezó a trabajar en la web ‘Gitana Economista, un proyecto en el que espera que participe “todo aquel que quiera expresar algo y hacer visibles a otras personas o hechos relevantes de la comunidad gitana y de la sociedad en general. Es una pequeña herramienta para participar en la sociedad y hacernos visibles”.

En esta web, Susana dedica dos apartados a la ‘Revolución Gitana’ y el ‘nuevo producto gitano’. “La ‘Revolución Gitana’ no es algo nuevo, es algo que empezaron nuestros abuelos y que ahora está tomando más fuerza. La teoría malthusiana de la población explicaba el lento crecimiento demográfico, según el cual, cuando la población crecía, crecía también la mortalidad, y ese techo malthusiano es como el techo gitano, que las asociaciones y nuestros abuelos han desplazado unos metros arriba, pero que sigue ahí, no se ha eliminado”.

“El techo gitano está en los medios de comunicación, en el diccionario que nos define como trapaceros’ y en política, porque políticamente estamos muertos. El techo malthusiano del que hablaba se derribó con la Revolución Industrial, ya que hoy día hay alimentos para todos, aunque nos encontremos con un problema de distribución. Los gitanos preparados queremos destruir ese maldito techo, y para ello es necesaria la revolución. Esta revolución debe consistir en la ocupación de espacios que son inaccesibles como la política, porque las políticas para gitanos están hechas por personas que no entienden nuestras necesidades y realidad, y a veces, prefieren que sigamos en esta situación”.

Cuando dice que los gitanos están políticamente muertos, se refiere, entre otras cosas, a “la falta de voluntad política”. “Hay cosas que son de voluntad política como cambiar una definición en el diccionario, pero no como no tenemos representantes políticos, eso no se cambia. Hace años decían que no estábamos formados, pero hoy somos muchos los gitanos que decimos basta porque queremos poder tomar decisiones y contribuir a la mejora, no sólo del pueblo gitano, sino de la sociedad en general”.

“Yo me considero igual que mi abuela, solo he tenido más oportunidades que ella, por eso hay una juventud que no defiende sólo al gitano que ha estudiado, sino que defiende la dignidad de quienes no han tenido lao opción de formarse y están mal vistos por la sociedad”.

Para luchar contra ese techo, ha surgido ese ‘nuevo producto gitano’, “fruto de la voluntad de nuestros mayores, y fruto de las políticas, porque hay que reconocer que en Cataluña ha habido un marco legal favorable”. “Si a este nuevo producto no se le da publicidad ni se le expone en el mercado con un buen plan de márketing, no sirve. Hay que colocar a esos gitanos formados en mercados estratégicos, porque el producto existe, pero necesita ser colocado en los espacios adecuados, y eso, en parte, es tarea de los medios de comunicación”.

"A veces para triunfar, tienes que hacerte invisible"

Para Susana Martínez la visibilidad es uno de los grandes retos que debe conseguir el pueblo gitano. “Yo, que me dedico al mundo económico y empresarial, cuando digo que soy gitana, sé que tengo una barrera con las empresas, pero aunque tenga que pagar ese precio, no he querido ser invisible. A veces para triunfar tienes que hacerte invisible para ganar puntos, a diferencia de otros colectivos que no pueden hacer invisibles con facilidad, los gitanos sí podemos, pero el hecho de ser invisibles no quiere decir que no existamos. Es cierto que, a veces, nosotros mismo nos hacemos invisibles, pero también nos hacen invisibles los medios”.

La Educación, la representación en la Administración Pública, y los mitos y tópicos que siguen vigentes sobre los gitanos, son otros retos de esta revolución. “El sistema educativo te excluye y te ignora, porque siempre se habla de absentismo pero ni siquiera se pregunta por qué se da. La Educación es el pilar fundamental porque todos tenemos cierto miedo a la desconocido, y si en los colegios se hablara del pueblo gitano y su historia, ese conocimiento haría disminuir el miedo. Recuerdo que lo que más me ha dolido han sido comentarios de los profesores, que cuando han hablado de los gitanos ha sido en sentido negativo, y escuchar eso cuando estás en un pupitre es duro. Esto me ha pasado en primaria y también en la Universidad, y me gustaría que los profesores tuvieran cuidado con el vocabulario y los ejemplos que a veces ponen, porque un profesor, como un medio, tiene influencia. He visto como esa desconfianza hacia los gitanos ha caído sobre mí porque pensaban que no seguiría estudiando sino que me casaría pronto y dejaría los estudios”.

