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El secuestro, duro golpe al secuestrado y a la familia
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El secuestro, duro golpe al secuestrado y a la familia

jueves 20 de julio de 2017, 12:41h

Hemos conocido la noticia de que una joven española ha sido secuestrada en México y no podemos evitar pensar en la cantidad y variedad sentimientos que puede tener la víctima y su familia.

La víctima, la persona que es secuestrada, va ser despojada desde el principio y de manera abrupta de su seguridad personal y por consiguiente se va a sentir vulnerable ante los secuestradores. Comenzará a generar pensamientos vinculados a su futuro y sentimientos de inseguridad e incertidumbre por desconocer que van a hacer esas personas e incluso reconocer que, en esos momentos, pueden hacer con su vida lo que quieran.

En este sentido, el tiempo en que trascurre el secuestro, aparte de jugar un papel fundamental, para la victima puede llegar a parecer interminable.

Esta pérdida de la noción de tiempo es angustiosa para cualquier persona y más aún, cuando la incertidumbre y el miedo le acompañan. El paso del tiempo incrementa el temor por la muerte, lo que hace insoportable la vivencia.

Una persona que es apartada de su vida cotidiana de manera brusca, repentina e inesperada, y sometida a un mundo de incógnitas constantes, pierde la sensación de seguridad y tranquilidad y comienza a mermar su estado psicológico.

La víctima, como citaba anteriormente, desconoce toda intención de sus captores y su visión de futuro es angustiosa y negativista, sin conciencia de cuándo será el fin de esa situación tan horrible. En esos momentos, estas personas no solo piensan y temen por su futuro, sino que le aparecen pensamientos y sentimientos ansiosos en cuanto a las vivencias y el sufrimiento que pueden tener sus familiares. Esto agrava, aún más, su vivencia personal y su situación clínica.

Por otra parte, los secuestradores presionan y amenazan de forma recurrente a la víctima, con el fin de obtener su objetivo. Dichas amenazas incrementan el temor y hacen palpable la posibilidad de sufrir daños físicos, que pongan en peligro su vida.

En la otra cara del secuestro, los familiares sufren otro tipo de experiencia, desde el conocimiento de haberse perpetuado ese secuestro. La ansiedad es más llamativa a medida que va pasando el tiempo y tiene lugar el primer contacto que con los captores. La familia mantiene un sentimiento de incertidumbre y de miedos incesantes.

Tras esa primera llamada, los familiares se ven inmersos en una dualidad, poner este suceso en conocimiento de las autoridades o, por el contrario, cumplir con las órdenes de los secuestradores. Este encontronazo de sentimientos, genera aun mayor malestar en la familia, puesto que su único fin es velar por la seguridad de su familiar.

En esos momentos, los familiares comienzan a tener un papel más importante, y comienzan a pensar que la salud e integridad física de su familiar, está en sus manos. Esto ejerce una presión psicológica sobre los familiares continua, aumentando el miedo a equivocarse y hacer algo que sea contraproducente.

Por lo tanto, el secuestro en sí, lleva consigo una situación que cuesta mucho aceptar y da lugar a sintomatología ansiosa que no beneficia a ninguna de las personas afectadas sean estos, la familia como la propia víctima.


Análisis elaborado por Paloma López & Rocío Gavilán, del gabinete 'Psicología Velázquez'
Calle Velázquez 53, Madrid - 650541532
www.psicologiavelazquez.com


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