'Logan': Marvel busca la oscuridad y se queda a medias

La película se sitúa en 2029, hace tiempo que no nace un nuevo mutante y los que quedan son pocos y están avejentados. Logan sobrevive como conductor de una limusina, mientras cuida de un profesor Charles Xavier que tiene una peligrosa enfermedad cerebral y está a un paso de la demencia. La primera parte de la película tiene buena pinta, estamos en el futuro pero no parece muy distinto al presente, eso sí, es como si Trump se hubiera conseguido crionizar y perpetuar en el poder, construyendo su famoso muro y convirtiendo a EEUU en el menos fiable de los países de América del Norte. Jackman está en su salsa y tendrá que volver a la acción cuando aparezca una nueva mutante con garras retráctiles como él. La relación entre ambos será la más importante de la película, una especie de 'road movie' con algunos puntos en común con 'Un mundo perfecto' de Clint Eastwood, claro que Mangold no es el director de 'Sin perdón' y 'Logan' no tiene tanta fuerza. Los constantes guiños a 'Raíces profundas' son demasiado evidentes y, a veces, forzados pero, sobre todo porque 'Logan' no tiene un Jack Palance ni nada que se le parezca.

Boyd Holbrook, como el cyborg Donald Pierce, y Richard E. Grant, como el Doctor Zander, no son villanos del mismo nivel de los héroes, aunque estos tengan achaques, así que la gran amenaza es un clon de Lobezno en joven. Al final, uno de los errores más comunes en este tipo de cine, en un mundo en el que existen armas nucleares al final todo se tiene que resolver a base de golpes, en una lucha cuerpo a cuerpo. En una película que se toma tan en serio a sí misma, es un final anticlimático, aunque es consecuente. 'Logan' no es una mala película pero tampoco es la gran obra que cree ser.