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Llegó el final político de Puigdemont

Llegó el final político de Puigdemont
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(Foto: PDeCAT)
viernes 27 de octubre de 2017, 08:33h

Desde luego que no será un president trascendental en la historia de España y Cataluña, y su nombre aparecerá en los libros más por su desafortunado mandato que por la relevancia de su etapa como president de la Generalitat. Frente a los Tarradellas o los Companys, sin mencionar mejor a Pujol, Cataluña ha estado orgullosa de sus presidentes. Unos más que otros. Carles Puigdemont no ha sido otra cosa más que un pelele o marioneta cuyos hilos los movían desde detrás del telón los verdaderos protagonistas del 'procés'.

Ayer, Puigdemont puso fin, de facto, a su mandato. Podrá seguir un tiempo más en el cargo, pero ayer dijo adiós. Primero, porque él mismo ofreció su puesto ya en una situación extrema, lleno de tensión y desbordado por los acontecimientos. Mostró debilidad a la hora de hacer su pronunciamiento, que ni siquiera era suyo. Anunció una comparecencia institucional a las 13:30, pero luego la retrasó una hora y terminó cancelándola. Más tarde volvió a convocarla a las 17:00 horas, y no dijo 'nada'.

Puigdemont se limitó a decir que ni convocaba elecciones ni declaraba la independencia, acabando con los ánimos de todos los adeptos al separatismo. Desde las calles, aprovechándose las manifestaciones y concentraciones tanto de la ANC como la huelga estudiantil, las masas pedían su dimisión. Le llamaron "traidor", "cobarde", y esos cánticos le hicieron daño. Ya es un cadáver político.

Ofreció, dicen, a ERC, hacerse a un lado y que Junqueras u otro se hiciera con la nave. Pero hace tiempo que esta nave independentista se encamina al abismo, sin rumbo fijo. Si en cambio hablamos de un tren, éste estará a punto de descarrilar. Es cuestión de horas o días. En todo caso, su final está escrito: o se marcha por decisión propia o el Gobierno central le cesará a través de la aplicación del artículo 155. Ayer, en el Parlament, se lavó las manos: no intervino y dejó hacer a sus compañeros de Junts Pel Sí. Un silencio que dolió a los pocos seguidores que aún podría tener en su partido.

No le quiere Esquerra, no le quiere la CUP, partido antisistema que lo apoyó para la investidura como mal menor después de exigir que no fuera Artur Mas el president. No le quiere España, no le quiere la oposición. Acorralado y señalado por todos, Puigdemont debería marcharse antes de terminar de estropear su nombre en los libros de historia. Ahora dicen que tiene un plan de huida a Francia, donde los territorios tradicionales 'catalanizados', la llamada 'Cataluña del Norte', le espera con los brazos abiertos. Pero con una condición: que antes declare la independencia y se exilie como héroe o mártir de la causa.

Una causa que se ha llevado ya demasiados políticos. El último, el conseller Santi Villa, considerado por muchos como el 'Macron catalán'. Un hombre de talento y talante que se hace a un lado porque no encuentra una vía lógica al 'procés' y no descarta la declaración unilateral de independencia, la mayor aberración política que podría cometer la Generalitat.

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