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China: el Gran Imperio del mundo

lunes 31 de julio de 2017, 12:42h

En unos cinco años China será la segunda potencia económica, sólo superada por EEUU. Ha adelantado en varios campos a Francia y a Gran Bretaña alcanzando la cuarta posición en su ascenso. Algo que no han sabido en la Unión Europea, no sólo con el Brexit sino con la falta de coherencia al haber aceptado que formasen parte de la dirección a pequeños países que hubieran necesitado Acuerdos con la UE adaptados a sus circunstancias socio económicas. Por eso han hecho esperar a Turquía. Desde 1979, esto ha sido posible por el genio político del sucesor de Mao, Deng Xiaoping, Arquitecto de la Reforma.

Compañero del Gran Timonel desde la Larga Marcha y en la fundación de la República, el Pequeño Timonel lanzó el desafío de reformar Agricultura, Industria, Defensa y Ciencia y Tecnología. Nadie creyó que sería capaz de despertar de su letargo al dragón que guarda en su seno el Imperio del Centro. El nombre de China en mandarín, que mantuvo su poder durante milenios, mientras el resto de los pueblos eran desconocidos más allá de sus correrías.

China fue humillada por las potencias occidentales y Japón a lo largo de los siglos XIX y XX mediante prácticas de explotación con guerras y ocupaciones que les llevaría a la vergonzosa guerra del opio. Nadie debería olvidar esta realidad en la cosmovisión china que mantiene un fundamento taoísta que desafía a cualquier planteamiento filosófico y religioso occidental, en palabras desu Presidente. Los chinos cuentan su historia por milenios, no por siglos. Fueron capaces de adaptarse a la revolución comunista de Mao que duró medio siglo. Un pueblo disciplinado, ( se diría “sometido” pero ellos responderían “qué han sido las religiones sino el sometimiento de la razón”), ha despertado y va camino de recuperar su puesto de Imperio del Centro del mundo, mientras las demás potencias se contradicen ante el terrorismo fundamentalista y el no menos fundamentalista del pensamiento único.

Deng Xiaoping acometió la Segunda Revolución con las armas de sus adversarios. Lanzó el slogan “Enriquecerse es bueno” que asombraría a los occidentales pero que el pueblo chino comprendió y acató con esa sabiduría dentro de otra consigna del Pequeño Timonel: “gato blanco, gato negro, lo que importa es que cace ratones”. Consiguió el puesto permanente con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU que detentaba la “isla rebelde de Taiwán”.

Con un 80% de sus mil quinientos millones de habitantes dependiendo de la agricultura y la ganadería, no vaciló en declararlas prioritarias, al tiempo que utilizaba los resortes del capitalismo para desarrollar regiones como las de Shanghai y Cantón, con ciertas redes en Hong Kong, para atraer inversiones de capitales exteriores y que posee las mayores reservas en dólares del mundo con gran maniobrabilidad en los mercados. China financia con miles de milones de dólares el gigantesco déficit de EEUU, y permanecen atentos a las consecuencias, dentro de las reglas del mercado que les han reprochado desconocer.

Caso insólito en un país comunista: chinos emigrados con puestos de relieve en la investigación y desarrollo de las naciones más avanzadas de Occidente, regresaron a China con sus saberes y relaciones para cooperar en la reconstrucción de ese Imperio del Centro cuyo símbolo milenario ha sido la Gran Muralla.

Estos avances económicos, industriales, financieros, tecnológicos y de la investigación puntera, así como en arte, música, cine, deportes y todo lo que en Occidente son patentes de crédito del desarrollo, recordemos la Nueva Gran Muralla China: la presa de las Tres Gargantas sobre el río Yangtsé, el tercero más largo del mundo. El sueño de Emperadores de diversas dinastías era domeñar sus terribles inundaciones que acabaron con millones de vidas de campesinos y ciudades ribereñas.

Las 26 turbinas producirán tanta electricidad como 15 centrales nucleares, 85.000 millones de kilowatios hora para sostener el desarrollo del país y comunicar fluvialmente Shanghai con el corazón del país en Chongqing, con 32 millones de habitantes y un área metropolitana similar a Portugal.

Grandes buques podrán navegar 1.500 kilómetros por el Yangtsé para extender el desarrollo al centro del país y abrir mercados a centenares de millones de consumidores ¿Cómo sobreviviría Shanghai, la ciudad más poblada del mundo, y con una riqueza sostenida por inversiones del exterior de 20.000 millones de dólares anuales? China es el mayor receptor del mundo en inversión exterior: ya ha superado 100.000 millones de dólares al año, y en compras de millones de hectáreas de tierras laborables en África, Latino América y en otros lugares.

China nunca dejará de sorprendernos y lo más prudente es seguir su consejo: No te enfrentes al dragón, adáptate a él.

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