www.diariocritico.com

Moción de censura versus moción de confianza

viernes 09 de junio de 2017, 09:51h

Como decía el presidente del Gobierno Mariano Rajoy, eso de debatir una moción de censura un martes y trece, es una demostración del buen humor de la presidenta del Congreso Ana Pastor, pues no es día para las supersticiones, ni mucho menos para las sorpresas. La fecha tiene guasa, pero la iniciativa de Podemos, también. Cierto es que la corrupción cerca al Partido Popular por todas partes y no llegamos a entender como esta lacra no hace perder su masa electoral de forma notable, pues, si bien la intención de voto arroja una merma a raíz de los últimos casos que se han llevado por delante, ni más ni menos que a un ex presidente de la Comunidad de Madrid, esto le ha hecho perder tan solo medio punto (31,2%) y sigue siendo la fuerza más votada. Los de Génova tiene la rara habilidad de salir de las denuncias de corrupción, diciendo que son cosas de los encausados, que curiosamente ya se han dado de baja del partido. Nadie como el PP, para digerir la corrupción y no morir en el intento.

Pues bien, centrémonos en el próximo acontecimiento de la tercera moción de censura constructiva de la nueva democracia posfranquista. Se la denomina constructiva, porque además de tener la intención de desalojar al jefe del ejecutivo contra quien va dirigida, debe de presentarse un candidato a ocupar el sillón de la presidencia del Consejo de Ministros. Esta tercera censura, al igual que las dos anteriores, es una simple mueca de un político de la oposición, que generalmente lo hace con el fin de aumentar su visibilidad ante los ciudadanos. La primera presentada por un emergente Felipe González contra Adolfo Suarez en 1980, recibió 152 síes (PSOE, PCE, PSA, UPC, EE, ERC) 166 noes de UCD que era el partido del gobierno, 17 abstenciones (AP, PAR y dos exUCD) y 15 ausencias (PNV, HB y Minoría Catalana). Tómese nota para aquellos que no lo recuerden, no quieran acordarse, o no lo hayan vivido o leído, que en esa votación el PSOE contó con el apoyo de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y con Euskadiko Ezkerra (EE) por aquel entonces partido procedente del brazo político de ETA político-militar. Digo esto, porque Felipe González, Alfonso Guerra, Rubalcaba y el susanismo militante, se han demonizado a Pedro Sánchez cuando éste hablaba de mayorías alternativas entre las cuales contaba con la misma ERC y no digamos lo que hubieran dicho si el apoyo viniese de una posible alianza con un caso similar al de EE...

Aquella moción de censura no tenía ninguna posibilidad de prosperar, pero supuso el lanzamiento al estrellato del joven secretario general del PSOE. Curiosamente, también Suarez salió reforzado, pues por primera vez se vio al entonces presidente, intervenir sin papeles improvisando el discurso, enfrentándose en un lucidísimo cara a cara con Felipe González.

La segunda moción de censura fue un esperpento parlamentario protagonizado por un recién encumbrado a las alturas de la presidencia de los populares. El motivo de dicha moción fue precisamente el de dar a conocer al nuevo dirigente de Alianza Popular (AP) Antonio Hernández Mancha, que no tenía escaño y que con esta maniobra, pudo acudir temporalmente al Congreso de los Diputados. El resultado de la votación no pudo ser más desigual: a favor 67 (AP y Unión Valenciana) en contra 195 (PSOE, Izquierda Unida, PNV, EE) y 70 abstenciones (CDS, CIU, PDP, PL, PAR, AIC y CG) pero lo peor de todo fueron las intervenciones de susodicho líder popular, que en un tono encendido, fuera de sí en muchos casos y con pobres argumentos y peor discurso, en ningún momento puso en evidencia a González. Aquello al contrario de la jugada estratégica de Felipe contra Suarez que puso en el top ten al socialista, sirvió para cerrar el efímero paso por la política del simulacro de líder conservador. Como algunos dirigentes de AP dijeron años después, las intervenciones de Hernández Mancha, provocaban vergüenza ajena. La entronización de Aznar como líder de los populares bendecidos por el mismísimo Manuel Fraga, sería un hecho poco después. Sirva este recuento de votos favorables para ilustrar a aquellos que ahora se escandalizan por los escasos apoyos que tendrá Podemos en la presente moción de censura, pues de entrada contando con su grupo parlamentario, ya suman 71 votos, cuatro más de aquellos 67 de AP con Hernández Mancha. Nada como repasar la historia para quedar en evidencia.