“La Administración Pública también tendría que reflejar la diversidad social, pero si nos dicen que no estamos en la Administración porque ya estamos en el sector privado, al final no hay igualdad real, aunque el marco legal lo sea. Cuando vas a una entrevista de trabajo tienes que compensar el ser gitana. Si te sientes orgullosa de tu comunidad, es un problema en muchas ocasiones porque la sociedad quiere que seas diferente, y eso cierra puertas”.

"El rol de la mujer gitana ha cambiado"

Como mujer gitana, Susana considera que tiene un doble reto por delante. “Muchas veces, se tiende a pensar de forma errónea que la mujer gitana tiene objetivos diferentes al resto de mujeres, porque creen que nuestro principal reto es conseguir la igualdad en nuestra comunidad, mientras creen que el resto de mujeres ya lo han conseguido. El principal reto es cambiar esa idea errónea porque nuestra comunidad ya nos reconoce y nos anima a conseguir nuestras metas, pero nos encontramos con personas que creen que la lucha de la mujer gitana no es válida para defender los derechos de cualquier mujer”.

Susana Martínez asegura que el rol de la mujer gitana ya ha cambiado. “Mi abuela era una luchadora feminista, aunque la sociedad no lo viera así. Ella no cambió su realidad diaria pero ha conseguido cambiar la de sus nietos. El papel de la mujer gitana ha cambiado, aunque no tiene que ser igual que el resto de mujeres, porque en algunas cosas sí, pero hay casos como la conciliación en los que podemos ser diferentes. Yo no creo que la mujer haya avanzado porque tiene acceso al mercado laboral, ya que no existe la conciliación. A lo mejor mañana la gente se echa las manos a la cabeza si yo decido quedarme en casa con mis hijos, aunque esto es una cuestión de preferencias. Cuando una mujer tiene que decidir entre su carrera y su familia, no decide una u otra por ser gitana, sino por sus preferencias. El problema es que muchos creen que cuando una gitana se queda en casa, lo hace por sometimiento u obligación, pero si lo hace otra mujer, se suele decir eso de, mira que bien mantenida la tiene su marido. Sí, he tenido más oportunidades que mi abuela, pero no todo el mundo quiere hacer lo que yo, es cuestión de preferencias”.

Quizás esos tópicos y estereotipos siguen vigentes gracias, en parte, a programas de televisión sobre la vida y costumbres de los gitanos. “Cada casa y cada familia es un mundo y no se puede generalizar. Igual que el programa sobre Alaska y Mario no creo que sea un reflejo de toda la sociedad, los programas sobre gitanos no quieren decir que todos vivamos igual. Si tomamos como cierto lo que sale en televisión corremos un gran riesgo, porque esos programas se acercan a la realidad de una familia, yo tengo otra realidad, y tampoco es el caso del resto. Los gitanos, como cualquiera, somos heterogéneos”.

“La cultura gitana, si quieren conocerla, tienen que conocer a las personas y no quedarse con lo que dice la televisión. Nosotros queremos luchar para mejorar la sociedad en general, y estamos dispuestos a que nos conozcan y a conocer otros espacios, aunque a veces, nos cueste. Esas ideas de que vendemos ropa y pagamos en negro son fruto del desconocimiento. Los estereotipos no se basan en la realidad, aunque todos tenemos estereotipos, pero debemos luchar contra ellos”.

En cuanto a sus aspiraciones, Susana Martínez cuenta que no tiene claro “dónde acabará sentada”, pero sí, sabe que no quiere ser invisible. “Mis aspiraciones no pasan tanto por acabar en un despacho sino por trabajar para la sociedad; me gustaría contribuir a la sociedad, y creo que la forma de hacerlo no es desde el sector privado, sino desde la Administración y las organizaciones no gubernamentales, y asociaciones como FAGIC”.

Respecto a la presencia de gitanos en la clase política, Susana recuerda como el ex diputado Juan de Dios Ramírez Heredia, abrió una puerta que no debería haberse cerrado, aunque ella se descarta como ‘sucesora’. “Tener un líder político gitano es un deseo que esperamos, y que será parte de la revolución porque necesitamos representantes políticos gitanos. Yo a día de hoy no tengo color político, mi único color es defender lo que he vivido y defender a mi pueblo, esto es lo que me llena”.

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