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Ignacio Pino, Country Manager de CaixaBank en Marruecos
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Ignacio Pino, Country Manager de CaixaBank en Marruecos

Marruecos y países subsaharianos: oportunidades a la vista

lunes 15 de enero de 2018, 17:08h
Como director de oficina de banca internacional de CaixaBank, llevo ya cinco años viviendo en el Norte del continente africano. Durante los dos últimos, he tenido la responsabilidad de dirigir la sucursal operativa de la entidad en Marruecos, con tres oficinas: Casablanca, Tánger y Agadir. Y, a lo largo de todo este tiempo, he podido conocer de primera mano la realidad económica y social de una zona emergente en la escena internacional, cada vez más relevante y atractiva en todos los sentidos.

En Marruecos, especialmente, he encontrado un pueblo amante de las tradiciones y con gran apego a la familia, pero también generoso, hospitalario y totalmente abierto a personas de otras culturas. La situación económica ha progresado, aunque creo que lo mejor está por llegar, gracias a dos bazas que son una sólida esperanza de futuro: una estrategia clara de desarrollo y una población muy joven. De los 35 millones de marroquíes que hay en la actualidad, el 53% tiene menos de 24 años. Con el foco adecuado en educación, Marruecos logrará convertirse en un gran país.

Desde el punto de vista económico, existen tres áreas delimitadas, entre otros factores, por la especialización de su actividad productiva. En el Norte, la ciudad de Tánger es el gran polo de atracción comercial, con el puerto de Tánger Med y la mayoría de las fábricas textiles ubicadas en esa zona. En el centro del país, Casablanca, Rabat y Kenitra concentran la industria aeronáutica, la automoción y las delegaciones de las grandes empresas multinacionales. En el Sur, Agadir atrae a buena parte de los sectores pesquero y agrícola. Precisamente este último desempeña un papel fundamental en la economía marroquí, ya que aporta el 15% del PIB, da empleo a en torno el 40% de la población activa total y representa el 20% del valor de las exportaciones marroquíes.

Los datos confirman que España es el primer socio comercial de Marruecos. Existe un flujo de intercambios comerciales con un volumen aproximado de 13.000 millones de euros. El 35,1% de las exportaciones de la Unión Europea con destino a Marruecos las realizan empresas españolas, frente al 18,4% de las francesas o el 10,5% de las alemanas. En el país, hay 19.000 empresas españolas con negocio export-import, de las cuales 5.000 han desarrollado esta actividad de manera regular durante los últimos cuatro años. Marruecos supone, por tanto, un gran éxito para las empresas españolas en materia de comercio exterior.

Sin embargo, las inversiones son todavía una asignatura pendiente. Mientras la mayoría de las empresas del CAC 40 francés han creado delegaciones propias para sus operaciones en el mercado marroquí, apenas dos o tres compañías del IBEX 35 cuentan con una presencia similar. Este hecho se explica por aspectos políticos e históricos, así como por los pobres resultados de algunos proyectos recientes con los que se intentó improvisar una huida de la crisis inmobiliaria española. Pero, actualmente, la situación ha cambiado: las tasas de crecimiento de Marruecos, con incrementos del PIB del 4% en los últimos años, y las excelentes relaciones políticas hacen que el país resulte un destino de inversión muy interesante.

Es un momento idóneo para que las grandes empresas españolas formen parte del desarrollo económico de Marruecos y participen de forma destacada en proyectos importantes de sectores como las infraestructuras, las energías renovables, la industria agroalimentaria o la obra pública. Estas corporaciones, a su vez, ayudarían a canalizar flujo de negocio hacia las pymes proveedoras de servicios. Por poner un ejemplo reciente, las empresas españolas Acciona, Sener y Tsk han construido en Marruecos uno de los mayores parques termosolares del mundo, para lo que han contado con un buen número de pymes españolas.

Pero existe otra razón por la cual las empresas españolas deberían tener presente al país vecino al planificar sus inversiones. Hoy en día, Marruecos, además de un mercado prometedor, se está configurando como la plataforma de entrada al resto de África. Casablanca se ha convertido en un gran hub financiero y la ciudad está llena de hombres de negocios procedentes de todo el continente y, en especial, del área subsahariana. Además, Marruecos ha vuelto a la Unión Africana y, recientemente, ha solicitado la adhesión a la CEDEAO (Comunidad Económica de los Países del África del Oeste). Cuando estos acuerdos entren en vigor, el país (y también las empresas españolas que tengan una filial en él) podrá comerciar libremente con todos estos Estados.

Hablamos de lugares como Costa de Marfil, con unos crecimientos del PIB cercanos al 8% al año, o Senegal, con un crecimiento entre el 6 y el 7% anual. La variedad de oportunidades abarca desde las infraestructuras (donde muchos proyectos cuentan con ayudas de organismos multilaterales, como el Banco Mundial, el Banco de Desarrollo Africano o la Unión Europea) hasta la construcción, las energías renovables, la pesca, la agricultura y el comercio de maquinaria y bienes de consumo.

Evidentemente, quien se anime a iniciar esta aventura tiene que hacerlo bien asesorado. No sería correcto hablar de África como un solo mercado, sino de un conjunto muy diverso de países con perspectivas interesantes, pero con situaciones desiguales. La claridad de ideas y el acompañamiento de un equipo profesional especializado en la región son claves para el éxito.

Justamente Marruecos es el gran conocedor de los países subsaharianos, con los que lleva tiempo realizando intercambios comerciales. Últimamente, ha desplegado una fuerte inversión en sectores como la banca, los seguros, la telefonía móvil y el agro. Esto no significa que las oportunidades para las empresas españolas se estén agotando; al contrario, nuestro análisis es que en Marruecos se puede encontrar la experiencia y las vías de comunicación necesarias para entrar con ciertas garantías en nuevos mercados.

En definitiva, la empresa española tiene que mirar hacia Marruecos y hacia África, un continente del que apenas nos separan 14 kilómetros, pero donde está casi todo por hacer, con un sinfín de proyectos y oportunidades de inversión que se pueden abordar con el soporte de un buen asesoramiento y el acompañamiento de especialistas en la zona.

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