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Demócratas y republicanos compiten por Iowa

lunes 17 de diciembre de 2007, 08:44h

El 4 de noviembre de 2008, los estadounidenses escogerán en las urnas al sucesor del presidente George Bush. Ese día será también el final de una larga carrera de supervivencia que para los precandidatos demócratas y republicanos empieza el próximo 3 de enero en Iowa.

Con las encuestas favoreciendo a candidatos que hace unos meses ocupaban segundos y terceros lugares, los caucus de Iowa son especialmente importantes en la carrera por la nominación de cada partido porque suelen generar un efecto dominó en el resto de los estados.

Iowa, a diferencia de otros estados, no celebra elecciones primarias sino que lleva a cabo un proceso de elección conocido como caucus, una palabra de origen indígena y sin traducción exacta al español, que se refiere a las reuniones que llevan a cabo los dirigentes tribales o políticos para tomar decisiones.

A diferencia de las primarias, durante las cuales los electores eligen mediante voto directo a los candidatos de cada uno de los dos partidos tradicionales, en los caucus los votantes escogen delegados que posteriormente se reúnen y votan para escoger a su candidato.

Las primarias, propiamente dichas, empiezan en el estado de New Hampshire una semana después de los caucus de Iowa.

A dos semanas de que el pistoletazo de salida suene en Iowa, la candidata demócrata Hillary Clinton, y el republicano Rudolph Giuliani, favoritos a nivel nacional, han visto como la tortilla se les ha dado la vuelta en este estado del norte, que ahora se decanta por Barack Obama y Michael Huckabee (en la foto).

Obama, quien entró en el escenario político hace apenas cinco años, es, con 46 años, el más joven de todos los candidatos. El senador por el estado de Illinois ha ido ganando terreno sobre Clinton incluso a nivel nacional, donde ahora sólo está nueve puntos por debajo de la ex primera dama, cuando hace dos semanas el margen era de 17 puntos.

Obama ha levantado grandes expectativas entre una gran cantidad de votantes demócratas e independientes, que lo ven como una persona honesta y confiable, lo que contrasta con el cambio de discurso de Hillary Clinton –ahora apoyo la guerra en Irak, ahora no la apoyo, por ejemplo-, que ha caracterizado la campaña de la senadora por Nueva York.

Los días en que el color de la piel de Barack Obama era tema de discusiones y dudas, han quedado ampliamente superados, y hoy lo que muchos no le perdonan a este hijo de madre blanca y padre africano, es su falta de experiencia en el terreno político. Ese aura de inocencia con la que guía su campaña por el “cambio” y su imagen “fresca” es lo que fascina a unos y hace estremecer a otros.

Los ocho años en la Casa Blanca de Hillary Clinton y su curtida carrera en la política –sin desdeñar su personalidad ambiciosa y su aire de mujer calculadora-  reciben el aprecio de los veteranos demócratas. Hillary no tiene el encanto de su marido, el querido Bill Clinton, pero es astuta. Para muchos, Hillary es una persona que no sólo no termina de ser sincera, sino que además esconde un lado oscuro; el lado oscuro que, sin embargo, la puede ayudar en los duros vericuetos políticos que enfrentará si llega a ser presidenta de Estados Unidos.

Por parte de los republicanos, el avance de Mike Huckabee en las encuestas de Iowa es más difícil de entender. Con sólo un 6% de intención de voto a nivel nacional hace dos semanas, Huckabee ahora está empatado con Rudy Giuliani en el puesto de cabeza entre los republicanos, según una encuesta de American Research Group.

Huckabee, quien fue gobernador de Arkansas y pastor de la iglesia bautista, ha hecho de la religión cristiana su bandera de batalla. La estrategia le ha ayudado a ganar apoyo entre los cristianos más conservadores, mientras que otros consideran que es el candidato más serio de los republicanos y el más “creíble”.

Entre los republicanos, Huckabee también es visto como el candidato que mejor representa los valores tradicionales del partido.

Por su parte, el ex alcalde de Nueva York, quien basa su discurso en su capacidad de actuar con eficiencia en épocas de crisis -le tocó lidiar con una ciudad sumida en ruinas tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001-, todavía es visto por los electores republicanos como el candidato que puede ayudar a salvar las diferencias que mantienen al país dividido.

Giuliani, a diferencia de los demás candidatos que prefieren hacer fuerza en los estados en los que se inician las primarias, ha mirado este fin de semana hacia el cálido Florida, una estrategia que podría ayudarle a ganar votos en lugares donde las preferencias todavía no están públicamente definidas. 

En comparación con el dinero del que disponen otros candidatos, especialmente su mayor contendiente en materia religiosa, el ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney -quien profesa la fe mormona- Huckabee lidera una compaña bastante modesta, sostenida especialmente por voluntarios, según él mismo ha reconocido.

No obstante, ante el impulso conseguido en las encuestas, Huckabee anunció el viernes que sumaba a su campaña al veterano estratega republicano Ed Rollins, considerado por muchos como el arquitecto de la victoria de Ronald Reagan en las elecciones de 1984.

Rollins, quien será el director de la campaña de Huckabee y su principal asesor, dijo durante una rueda de prensa el viernes que sólo uno de los candidatos republicanos era capaz de “encajar en los zapatos de Reagan”, y ese candidato era Mike Huckabee.

Además de Iowa, Huckabee lidera las encuestas de preferencia en Carolina del Sur, donde las primarias serán el 26 de enero, pero está muy por debajo de sus compañeros de partido Mitt Romney, Rudy Giuliani y John Mccain en New Hampshire, donde las primarias se llevarán a cabo el 8 de enero.

Por el lado demócrata, Obama está empatado con Clinton en los sondeos de New Hampshire. Tercero, como a nivel nacional, se halla el ex senador John Edwards, quien insiste en que puede ser la sorpresa de las elecciones.

Históricamente, el candidato que gana en New Hampshire suele ser quien se lleva la nominación del partido, razón por la que los precandidatos invierten una gran cantidad de tiempo haciendo campaña en el estado. Esta tendencia no se cumplió en 1996 ni tampoco en el 2000, años en los que Pat Buchanam y John MacCain, respectivamente, salieron vencedores en el estado. Ninguno de los dos representó más tarde al partido republicano.

 

 

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