www.diariocritico.com
Corrida de la Cultura: otro faenón de Ginés Marín, el torero del futuro... y del presente

Corrida de la Cultura: otro faenón de Ginés Marín, el torero del futuro... y del presente

Corrida de Beneficencia: Don Felipe vuelve a los toros... y los toreros le aburren

sábado 17 de junio de 2017, 22:41h
A la hora de redactar esta crónica llega la noticia de la muerte de Iván Fandiño, corneado por un toro en Francia, y el corazón y el alma se vienen abajo. Pero hay que ser profesional y, además de la tragedia, contar la cara de esta Fiesta donde se muere de verdad, pese a quien pese. Y donde los héroes, estén bien o mal, sean aplaudidos o pitados, son seres superiores. Y ahora mismo está superior Ginés Marín, el máximo triunfador de San Isidro, que en este invento de la Corrida de la Cultura cascabeléo otro faenón importantísimo, aunque no lo rematara con la tizona. Con un interesante encierro de Núñez del Cuvillo, completaban el cartel Morante (silencio y pitos), que apuntó algo de su magia capotera, y un Cayetano (ovación en ambos) muy decidido que no llegó a redondear.

El protagonismo se centraba en Morante de la Puebla y su regreso a Las Ventas cuatro años después, incluso en el mediático Cayetano, que pasó de puntillas por San Isidro. Pero Ginés Marín, único coletudo capaz de una faena de dos orejas en el reciente ciclo, con la consiguiente Puerta Grande, y ganador de todos los premios al triunfador, se hizo el amo y todo el cotarro salió hablando de él. Merced al faenón, de poder, arte e imaginación al encastado y exigente 'Sinvaina', tercero de la tarde de la reconsagración del jerezano.

A la casta del 'cuvillo' respondió Ginés con la suya, a la que añadió su torería y su hondo clasicismo con pases por ambos pitones y decenas de inspiradísimos adornos. Tenía de nuevo la Puerta Grande abierta, pero se la cerró con el estoque. No importa, Ginés, que fue capaz de inventarse otra buena labor ante el manso y rebrincado último, es el torero del momento y del futuro.

Algo que le gustaría alcanzar a Cayetano, al que no se le puede negar su rabia novilleril, sus ansias por triunfar, máxime en Madrid, pero al que le faltan cualidades artísticas para redondear. Así, pleno de voluntad, desaprovechó al boyante segundo, con una faena por debajo de la calidad y casta del burel. Salió arreando con el quinto, también codicioso, y se clavó de rodillas tanto con el percal como con la flámula demostrando sus ganas, pero de nuevo no alcanzó lo que el toro merecía. No obstante, se le agardeció su decisión.

Se esperaba la magia de Morante, que pechó con el peor lote, aunque si festoneó dos verónicas sublimes y 'apauladas' en el que abrió función y otro par de ellas y dos delantales en el otro, tan sosote como el anterior, pero manejable. El de La Puebla tampoco se la jugó y con algún bello apunte, alguna voluta de orfebrería, en ambos enemigos se tapó, aunque con el último tardara un siglo en despenarlo.

Crónica de la tradicional Corrida de Beneficencia

Para una vez que el Rey, no el emérito, sino el otro, va a una corrida, resulta que más por culpa de los toreros que de los bicornes, el espectáculo que le ofrecen éstos, la terna de figuras, no es el de la mejor de sus respectivas posibilidades. Sólo El Juli cortó una oreja por una faena de mucha entrega, mientras Manzanares y Talavante pasaron de puntillas a pesar de que tuvieron material para estar mejor con el encierro de las dos divisas de Victoriano del Río y el remiendo de Domingo Hernández. Para una vez que Don Felipe va a los toros...

