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2018, el juego continúa

lunes 18 de diciembre de 2017, 09:58h

Si después de cinco alzas de tipos de interés en EE.UU. desde que se inició el cambio de ciclo, el nivel de referencia está -desde el miércoles pasado- en el rango 1.25-1.50%, no puede decirse que la política monetaria esté siguiendo una pauta muy restrictiva. Nos anuncian tres alzas más en 2018 de modo que los tipos de corto plazo acabarán el año próximo en el rango 2.00-2.25%, muy cerca ya de los actuales tipos de interés de largo plazo. La escasa respuesta de los tipos a largo plazo a lo que se supone un proceso de normalización monetaria es de lo poco que tiene preocupado a los analistas, que leen en sus manuales que un aplanamiento de la curva de tipos se produce siempre antes de un proceso recesivo. Sin embargo, ya estamos en el mes 102 de expansión continuada y si las cosas no cambian, acabaremos 2018 frente a la segunda fase expansiva más larga de la historia.

¿Cuánto más durará? Que todo marche tan bien está entre lo que preocupa.

¿Cambiarán? Todo es posible, pero la sincronización del crecimiento no ha sido nunca tan amplia y hasta la que durante años fue la anémica Europa sorprende con su tasa del 2.5%. Completemos el tablero con Asia y el mapa no puede ser más benigno. Es verdad que sostener un ritmo de expansión que supera el crecimiento potencial, tanto en EE.UU. como en Europa en algo más de un punto, no parece algo muy sostenible si no es porque se produzca un salto en la productividad y que en el caso de la economía norteamericana debería de empezar pronto a ser una urgencia si los datos de creación de empleo continúan a un ritmo similar. La creación media de empleo está cerca de los 180.000 mensuales y, según las proyecciones oficiales, el crecimiento esperado de la población en edad de trabajar no será superior a 50.000 mensuales de modo que o la productividad aumenta, o el ritmo de crecimiento ha de reducirse necesariamente. ¿Significa esto que estamos a las puertas de un incremento de los salarios más allá del 2.5%, ritmo al que actualmente crecen en EE.UU. y por lo tanto ante un cambio en la participación del factor trabajo en el PIB? o ¿será mediante el crecimiento de la inversión en tecnología –alentada con una menor carga fiscal- como se compensará la falta de trabajadores limitando de este modo el deseado repunte de la inflación? No hay bálsamo universal que aplicar, de modo que por algún lado se irán abriendo fisuras en función de las opciones que se vayan tomando, pero a salvo de shocks externos, el hilo de la cometa permite construir pronósticos benignos para 2018 donde todo apunta a que los tipos de interés nominales seguirán siendo bajos y los gobiernos no tendrán que preocuparse de momento de que un incremento del coste de financiación venga a complicar sus presupuestos. A cambio, el margen de reacción a sorpresas negativas es muy escaso y a sabiendas, tanto en Europa como en EE.UU., en breve se recuperarán discursos alentando la inversión en infraestructuras como fórmula que permita alargar el ciclo y preparar así el terreno para eventuales estímulos. Claro que los niveles de deuda son altos y eso reduce el margen, pero es aquí donde el papel de la inflación empezará a ser necesario.

Si después de cinco alzas de tipos de interés en EE.UU. desde que se inició el cambio de ciclo, el nivel de referencia está –desde el miércoles pasado- en el rango 1.25-1.50%, no puede decirse que la política monetaria esté siguiendo una pauta muy restrictiva...

Si es preciso, y todo apunta a que algo de este tipo ha de acontecer, los bancos centrales tendrán que estimular el crecimiento de precios que ahora choca con la barrera del 2%. La inflación responde bien a expectativas, de modo que cabe que a medida que nos adentremos en lo que se supone la parte final del ciclo, los objetivos de inflación se sitúen oficialmente más allá del 2% para estimular así la ruptura de un techo que los propios agentes económicos evitan superar. Esto probablemente signifique que no será antes de 2019 cuando hayamos de ocuparnos de un verdadero cambio. Hasta entonces, señoras y señores, ¡el juego continúa!

José Manuel Pazos

Analista y consultor

Consejero Delegado del Grupo Omega Financial Partners. Es economista, MBA por la IE Bussiness School y en Estrategia Internacional por la London Business School. Formado en el Chicago Mercantil Exchange, es experto en Options Risk Management por O´Connell & Piper de Chicago. Conferenciante y profesor de derivados financieros y divisas en diversos programas Master. Además, dirige los Comités de Riesgo de compañías de múltiples sectores de actividad, siendo miembro de varios Consejos de Administración. Ha sido contertulio habitual de emisoras de radio, miembro del equipo editorial de diversos diarios

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