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'Sueño', la trágica y amarga sonrisa de la muerte

'Sueño', la trágica y amarga sonrisa de la muerte

miércoles 24 de mayo de 2017, 10:08h

Hace unos días dijo Andrés Lima en la presentación del Proyecto Comedia del Teatro de la Ciudad, Premio Max 2016 a la Mejor Producción Privada de Artes Escénicas, en su regreso a las tablas del Teatro de La Abadía (recuérdese que la componen el propio Lima y Alfredo Sanzol, ya que Miguel del Arco no participa en esta edición), que la tragedia deriva en comedia simplemente con el paso del tiempo y puede que no le falte razón al dramaturgo madrileño porque personajes como el mismo Shakespeare o, ya más cerca de nuestros días, Groucho Marx o el propio Woody Allen vienen a decir algo parecido en muchos momentos de sus obras.

En ‘Sueño’, Lima ha querido materializar esa máxima a través del bosque del Sueño de una noche de verano, recurriendo a “eros” y “thánatos” multipresentes en esta comedia y conectándolos al hecho de la proximidad de la muerte de un hombre (parece que se inspira en la de su propio padre), sin que por ello se apague un instante su inmenso deseo de vivir. Aún con la “parca” rondando en torno a la cama donde yace el anciano, este se aferra con fuerza a sus recuerdos, que mezcla con sus alucinaciones y con su imaginación. Un estado perfecto para confundir realidad y ensoñación, lucidez y locura, voluntad y delirio.

Encabezan la tragicomedia los actores Nathalie Poza (El Hijo) y Chema Adeva (El Padre), ambos sobresalientes en sus papeles respectivos, junto a Laura Galán (estupenda Loca), Ainhoa Santamaría y María Vázquez, que apuntalan también con sus soberbias interpretaciones los personajes shakespearianos que defienden. Y es que, tanto Sanzol en La ternura, como ahora Lima, parten de la obra del bardo inmortal para profundizar, aunque por caminos muy diferentes en cada caso, en los resortes que, a pesar de los siglos trascurridos, siguen siendo los cimientos sobre los que se asienta la comedia de ayer, de hoy y de siempre.

Si en el caso de Sanzol y La ternura el punto de partida es el amor, aquí en ‘Sueño’ es el dolor, el terrible trance que se le presenta a todo ser humano cuando se acerca el fin de sus días, la muerte.

En una sencilla escenografía -de Beatriz San Juan, que también se ocupa del vestuario-, compuesta por cuatro paneles blancos, dos de ellos con un árbol pintado, unas cuantas sillas de hierro blancas, propias de una terraza, y un camastro con ruedas que aparece y desaparece llevado por alguna de las actrices, según convenga a la escena, se dibujan sobre el escenario una residencia de ancianos, donde un hombre ya muy enfermo se aferra a sus recuerdos, y luego los distintos espacios en donde se ven materializados. A ellos, el espectador llega a través de la visión del Hijo, Nathalie Poza, que al mismo tiempo hace de cronista de las andanzas de su padre. Andanzas que lo llevan desde Talavera de la Reina hasta Gijón, o de Santander al otro extremo del país, para retratarlo junto a una prostituta con un hijo adolescente, quien acaba uniéndose en interesada coyunda, o en discotecas febriles de sexo y alcohol, hasta desembocar en una alocada orgía, no se sabe muy bien si producto del deseo o de la memoria real.

En todas las escenas son vitales la luz (estroboscópica cuando el anciano se piensa rodeado de beldades discotequeras, o naranja en esas etéreas evocaciones publicitarias, o rojas en el caso de las escenas orgiásticas subiditas de tono…), que es de Valentín Álvarez; la música de Jaume Manresa y el sonido de Enrique Mingo.

‘Sueño’

Texto y dirección: Andrés Lima.

Intérpretes: Chema Adeva, Nathalie Poza, Laura Galán, Ainhoa Santamaría y María Vázquez

Ayudante de dirección: Laura Ortega

Produce: Teatro de la Ciudad

Teatro de la Abadía, Madrid

Hasta el 18 de junio de 2017

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