Pero también en este periodo de tiempo, se ha utilizado otro mecanismo menos recordado, pero igual de eficaz cuando un líder quiere reforzar su posición. Me refiero a la moción de confianza que solo se ha planteado en dos ocasiones desde la aprobación de la Constitución de 1978. La primera de ellas fue presentada por el entonces presidente del Gobierno Adolfo Suárez el 16 de septiembre de 1980 para poner en marcha un programa de austeridad económica y desarrollar el Estado de las autonomías. Suárez consiguió la confianza del Congreso, donde su partido, la UCD, no tenía la mayoría absoluta, pero sumó a sus votos los de los votos de Minoría Catalana, Partido Andalucista y un diputado del Grupo Mixto. En contra votaron el PSOE, PCE, Coalición Democrática, PNV y siete diputados del Grupo Mixto, venciendo Adolfo Suarez por 168 votos a favor, 164 en contra, dos abstenciones y cuatro ausencias.

La segunda cuestión de confianza la planteó el entonces presidente socialista Felipe González el 5 de abril de 1990 para pedir una especial política de diálogo que permitiera llevar a cabo una economía competitiva en el marco de la Europa sin fronteras, impulsar la política exterior y progresar en el capítulo de las autonomías, curiosamente aceptando el reparto territorial al que había sido contrario en la primera cuestión de confianza anteriormente mencionada. González obtuvo el apoyo de la Cámara por 176 votos favorables incluido el de la Agrupación Independiente de Canarias, 130 en contra (PP, IU y grupos regionalistas) 37 abstenciones y tres ausencias, además de los cuatro diputados de HB que nunca asistían.

Como puede comprobarse, estos mecanismos hasta la fecha, no han deparado sorpresas, ni se las espera para el próximo martes. Pablo Iglesias ha seguido adelante con su iniciativa, cargado de muchos argumentos de peso, sobre todo por la gravedad de la situación de la corruPPción incesante y por los escándalos de la Fiscalía Anticorrupción, pero al líder de la formación de los círculos, le ha vuelto a faltar paciencia y le ha sobrado protagonismo. Su primer error del cual vemos que no ha escarmentado, es querer hacer la agenda del PSOE. El segundo es anunciar la presentación de la moción sin haber pactado previamente y con discreción, los posibles apoyos a dicha iniciativa. El tercer error estratégico es creer que tras las primarias del PSOE, el líder de Podemos considerase que esta moción lo iba a encumbrar como líder absoluto de la oposición de izquierdas en el Parlamento, tal vez porque Pablo solo contaba con la victoria de Susana Díaz y el triunfo de Pedro Sánchez, desbarata sus planes. Ya lo dije en un anterior artículo, que la victoria de Sánchez era una mala noticia para Podemos, pero el ego del profesor universitario de la coleta, es tan grande como el propio recinto de Vistalegre donde fue coronado líder.

Nada nuevo se espera, salvo una puesta en escena interesante. Hasta ahora Rajoy ha sabido sacar buen partido de sus enfrentamientos dialecticos con Iglesias y este ha demostrado que sigue diciendo en la Carrera de San Jerónimo, lo mismo que decía en Lavapiés, aunque corre el peligro de sufrir un desgaste innecesario.

Me decía mi primo, el que todo lo sabe, que ha hecho una porra con sus amigos cuyo premio al ganador son unas cañas y unas raciones de calamares, gambas y jamón incluido, sobre el número de veces que Rajoy y Rafael dicen Venezuela en el debate. ¡Se admiten apuestas!

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios