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Sabiduría femenina

miércoles 22 de marzo de 2017, 13:46h

El otro día comencé una charla hablando de cómo el arte femenino siempre ha estado relegado a un segundo plano y de cómo antiguamente hasta las artes asociadas a la mujer se llaman abiertamente “artes secundarias”. Pero la reflexión va mucho más allá. En la vida como en el arte se nos lleva ninguneando desde los comienzos de las sociedades patriarcales, despreciando cualquier fuente de conocimiento o sabiduría femenina. Encajándonos en eso que la Ciencia llama peyorativamente “pensamiento mágico” y siempre en aras a instrumentalizar cualquier tipo de empoderamiento femenino.

Es decir, si se da poder a una mujer, que sea siempre adscrito a los términos que los hombres llevan marcando a nivel económico y social. No es la primera vez que cuento cómo las mujeres en puestos de gran responsabilidad resultan estar masculinizadas tremendamente. Patrones que han tenido que aprender a leches para encarar estilos muy agresivos de comportamiento. En realidad, siempre viene muy bien conocer los extremos y poder llegar a practicarlos en caso de emergencia. Pero la mujer debe volver a conectar con esa sabiduría femenina que la une a la tierra y a sus ciclos vitales. Esa que le hace tan intuitiva y eterna a través de la creatividad y la maternidad.

Los mecanismos de adoctrinamiento y control social para las mujeres siguen siendo feroces a día de hoy. Seguimos navegando en un mundo de hombres creado por y para ellos. Pero… ¡Ojo! Últimamente percibo que estamos empezando a construir nuestros propios arquetipos femeninos y empezando a nutrir de alguna manera a las nuevas sociedades. Muchas mujeres valientes empezaron a fertilizar este cambio social en dos direcciones sabias: aprendieron según los parámetros masculinos sin olvidar los suyos propios.Y luego, generosamente lo compartieron con otras mujeres. Qué gran aprendizaje. La vida nos va haciendo sabias en ambas direcciones. Y espero que en algún momento nos permita rescatar del olvido a estas grandes pioneras, visibilizarlas y completar de alguna manera nuestra propia revolución.

Si somos capaces de visibilizar y concienciar acerca de la “brecha de género” que existe en casi todas las profesiones, tratamos de rescatar del olvido a esas grandes mujeres adelantadas a su tiempo y contribuímos activamente a perpetuar nuestro gran poder y sabiduría femenina, lograremos cambiar patrones. De este modo ofreceremos una mayor diversidad de roles que ayude a las nuevas generaciones a progresar más y mejor.

Sin olvidar algo importante en cualquier proceso regenerativo: Que el progreso da miedo. Cuestionar el sistema también. Y qué decir, sobre lo que acojona el “poder femenino”… Quizá cuando avancemos mucho en esa dirección vuelvan las cazas de brujas. La vida se repite tanto…

…¡Y nada! ¡Ni si quiera con esas aprendemos!

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