Puigdemont plantea un gobierno catalán en el exilio, no pide asilo y da validez a las elecciones del 21-D

En una comparecencia con gran expectación por parte de todos los medios europeos preparados en Bruselas, Puigdemont pudo tener el alcance internacional que quería y fue el centro de atención, donde se victimizó al límite y dijo que "me quieren meter en la cárcel por defender mi programa electoral", además de describir a España poco menos como un Estado represor y antidemocrático que persigue a los independentistas catalanes sólo por sus ideas.

En una larga intervención, caótica y en la que utilizó hasta 3 lenguas, catalán, francés y castellano, tuvo palabras primero para todos los afectados por el procés, con especial atención para los funcionarios, a quien quiso aclarar que nunca los involucró en la organización del referéndum del 1 de octubre: "No obligamos a los funcionarios a tomar partido".

Continuó denunciando ser víctima de una persecución judicial y represiva del Estado español, describiendo la querella recibida por el Fiscal General del Estado ayer, que solicita que sea imputado por varios delitos graves, entre ellos sedición, como un acto contra los derechos humanos. También quiso comentar a los medios internacionales que José Manuel Maza es "por cierto ", un fiscal "reprobado por el Parlamento español".

Aseguró que la querella en su contra "confirma punto por punto la agresividad del Estado español", además de sostener que "no se sustenta jurídicamente" y que "busca perseguir una idea, no un delito".

Sus acciones de gobierno en el exilio

Después, sin especificar si actuará en rebeldía y si habrá un gobierno catalán en el exilio, como ocurrió durante el franquismo, sí explicó que "el gobierno legítimo va a priorizar 4 ámbitos" de acción, los cuales describió ampliamente.

El primero de ellos pasa, dijo, por "desplazarse a Bruselas" para "hacer evidente un problema catalán pero también europeo", así como "la ausencia de parcialidad del Gobierno español" y "graves déficits de democracia".

En segundo lugar, sacó pecho tras ser acusado de huir y dejar la causa soberanista sin su líder: "No hemos abandonado nunca el trabajo pese a las limitaciones", en alusión a las acciones judiciales en su contra y en contra también de sus consellers.

En un tercer punto, explicó que una de sus prioridades será "apoyar las diferentes iniciativas para que la aplicación del artículo 155 no se lleve a la práctica", para que así no "desmonte el sistema de instituciones catalanas". Acto seguido, se dirigió a quienes continúan hoy en Cataluña y dijo: "Les pedimos que hagan todo lo posible para que impidan la demolición del sistema de instituciones catalanas", dando a entender qué él no regresará por voluntad propia.

Ya en último lugar se refirió a las elecciones del 21 de diciembre convocadas por Mariano Rajoy tras aplicar el artículo 155 e intervenir la autonomía catalana. Puigdemont dijo que asume "las elecciones planteadas por el Gobierno español como un reto democrático". Y especificó al respecto que "si es un plebiscito para legitimar el artículo 155, vamos a acudir a las urnas".

Los resultados del 21-D

Fue este punto el que más tiempo le ocupó al ex president, ya que exigió, con Bruselas como testigo, que se respeten los resultados de las urnas dentro de esos casi dos meses. Como un reto con testigos de medio mundo, Puigdemont preguntó en varias ocasiones al Gobierno español si respetará ese resultado del 21-D.

"Nosotros vamos a respetar los resultados de las elecciones como siempre hemos hecho, pero pregunto al Estado español si va a hacer lo mismo. Quiero una respuesta clara sobre los resultados", insistió, visiblemente tenso.

"Trabajamos para que no sea posible que PP, PSC y Ciudadanos acaben con las instituciones catalanas y que continúen vivas. Impedir el artículo 155 es mantener el Gobierno legítimo de Cataluña y las elecciones del 21 de diciembre están en esa lógica. Es en el territorio de la democracia donde siempre hemos ganado, el uso de la fuerza nunca lo ha hecho", comentó.

Ayuda internacional, pero no asilo

La otra cuestión más esperada era conocer si había pedido o no asilo político en Bélgica. Puigdemont aceptó esta vez preguntas a la prensa y en ellas exigió a la comunidad internacional "una reacción", explicando al detalle lo que consideró actos de represión y violencia policial contra los votantes catalanes en el referéndum del 1 de octubre.

"No estoy aquí para pedir asilo político, estoy aquí en Bruselas como capital de Europa, no es una cuestión de política belga", quiso aclarar, después de montar un gran revuelo e incomodar claramente al gobierno de ese país, a quien todos han querido señalar como posible cómplice de Puigdemont y su Govern que cayó en varias ilegalidades durante el 'procés'.

"He decidido venir a Bruselas porque es la capital de Europa y hemos querido poner de manifiesto nuestra situación y sin amenazas. No tenemos ningún tipo de protección porque el Gobierno español nos ha retirado todas las protecciones y ha asumido las funciones de la policía", denunció.

No quiso aclarar sin embargo cuánto tiempo estará en Bruselas y si plantea instalarse de manera fija en la ciudad para operar como president de un supuesto gobierno catalán en el exigilio: "Queremos seguir trabajando como gobierno", sí que reconoció, sin especificar en qué consistiría ese trabajo, y no tuvo respuesta clara para hablar de tiempos: "¿El tiempo que seguiré aquí... depende", comentó.