El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, afirmó ayer que seguirá abierto a negociar "hasta el último minuto" los términos del referéndum con el Gobierno de Mariano Rajoy. Al término de la manifestación, Puigdemont destacó que los partidarios de la independencia volvieron a salir "de forma masiva" y "pacífica" a la calle, y subrayó que "pese a todos los augurios" los catalanes volvieron a demostrar su "compromiso insobornable" de encarar la actual situación "de manera absolutamente pacífica y democrática".
Horas antes, en rueda de prensa en el Palau de la Generalitat, Puigdemont dijo que no tiene "miedo" a ser detenido por desobedecer al Estado en la organización del referéndum y explicó que ya se están preparando "alternativas" para poder votar en aquellos municipios que no colaboren.
Por su parte, el vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras, reivindicó que el referéndum del 1 de octubre se celebrará en los términos que ha planteado el Ejecutivo catalán, diga lo que diga el Estado, porque así lo anhela "la mayoría de los ciudadanos". Junqueras afirmó que "votar es la única forma de resolver la situación que vive Cataluña".
La presidenta del Parlament, Carme Forcadell, animó a los catalanes a defender su "derecho a decidir". En su opinión, pase lo que pase en 1-O, "Cataluña habrá ganado". Para el conseller de Presidencia y portavoz del Govern, Jordi Turull, el 1 de octubre será "un tsunami democrático" que "no podrá pararlo absolutamente nadie".
La diputada de la CUP en el Parlament Anna Gabriel dijo que la independencia de Cataluña no llegará a través de ninguna medida parlamentaria, sino de un proceso de "desobediencia e insubordinación contra el poder constituido".
Mientras, el presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sánchez, dijo que "el pueblo catalán ha ganado de nuevo la calle" y advirtió de que se ha creado "una nueva legalidad" y que las resoluciones del Tribunal Constitucional ya no les vinculan.
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