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'Los esclavos de mis esclavos': la actualidad micro y macro del conflicto afgano sobre el escenario

'Los esclavos de mis esclavos': la actualidad micro y macro del conflicto afgano sobre el escenario

jueves 18 de mayo de 2017, 20:50h

¿Quién ha dicho que lo serio nunca puede ser interesante y divertido a la vez? ¡Craso error! No hay más que acudir a ver ‘Los esclavos de mis esclavos’ para comprobar la magnitud de la falacia. Partiendo de un texto de Julio Salvatierra, el montaje que dirige Álvaro Lavín, y que puede verse estos días en la Sala Negra de los madrileños Teatros del Canal, mantiene al espectador pegado a la butaca en los más de 90 minutos de duración, sumido en una aventura intelectual, teatral y vital del más hondo calado, y sin que el menor atisbo de aburrimiento o desentendimiento de lo que sucede en escena se atreva a emerger un solo segundo en su conciencia.

Y, por si fuera poco, el periplo traslada al público al mismo centro de un conflicto desgraciadamente presente, desde hace décadas, en los informativos diarios de todo el mundo, el de Afganistán. En ‘Los esclavos de mis esclavos’, varios cooperantes permanecen secuestrados en una cueva, en plenas montañas de Afganistán, junto con uno de sus captores… Mejor dicho, una de sus carceleras, porque el contacto habitual de los tres occidentales detenidos es Amina (Inés Sánchez), mujer talibán convencida de que lo que hace es lo justo, lo legítimo, la única salida posible para una mujer que quiere ayudar a su pueblo. A través de las relaciones que se establecen entre los cuatro personajes se trasluce la verdadera y asimétrica relación de fuerzas que el mundo occidental ha establecido con ese país asiático, después de dejar que durante varios años fueran las fuerzas militares soviéticas las que, con evidente fracaso, intentasen ordenar la vida pública afgana.

Los anhelos, las contradicciones, los fracasos y los ideales de Rober, Ismail (Álvaro Lavín y Fran Cantos) y Anik (Elvira Cuadrupani), en el día a día de su secuestro aparecen aquí envueltos en la desesperación propia de quienes se han visto abocados a soportar una situación límite como esa, pero también del humor, la locura, la complicidad, la meditación y la calma necesarias para los tres, como única fórmula de supervivencia. Pero, al mismo tiempo, emergen también preguntas de difícil respuesta para todos ellos, y probablemente también para cuantos espectadores asisten embelesados y tensos a sus peripecias vitales: ¿Qué se le ha perdido allí a tres occidentales, a miles de kilómetros de sus casas, para intentar ayudar a resolver un conflicto ajeno y tan enrevesado, y además como cooperantes, no como militares?, ¿es esa la mejor forma de que se acabe de una vez una guerra de intereses tan oscuros para a Occidente como de poder religioso entre las distintas facciones locales?, ¿es esa, para los occidentales, la mejor forma de huir de sí mismos, o de encontrarse, en una montaña hostil a la que nadie iría a pasar siquiera unos días, incluso por dinero?

Curiosamente, hace solo unas semanas pudimos ver otro montaje (La casa de la paz) con este mismo paisaje de fondo escrito por el autor alemán Lothar Kittstein, que también siembra dudas profundas e inquietantes en la conciencia occidental. ¡Lástima que ahora obras como estas no permanezcan más que unos días sobre el escenario! Acudir a ambas de forma consecutiva sería un ejercicio muy interesante para debatir el qué, el cómo y el por qué de la presencia occidental en tierras afganas, y de los logros y fracasos de la iniciativa.

Entre tanto, aún estás a tiempo de acudir a ver este hermoso y profundo montaje, ‘Los esclavos de mis esclavos’, para disfrutar de un trabajo impecable de dirección de Álvaro Lavín, levantado a partir de un texto estupendamente escrito de Salvatierra (que aquí también es responsable del vídeo y la dirección técnica), con una gran fuerza interpretativa de Elvira Cuadrupani, Inés Sánchez, Álvaro Lavín y Fran Cantos, en una escenografía minimalista pero más que suficiente (unas rejas proyectadas sobre el suelo, y las cadenas que retienen a los tres secuestrados), obra de la propia compañía. Asimismo, el espacio sonoro de Alberto Granados, la luz de Luis Perdiguero, y el vestuario y atrezzo de Guadalupe Valero, conforman un todo artístico que no deja resquicio al espectador para pensar que pueda estar en otro sitio distinto al planteado por texto y montaje: una ignota y bien guardada cueva afgana que reúne en sí misma todo el horror y el olvido de una guerra incómoda. Un montaje más que interesante.

Los esclavos de mis esclavos’

Texto: Julio Salvatierra

Dirección: Álvaro Lavín

Intérpretes: Elvira Cuadrupani, Inés Sánchez, Álvaro Lavín y Fran Cantos

Fotografía: Diego Conesa

Diseño gráfico: Marianna Obregón

Realización técnica: Ignacio de los Ríos

Producción: Meridional Producciones

Teatros del Canal, Madrid

Hasta el 20 de mayo 2017

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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