La familia Turpin y el maltrato hacia sus hijos

En primer lugar, debemos hacer referencia al concepto de familia, entendido como grupo de personas que mantienen un parentesco. Con esta definición, queda palpable lo que en la familia Turpin se vivía, pues convivían juntos, en este caso estaban obligados a convivir juntos. Según los medios de comunicación, la policía al entrar al domicilio familiar, vieron como algunos de los hijos del matrimonio se encontraban encadenados y la habitación donde se encontraban, desprendía un grotesco olor. Además, presentaban síntomas de malnutrición lo que les ha llevado a tener problemas en el crecimiento y desarrollo.

Estas situaciones evidentemente, han propiciado unas graves secuelas tanto físicas, como psíquicas en sus hijos, algunos menores de edad y otros mayores. La acción de estos progenitores sobre sus hijos, es cuanto menos llamativa, pues llegaron a catalogar a sus hijos como “cosas”, y lo expresaban abiertamente sobre camisetas que portaban los hijos, donde estaba impreso, cosa 1, cosa 2, y así sucesivamente.

En las declaraciones que han efectuado los progenitores, mantiene que deseaban convertir su familia en un reality show, algo que resulta del todo increíble debido a las situaciones pésimas en las que se encontraban los hijos, presentando hasta marcas de agresiones.

El aislamiento al que les forzaron los progenitores era tal que hasta no mantenían contacto con otros familiares, en definitiva con el mundo exterior, lo que va a generar una gran problemática de adaptación al entorno social, en los menores.

La dificultad de adaptación que han desarrollado estos padres a sus hijos, llega a ser muy potente, presentando discapacidades cognitivas, debidas a la malnutrición de los menores. Estas secuelas son difícilmente resarcibles y es aún más grave que los progenitores no reconozcan el daño que les han ocasionado.

Se podría hablar de un comportamiento perverso de los padres, sin unas capacidades parentales adecuadas, por lo que no presentan una buena capacidad de apego, mostrándose con un carácter punitivo, es decir de castigo, con normas rígidas. Este tipo de estilo educativo se podría explicar, como la exigencia de los progenitores a los hijos, de comportamientos en función de lo que ellos deciden, que se debe o no se debe hacer.

Esto significa que los hijos aprenderán en base al miedo, presentando poca autonomía además de un nivel bajo de autoestima. En ningún caso, podría justificarse la acción que han llevado estos progenitores con sus hijos.