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No hay por qué alarmar

lunes 27 de marzo de 2017, 10:37h

Echar la vista atrás para ver lo que está ocurriendo en los mercados financieros estos últimos días, no encaja demasiado bien con lo que se lee en los últimos informes de pronóstico, ya sea de los departamentos de análisis de los bancos y más aún de las instituciones multilaterales, siempre con más retraso en sus análisis. Mientras que los informes dejan la sensación de que las cosas van razonablemente bien, pronosticando para la economía mundial un 2017 mejor que el año anterior, en los mercados financieros, más atentos a disparar sobre todo aquello que se mueve, es más el dinero que sale de la mesa, que el dinero nuevo. El norteamericano índice Russell 2000 que refleja la evolución de cotizaciones de las compañías de pequeña y mediana capitalización menos expuestas a los vaivenes de la economía internacional y más dependientes del mercado doméstico, ha perdido un 4,3% desde que empezó el mes de marzo, mientras que el más amplio S&P 500 además de encadenar cinco días de descenso en las últimas seis sesiones, pierde un 2,3% desde sus máximos del 1 de marzo. Lo demás va en consonancia. Los inversores protagonizan la mayor retirada semanal de fondos que invierten en bolsa norteamericana desde la semana siguiente al referéndum británico, dirigiendo su dinero hacia sectores más defensivos, al tiempo que las emisiones de bonos corporativos entran en periodo de espera, pretendiendo los emisores aguardar mejores momentos para no pagar el plus que exige la mayor volatilidad actual.

El jueves se cerró probablemente la “barra libre” de liquidez a largo plazo del BCE. La escasa variación del saldo de crédito (2010-2017) a empresas y familias no justifica su continuidad.

No tiene por objeto este relato alarmar, porque el modo en el que están los inversores es más el de quien espera a comprar barato después de haberse llevado a la boca lo ganado tras las elecciones en EE.UU., que el de quien reacciona con miedo a lo que vendrá. Al margen de China, que ya asustó considerablemente hace un año y cuya principal debilidad radica en una posible explosión de la burbuja de crédito, -en particular del concedido por bancos públicos a empresas públicas-, el año transcurre con la atención centrada en analizar las consecuencias del Brexit, en los avatares de la política doméstica norteamericana para concluir acerca del poder real del Presidente de cumplir lo prometido –más aún tras el fiasco de la reforma del Obamacare- y distraídos con la política europea, ahora centrada en celebrar el 60 aniversario del Tratado de Roma. Por el camino, los bancos van anunciado a cuentagotas el ajuste de sus pronósticos sobre el euro/dólar para advertir que ya no ven que el par entre ambas divisas alcance la relación 1:1. El último ha sido Barclays, que se suma a los anuncios de Deutsche Bank y Citigroup de los últimos días. Pero tampoco eso implica necesariamente que sea una renuncia definitiva, como de hecho alguno de ellos refiere en su nota. Las revisiones de pronósticos son constantes y alguno de los grandes bancos de inversión ha hecho de estas revisiones un verdadero arte con vocación de inducir a pensar al lector que es quien con más acierto pronostica. Con mucho menos pudor, alguna de las fintech que negocian con divisa, directamente refieren a quien quiera comprarles la mercancía, que su ratio de acierto en el pronóstico es sustancialmente mayor que el del resto del mundo.

En fin… Un apunte para terminar. Cuando gran parte de los pronósticos de divisas tienen la referencia más importante en lo que hará o dejará de hacer la Reserva Federal, tenemos el convencimiento creciente de que el BCE no esperará a subir los tipos de interés a que finalice su programa de compras de bonos (QE). Además de las evidentes, eso tiene importantes implicaciones. La fundamental es la de reforzar el sistema financiero, pero servirá también para mantener plana la curva de tipos durante más tiempo y de paso, ayudará al euro.

José Manuel Pazos

Analista y consultor

Consejero Delegado del Grupo Omega Financial Partners. Es economista, MBA por la IE Bussiness School y en Estrategia Internacional por la London Business School. Formado en el Chicago Mercantil Exchange, es experto en Options Risk Management por O´Connell & Piper de Chicago. Conferenciante y profesor de derivados financieros y divisas en diversos programas Master. Además, dirige los Comités de Riesgo de compañías de múltiples sectores de actividad, siendo miembro de varios Consejos de Administración. Ha sido contertulio habitual de emisoras de radio, miembro del equipo editorial de diversos diarios

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