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Después de la tragedia

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
jueves 24 de agosto de 2017, 11:05h
Después de la tragedia que ha tenido a Cataluña en el corazón de todos los españoles se ha restablecido la normalidad. Pero para algunos políticos la normalidad es la condensación de la tozudez. La ausencia de invocaciones a la unidad en los discursos de Puigdemont es el síntoma delator de su obsesión. Se pretende modelar la imagen de una región mediterránea, litoral y fronteriza, olvidando las necesidades de su economía y su seguridad, por parte de una facción independentista sin sentido de la historia y de la estrategia. El principio y fin de quienes gestionan la Generalidad es estrellarse contra el muro de esa sólida realidad que ellos llaman Estado, a la que intentan desvestir de sus atribuciones esenciales, incluida la seguridad.

Puigdemont es muy dueño y señor de dirigirse al resto de los españoles y al mundo entero en catalán. Es su lengua propia, oficial en un territorio bilingüe de hecho y nadie puede impedirle su derecho a expresarse a su gusto. Si el atentado se hubiese producido en Irlanda, por ejemplo, también un político irlandés sería muy dueño y señor de expresarse en lengua gaélica dado el carácter bilingüe de su pueblo. Podríamos apreciar, con tal ocasión, la belleza de aquel idioma. Pero no dejaríamos de pensar que no era la ocasión oportuna para exhibir una lengua particular cuando se le ofrecía la ocasión de expresarse en una lengua comprensible para cientos de millones de oyentes y con traducción disponible en todos los medios de comunicación del universo. Por ello pensaríamos que aquel señor estaba en el limbo. Tal cosa debieron pensar los periodistas de la cadena norteamericana CNN del consejero de interior del ejecutivo autonómico Joaquín Forn al comparecer en directo en su programa e iniciar su perorata en la bella lengua catalana. La conexión duró segundos y el corte fue inevitable: “Lo siento, tenemos que cortar, no tenemos traductor de ese idioma”.

Esta ciega facción independentista que ha conseguido sobreponerse al pueblo catalán aprovechando las facultades recibidas del espíritu abierto y generoso de la Constitución de todos los españoles no tiene ningún sentido cuando lo propio, que siempre es respetable y encomiable, se convierte en impropio. También es impropio desoír consejos como el de colocar bolardos en las Ramblas. Es impropio estimular la preferente instalación de comunidades islámicas antes que la llegada de hispanoamericanos o europeos pensando que el desconocimiento de las lenguas predominantes en nuestro continente favorecería su inmersión en el disparatado horizonte de un nuevo estado monolingüe. Es impropio desconocer que la única bandera que desafía y contiene al Yihadismo es la enarbolada por los soldados libaneses en las colinas de Ras Baalbek. Es impropio que se agiten síntomas de turismofobia en coincidencia con la eurofobia criminal de los yihadistas. Es impropio creer que el problema de la seguridad cívica se puede resolver sin salirse del pequeño universo identitario.

Todos los síntomas de conducta impropia se resumen en una obsesión que es mantener vivo el planteamiento segregacionista llamado “proces” con la fecha inalterable de un referéndum ilegal el próximo primero de octubre. Ya pueden caer rayos y centellas que para la facción separatista la seguridad de Cataluña es un problema casero. Como si gestionasen una isla perdida en un mar en calma, están dispuestos a ofrecer a sus ciudadanos un porvenir de vino y rosas, sin vínculos de Estado, sin Fuerzas Armadas, sin OTAN, sin mercado y sin proyección cultural. Y todo esto a fecha fija y sin acuerdo alguno con ninguna legalidad considerada externa y con un sistema de poder público que se pretende que se mantenga indiferente ante el despropósito.

Es triste, pero así es la comedia que pretende representar la facción separatista tras la sangrienta tragedia. El sueño de un Estado de opereta que dibujan unas gentes incapaces de comprender que su intención demoledora de España es coincidente con la acción del terrorismo que pretenden combatir como un hecho aislado y también es coincidente con la demagogia antisistema que, de cumplir sus objetivos, arrasaría a la sociedad catalana, sea o no sea española. Sus modales son los de quienes soportan unas compañías incómodas sin las que resolverían mejor sus problemas. Pero la realidad es que sus pasos lo único que hacen es complicar la vida de quienes viven en Cataluña.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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