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Soto del Real, luxury resort

martes 02 de mayo de 2017, 14:39h

Que la cárcel de Soto del Real, nombre de urba de lujo, se haya convertido en el club social de los peores sinvergüenzas de nuestro país, me escandaliza.

Todos sabemos a qué se va a la cárcel si eres pobre, robaperas o quinqui; pero desconocemos por completo qué encuentran ahí los grandes de EsPPaña, ladrones amparados por el poder y ayudados por ministros, Eso te lo afina la fiscalía, Pedro Antonio dónde estás, Luis sé fuerte, A ver si acabamos con los líos, Nacho.

Ante la falta de datos -hasta ahora los banqueros, los políticos, los corruPPtos y los directivos de fútbol no iban a la cárcel- se impone aplicar una hipótesis de trabajo: se comportarán exactamente igual que los presos de “otras disciplinas delictivas”: harán un máster en las distintas modalidades del white Collar Crime y saldrán mejor preparados.

Así, donde un ladrón con escalo aprende a usar la lanza térmica o el butrón, los peperos en conciliábulo se enseñarán unos a otros como escaquear impuestos vía SWAPs, cuál es el mejor manejo de una SICAV, a quién hay que llamar para colocar unos dineritos en Bahamas, cuál es el mejor abogado para organizar Matrioskas empresariales, que director de perHiódico se deja querer o, simplemente, se venderá el contacto con capitostes que “nunca fallan, diles que vas de mi parte”.

Las partidas de Texas Holdem entre PPatibularios tienen lugar en el patio de la cárcel y en la biblioteca, regentada por Mario Conde, tan turbio como el Berengario de El Nombre de la Rosa. Allí, escondidos entre lo que parecería la lectura de algún clásico de Mario Puzo, intercambian cromos de 500 euros por apuesta y el olin (all in) no suele bajar de los 30.000€ del ala.

Si con los etarras fue necesaria la dispersión de presos por las cárceles de la geografía para evitar que se atrincherarán, se hicieran fuertes ideológicamente y se concertaran para nuevos atentados, estos miembros de la PPiara deben ser separados con más dureza, más prontitud y más razón porque, al fin, son terroristas sin bombas que han causado mucho daño patrimonial y personal.

Vamos, que mientras los secuaces con escaño o incluso trono se lo llevaban crudo, su jefe, el míster Equis de estos tiempos, se dedicaba a recortar derechos, prestaciones, ayudas, subvenciones e inversiones de calidad como son las de I+D+i. En el camino y directamente relacionadas con sus decisiones legales pero no honorables, han muerto 6.000 personas (2013-2014) por Hepatitis C ya que ni la pésimamente mal preparada hasta para cambiar un pañal Ana Mato ni su sucesor Alfonso Alonso, cuyo poderío ya demostró siendo alcalde de Vitoria recalificando para amiguetes y familiares, accedieron a comprar (¡o renegociar!) las dosis de SOVALDI que habrían evitado este genocidio invisible y que tampoco se publicó en el Marca.

Añadamos los muertos por la eliminación de controles de seguridad y mantenimiento en trenes -ahí están Angrois y el metro de Valencia-; los crímenes con resultado de muerte cometidos porque Rajoy y su gobierno redujeron los presupuestos para policía mientras aumentaban ostensiblemente los gastos militares dirigidos, comandados y contratados por ese genio de la venta armamentística que es Pedro Morenés.

Y los ancianos muertos porque su pensión no les daba para pagar las medicinas que hasta que llegó Cosa Nostra a Moncloa estaban libres de pago para ellos; o los muertos porque se quedaron sin asistencia social al discapacitado; o los muertos por suicidio -en la primera legislatura de Rajoy incrementó el número de suicidios diario hasta superar el de muertos en carretera y batir todos los récords de suicidios en nuestra historia- ante la falta de oportunidades no ya para vivir, simplemente para comer.

Ahora, los ladrones que se llevaron en metálico todas esas muertes subvencionadas por el silencio cómplice, autista y frívolo de Mariano Rajoy, se juntan en su resort all included para planear nuevos delitos, nuevos robos, nuevos contactos, nuevas estafas, nuevos engaños y no devolver ni un céntimo de lo robado.

Está mal que Rajoy no haga nada salvo irse a Ipanema y Punta del Este a menear su panza en digestiones imposibles, pero alguien debería tomar la decisión de desperdigar a todos esos facinerosos por las cárceles de España.

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