Tal y como se esperaba, ayer el BCE mantuvo los tipos de interés de referencia en sus mínimos históricos y confirmó que las compras de activos continuarán en 60.000 millones de euros al mes, al menos hasta diciembre. La expectación estaba en si el presidente del organismo haría alguna referencia al euro, y la hizo. Draghi declaró que el BCE debe tener en cuenta el debilitamiento de la inflación debido a la fortaleza del euro a la hora de reducir su programa de estímulo monetario. "El panorama a medio plazo para la inflación fue revisado a la baja en las proyecciones de los técnicos, principalmente debido a la apreciación del tipo de cambio, lo que significa que deberemos tener en cuenta este elemento de nuestro conjunto de información en las decisiones de política", dijo Draghi en la conferencia de prensa posterior a la reunión. Agregó que ahora existía un amplio consenso dentro del BCE, de que la volatilidad cambiaria era una "fuente de incertidumbre" en la formulación de la política monetaria. De hecho citó la fortaleza del euro como un motivo de las menores proyecciones de inflación. El BCE ahora espera una inflación del 1,5% en 2017 y del 1,2% en 2018, frente a las previsiones de 1,5% y 1,3%, respectivamente, emitidas en junio. Para 2019, la rebaja al 1,5% desde el 1,6%. Aunque recorta las previsiones de inflación, eleva sus estimaciones de crecimiento para la zona euro. Para este año, prevé que el crecimiento se sitúe en el 2,2%, frente al pronóstico anterior de un avance del 1,9%. El presidente del BCE volvió a poner la atención sobre la siguiente reunión del banco central, al señalar que “probablemente la mayor parte de las decisiones se tomarán en octubre”.