No se sabe si Don Felipe de Borbón, tras reaparecer –y perdonen la frase, pero me la ha puesto a huevo- dos años después en Las Ventas, volverá. Tampoco es que importe mucho, aunque es menester, justo y necesario, reconocerle el valor de asistir a un espectáculo tan política y socialmente incorrecto, aunque fuera desde su teóricamente obligada presencia en el Palco Real de la Corrida de Beneficencia. Desde luego, la terna de mandamases del escalafón y de los ruedos que se anunciaron en este tradicional festejo, poco hicieron para darle alegría a Felipe VI y que su Alteza saliera toreando del coso.

Y eso que se trajeron sus bureles de una de sus ganaderías favoritas y tan del gusto de El Juli, Manzanares y Alejandro Talavante. Y eso que, en líneas generales, con matices, el encierro fue noble, bravo y encastado, aunque no con mucha fuerza e inválido el segundo de Manzanares. Pero ninguno de la terna le regaló al Monarca, ni al resto de espectadores que sí pagaron, nada o casi nada especialmente destacable, nada de su mejor versión.

De esta crítica que cae sobre las espaldas de Manzanares y Talavante, aunque a ellos les dé igual -por no escribir algo menos educado-, se salva El Juli a medias. Porque el madrileño, tras fracasar rotundamente con un toreo ventajista, espeso y desligado con el noblote y repetidor que abrió la función, salió decidido frente al bravo y encastado cuarto, con el que se lució en un quite por chicuelinas y un recorte por bajo.

Ya con la flámula, lo exprimió con redondos ortodoxos pero sin cruzarse mucho y un magnífico cambio de mano. Por el pitón izquierdo, salvo un par de largos naturales, ya brilló menos, y entonces, quizás porque estaba en terrenos de sus ‘enemigos’ del tendido 7, apostó por el arrimón, encunándose con valor y entrega entre las afiladas navajas –tipo albaceteño- del burel en detrimento del toreo clásico, antes de endilgarle un ‘julipié’ trasero y algo desprendido, que provocó mayoría de pañuelos en solicitud de la oreja.

Si El Juli se gustó con la muleta, Manzanares lo hizo al capotear al inválido devuelto en segundo lugar, con unas verónicas majestuosas, y en la forma de llevar al quinto al caballo con una larga cordobesa y varias chicuelinas al paso. Todo lo demás fue vulgar, tanto con ese bravísimo sobrero de Domingo Hernández, que convirtió al alicantino en un pegapases sin fuste, como con el de la divisa titular, también bravo pero cuya invalidez impidió a su matador otra cosa que andarle por acá y por acullá antes de despenarlo.

Tampoco el triunfador estadístico de la reciente Feria de San Isidro, con tres orejas, se pareció en Beneficencia al mejor Talavante. El tercero, que cumplió en el caballo, sacó casta y genio en la muleta y el extremeño después de no acoplarse y viendo que el burel se rajaba echó por la calle de en medio y le mató. El último era un manso rebrincadito, aunque noble, que no se empleó mucho, es verdad, pero tampoco Talavante puso mucho empeño y de nuevo cortó pronto la faena o lo que fuera aquello.

Ficha

Toros de VICTORIANO DEL RÍO, el 3º con el hierro de TOROS DE CORTÉS, de buena y seria presencia; todos nobles, con 4º y el inválido 5º bravos y encastados; 6º, manso. 2º, sobrero de DOMINGO HERNÁNDEZ, con bravura y casta. EL JULI: silencio; oreja. JOSÉ MARÍA MANZANARES: silencio tras aviso; silencio. ALEJANDRO TALAVANTE: silencio; silencio. Plaza de Las Ventas, 16 de junio. Corrida de Beneficencia. Lleno de 'no hay billetes'. Asisitió en el Palco Real el rey Don Felipe -al que le brindarons los espadas sus respectivos primeros toros-, el ministro de Cultra, Iñigo Méndez de Vigo, y la presidenta del la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes.



Piden que la Plaza de Toros de Albacete sea declarada 'Bien de Interés Cultural'

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios