En un documento de una páginadivulgado por la Casa Blanca, Trump presentaba ayer sus propuestas impositivas: reducir el tipo impositivo sobre las ganancias de las empresas a un 15% desde un 35%, al tiempo que afirmaba querer reducir también el número de tramos impositivos a tres desde siete, que se situarían en el 10%, el 25% y el 35%, duplicar la deducción estándar que los estadounidenses pueden solicitar en sus declaraciones de impuestos y eliminar el gravamen sobre el patrimonio y el denominado tributo mínimo alternativo. En rueda de prensa, el secretario del Tesoro y el director del Consejo Económico Nacional de EEUU presentaban las líneas maestras de la reforma fiscal que pretende impulsar el crecimiento de la economía norteamericana hasta el 3%. La gran incógnita es saber cómo se aumentará la recaudación para evitar que el déficit se dispare. El secretario del Tesoro ha insistido en los últimos días en que el plan de reforma fiscal “se pagará por sí mismo a través del crecimiento económico que generará”. Por el momento son “principios básicos” que no entran en detalle. La anunciada reforma deberá ser aprobada por el Congreso, ya que bajo la ley estadounidense sólo el Congreso puede realizar cambios tributarios importantes. Fuera del plan, al menos de momento, quedaría un impuesto a las importaciones, una medida que Trump repitió una y otra vez durante la campaña y que proponía aranceles de hasta el 35% a los productos chinos y mexicanos que entraran en Estados Unidos.