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Balance energético y ambiental de los 25 años de alta velocidad en España
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Balance energético y ambiental de los 25 años de alta velocidad en España

> El ferrocarril en España ha evitado que se emitieran más de 12,9 millones de toneladas de gases de efecto invernadero

lunes 18 de septiembre de 2017, 08:04h
El ferrocarril será clave para cumplir los objetivos medioambientales del futuro. Así se desprende de distintos estudios que ponen de manifiesto el ahorro energético y de contaminación medioambiental que han supuesto los servicios de media y larga distancia de Renfe en los últimos 25 años para la sociedad española.

España es uno de los 125 países que ratificó el Acuerdo de París cuyo objetivo primordial es mantener por debajo de los 2 grados el aumento de la temperatura del planeta para luchar así contra los efectos del cambio climático, e incluso incrementar los esfuerzos para intentar rebajar la cifra hasta el 1,5 grados centígrados de la época preindustrial.

Un compromiso ambicioso que necesariamente llevará aparejada la implementación de políticas energéticas que tengan muy en cuenta los sistemas de transportes, ya que son los responsables del 23% de los gases de efecto invernadero (GEI) por consumo de combustible, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, siglas en inglés) y de la Unión Internacional del Ferrocarril (UIC).

Sin embargo, las diferencias entre el consumo energético y emisiones de gases de efecto invernadero entre el transporte de viajeros y mercancías por carretera, tren o avión son tan grandes que conviene echar la vista atrás para realizar un balance energético y ambiental que permita decidir en base a datos objetivos cuáles son las medidas más apropiadas para cumplir los acuerdos.

La metodología de sustitución modal contenida en el estudio 'Carbon Footprint of Railway Infraestructure, UIC' y la evaluación de externalidades del estudio ‘Costes Externos del Transporte en Europa’ permite concluir con procedimientos científicos que el ferrocarril es el modo que genera menos costes externos, especialmente comparado con otros modos dependientes de los hidrocarburos.

La vía de la 'descarbonización' en España

Atendiendo a la actividad de transporte de Renfe en los servicios de alta velocidad entre 1992 y 2016, el ferrocarril se erige así como uno de los elementos centrales para una economía baja en carbono.

En los últimos 25 años de larga y media distancia se habría permitido un ahorro para la sociedad de unos 4.286 millones de euros si se evalúa en términos económicos el impacto sobre el cambio climático, la contaminación y la tasa de accidentes que habría tenido realizar este transporte por otros medios.

Además, gracias al transporte por ferrocarril en España se habría evitado un aumento de más de 12,9 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero derivado del transporte y un incremento en el consumo energético de más de 2,6 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Teps).

Los beneficios para el medio ambiente se aprecian incluso con ejemplos concretos. La calculadora ambiental del transporte de viajeros 'Ecopassenger' permite poner cifras a la concurrida ruta Madrid-Barcelona. Al realizar este trayecto en avión -junto a los desplazamientos hasta el aeropuerto- se emiten 140,8 kg de dióxido de carbono a la atmósfera, frente a los 70,3 kg que se emiten en coche y los 17,2 kg del tren. Lo mismo ocurre cuando se analizan otras partículas como el óxido de nitrógeno (554,8 gramos del avión; 291,5 del coche o 42,9 del tren) o el consumo de energía expresados en litros de gasolina o equivalente (48,2 del avión; 31,2 del coche y 14 del tren).

Actualmente, Renfe ya desarrolla el 89% del volumen de transporte de viajeros y mercancías por redes electrificadas en base al mix eléctrico (53% sin emisiones y 33% renovables) y ha conseguido reducir su huella de carbono un 56% hasta los 24,2 gr de CO2 por unidad transportada desde 1990, año base del protocolo de Kioto.

Además, la compañía mantiene activa una estrategia de sostenibilidad que incluye un nuevo acuerdo con Adif de cara al ahorro energético y la implementación de proyectos de innovación relacionados con la tracción mediante gas natural licuado o pilas de hidrógeno como potenciales sustitutos del combustible fósil.

El tren de la globalización

La globalización económica, el auge de los movimientos migratorios y el incremento del turismo repercuten notablemente en el cambio climático por la incidencia del transporte en el consumo energético y la emisión de gases contaminantes. Una tendencia que va al alza.

Los pronósticos apuntan a que la demanda de movilidad mundial de viajeros y mercancías se duplique entre 2010 y 2050 por lo que analizar los niveles de energía consumida por unidad transportada se convierte en algo imprescindible para el desarrollo de sociedades sostenibles.

Comparada con 1990, la intensidad energética del sector ferroviario ha decrecido un 33% en todo el mundo. Más de un tercio de la energía utilizada en los ferrocarriles es eléctrica y un cuarto de las líneas están electrificadas a nivel mundial. Gracias a ello, las emisiones han descendido notablemente. Entre 1975 y 2013, se redujeron un 63% en el caso de viajeros y un 48% en el de mercancías.

Además, si bien el 8% del transporte mundial se realiza por vía de ferrocarril, el volumen de emisiones de gases de efecto invernadero que genera se limita al 3,5%, confirmándose de nuevo que se trata de un medio de transporte mucho más limpio que otras alternativas.

Mientras se aceleran las carreras por batir récords de velocidad -el AVE español Medina-La Meca alcanzó los 330km/h; el Maglev japonés ha superado los 600km/h y China trabaja en un proyecto de ‘tren volador’ que podría dejar en nada a Hyperloop, un tren basado en la levitación magnética que estaría ya a punto de alcanzar los 1.000 km/h-, parece claro que la meta ‘verde’ no podrá perderse de vista.

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