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La secuela de la incompetencia ante los atentados en Barcelona

viernes 01 de septiembre de 2017, 09:18h

Lamento haber acertado en el pronóstico, pero todo me hacía pensar que era ineludible que las cosas se complicaran aún más tras los primeros días de estupor provocados por los salvajes atentados de Barcelona y Cambrils. Ahora se ha descubierto que la dirección política de los Mossos ha mentido públicamente respecto de la advertencia que le hicieran los servicios estadounidenses antiterroristas acerca de la intención del ISIS de atentar este verano en espacios turísticos de Cataluña y específicamente en las Ramblas de Barcelona. Dicho con claridad: resulta indudable que los intereses políticos están subordinando los criterios sobre seguridad en este ámbito de responsabilidad de la Generalitat.

Desde luego, mi percepción de que las cosas podrían hacerse complicarse partía del proverbio de que “por la víspera puede sacarse el día”. La reacción inmediata de los mossos contra los terroristas no fue lo que se presupone que es una actuación experta en materia de lucha contra el terrorismo. Abatir sin más a los yihadistas ha podido ser algo muy celebrado entre sectores del público catalán, pero liquidó la posibilidad de obtener valiosa información en esos críticos momentos. Dicho brevemente: los mossos no fueron capaces de capturarlos sin acabar con ellos. Algo que es brutalmente evidente en el caso de Younes Abauyaaqoub, el yihadista fugado y acabado en Subirats. ¿Una cuestión de prioridades políticas cambiadas o de simple falta de experiencia profesional, o de ambas cosas a la vez?

Algo semejante podía decirse acerca de la recomendación que hiciera la Policía Nacional sobre la conveniencia de colocar bolardos en las zonas peatonales de Barcelona. La Generalitat y el Ayuntamiento dieron la misma respuesta que ante la advertencia norteamericana: no hay que exagerar la amenaza. Ada Colau fue más explícita: colocar bolardos era contrario a la imagen de ciudad abierta que quiere dar Barcelona. Y aún días después de los atentados se resistía a esa simple medida de prevención, hasta que no ha tenido más remedio que aceptar la evidencia.

Pues bien, ahora resulta que empiezan a descubrirse disimulos en cadena. Después de negar durante días que no habían recibido información de los servicios estadounidenses, ahora la Generalitat admite que si hubo esa advertencia y que simplemente se desestimó. A continuación se descubre que el jefe de los mossos, Josep Lluis Trapero, miente también cuando asegura que no recibieron las advertencias de parte de la CIA. Demasiada bruma y demasiada política. Trapero parece más preocupado por dejar claro que la separación del Estado español es la principal prioridad, que por manejar adecuadamente los parámetros de seguridad en este nivel tan alto.

Desde la perspectiva ciudadana no cabe duda de que lo importante es la unidad de los demócratas y no confundirse de enemigo principal. Los responsables de los atentados son los terroristas y sólo a ellos les cabe enfrentar esa responsabilidad. Pero en cuanto a la forma de enfrentarlos se deben sacar algunas lecciones aprendidas. En primer lugar, debe quedar claro que los mossos tienen como su principal responsabilidad las tareas de prevención. En segundo, que los mossos deben coordinar estrechamente con las otras fuerzas de seguridad en todos los ámbitos y momentos de amenaza. En tercer lugar, que en materia de lucha contra el terrorismo deben estar bajo el mandato del sistema nacional que impulsa el Gobierno nacional. La armonización interinstitucional es clave en esta lucha contra el yihaidismo y las veleidades separatistas sólo ponen trampas a esta necesaria articulación. La Generalitat y su jefe Trapero deben saber a qué carta juegan.

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