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'Twin Peaks' 3x17/18: el bucle del horror
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'Twin Peaks' 3x17/18: el bucle del horror

martes 05 de septiembre de 2017, 10:53h
El doble final de 'Twin Peaks' ha sido tan asombroso como todo este retorno en general. No creo que a estas alturas nadie pensara que David Lynch iba a cerrar todos los cabos de una manera más o menos tradicional pero, aun así, ha conseguido, una vez más, sorprender a su audiencia y cerrar de manera brillante las 18 horas de televisión más asombrosas y locas que el que esto escribe ha visto jamás en televisión.

Si 'Twin Peaks' giraba en torno a una pregunta "¿quién mató a Laura Palmer?", este retorno ha girado en torno a sí misma, Lynch y Frost han hecho de la metaficción su arma más poderosa, desde esos primeros capítulos en los que una pareja se sentaba a mirar una caja en un sofá y terminaban siendo asesinados hasta las continuas autorreferencias, incluidos los primeros minutos del primer episodio (con unos ligeros cambios) que ha llegado a meter. Y es que Lynch ha querido (y ha logrado) superar las expectativas de lo que supone un regreso a una serie, jugando con las expectativas de lo que la gente esperaba, con la nostalgia y el paso del tiempo.

A pesar de haber declarado que este retorno era más una película de 18 partes cortada en episodios, el doble final me ha parecido que ha sacado perfecta tajada de ese elemento episódico. Es increíble cómo ha empezado el capítulo 17 con todos los cabos atándose y la serie yendo hacia un final más o menos convencional. El Cooper malvado llega a la comisaria de Twin Peaks, donde es confundido por el verdadero, mientras el bueno de Cooper llama y se dirige hacia allá. Andy sube a ese extraño elenco de freaks que estaban encerrados en la celda. Por su parte, los chicos del FBI con Gordon Cole a la cabeza también se dirigen al mismo punto. Al final Lucy dispara al Cooper malvado (y entiende por fin el funcionamiento de los móviles), aparecen los extraños hombres sombra para volver a revivirle y liberar a BOB, Cooper (el verdadero) llega a tiempo y Freddie se cita con su destino para enviar al odioso BOB de vuelta al infierno con su guante mágico. Es el final que cualquier ejecutivo de Hollywood hubiera querido, el bien vence al mal y la chica asesinada tiene su venganza. Es, también, absolutamente anticlimático. Lynch entrega el final que muchos hubieran querido y nos demuestra que es tan absurdo como cualquier otro. La vida humana no tiene un final perfecto en el que todo encaja y queda resuelto, es mucho más complejo que eso. Por eso lo sitúa a la media hora del primer episodio, todavía queda mucho por contar y es mucho más oscuro que todo esto. Aquella sensación de desasosiego que tenía la original vuelve a estar muy presente, al mal no se le vence pero, al menos, hay que combatirlo. Dale Cooper quiere resolver el caso sobre el que siempre ha girado todo y para ello vuelve al pasado, al día de la muerte de Laura Palmer, para impedir su asesinato. Pero ¿salvarle la vida logra borrar todo el infierno por el que ha vivido?

¿Qué está pasando aquí?

Tras volver a entrar en la Logia y conseguir hablar con Phillip Jeffries, Cooper aparece en el momento antes de la muerte de Laura y se la lleva consigo, pero cuando se quiere dar cuenta desaparece y solo escucha su aterrador grito. Ha ido en busca de Judy, el origen de todo el mal, y todo el que lo ha hecho ha desaparecido para siempre. Tras volver a salir a la realidad vuelve a reencontrarse con la verdadera Diane que había estado atrapada en Naido (un aplauso para los que ya adelantaron que ese nombre no era sino O Diane al revés) pero juntos viajan hasta uno de esos puntos donde la electricidad ejerce de portal entre dimensiones distintas. Cuando lo cruzan, como bien dicen antes de hacerlo, ya no son totalmente ellos. Kyle Machlachlan y Laura Dern saben vender a la perfección sus personajes y sus ligeros cambios, los dos han sabido vender las distintas versiones de ellos mismos y en este momento muchos de ellos se mezclan. La escena de sexo entre ambos es, como mínimo, inquietante, ella es incapaz de mirar a su inexpresiva cara (¿podría ser que ambos recordaran la infame noche de la violación?) y termina tapándosela como los hombres sombra hacen con el cadáver del Cooper malvado. Cuando él se levanta ella ya no está y le ha dejado una nota que parece indicar que en esta dimensión son Richard y Linda, la pareja de la que hablaba el gigante en los primeros episodios. Luego se encuentra con un restaurante en el que cree ver varias pistas, desde el nombre (Judy) hasta el caballo pintado. Allí se encuentra con una camarera a la que pide la dirección de la camarera ausente, antes de salir se encarga de tres matones de una manera no muy diferente a la que nos tenía acostumbrados el Cooper malvado. Cuando llega a la dirección se encuentra con una mujer idéntica a Laura Palmer pero ella le dice que se llama Carrie Page. Él la convence para que le acompañe a Twin Peaks a la casa de su madre y ella acepta sin pensárselo mucho, sobre todo teniendo en cuenta que en su casa hay un cadáver con un tiro en la cabeza. En este universo paralelo Laura/Carrie tampoco parece haber tenido mucha más suerte...

Cuando finalmente llegan a Twin Peaks, sigue sin reconocer nada, ni siquiera su antigua casa, ahora ocupada por una mujer distinta llamada Tremond (los que hayan visto 'Fuego, camina conmigo' se acordarán de que la mujer mayor que vivía con su nieto y terminaba dando el extraño cuadro a Laura, también tenía ese nombre) que no parece conocer a los Palmer. Cooper parece perdido y no saber muy bien que hacer, el espectador tampoco, ahora se acuerda de todos los momentos que en las últimas dos horas ha escuchado exclamar a algún personaje "¿Qué es esto", "¿Qué demonios?", "¿Qué coño acaba de ocurrir?", "¿Qué está pasando aquí?" pero en vez de una respuesta nos vamos a quedar con otra pregunta "¿En qué año estamos?" mientras en el fondo escuchamos a Sarah Palmer decir "¿Laura?" y a esta soltando el grito más aterrador de la historia, las luces de la mansión Palmer funden a negro y la historia de la televisión hace hueco para este regreso.

Mientras lo veía no podía encontrar ninguna lógica pero el vello de mi cuerpo estaba erizado y mi corazón latía a mucho más ritmo de lo normal. El terror seguía estando ahí y no parece haber forma de acabar con él pero, por lo menos, es un alivio saber que existen agentes Cooper en el mundo que lo intenten. Puedo entender a la gente que esté cabreada con las muchas historias que han sido abandonadas en lo que parecen callejones sin salida, (¿qué le pasaba realmente a Audrey? ¿se suicidó finalmente Steven llevándose antes consigo a Becky? ¿Qué pasa con Shelley y su novio narcotraficante?) pero al final esta serie tenía que terminar así. Hemos vuelto a un Twin Peaks muy distinto esta vez, nos ha costado reconocer algunas cosas y algunas caras, pero el horror y el dolor siguen siendo imposibles de resolver.

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