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"Portavozas"

viernes 09 de febrero de 2018, 13:06h

Esta semana la lengua se ha puesto de actualidad gracias a la creatividad lingüística de Irene Montero, portavoz de Unidos Podemos en el Congreso, que ha acuñado el término "portavoza".

La RAE ha sido contundente en Twitter:

El sustantivo "portavoz" es común en cuanto al género, lo que significa que se usa la misma forma para el masculino y para el femenino. El género gramatical se evidencia ahí a través de los determinantes y adjetivos: "el portavoz español" / "la portavoz española".

A pesar de pegarle una patada al diccionario, a Irene Montero hay que darle gracias. Primero, porque ha conseguido que la RAE reciba un "aluvión de consultas" en Twitter y por correo electrónico, según reconocía un portavoz de la Academia a Europa Press. Segundo, porque ha abierto el debate -manido, en mi opinión– sobre si el forzado uso del lenguaje en un femenino inexistente hace que la sociedad sea más justa y las mujeres estemos más cercanas a la igualdad con los hombres.

No ha sido la primera. Y seguramente no será la última. A ocurrente ya le ganó Bibiana Aído con su famoso «miembras» y, antes, las «jóvenas» de Carmen Romero.

Es interesante la posición del Diccionario Panhispánico de Dudas respecto a la batalla de géneros que se plantea dentro de la guerra por la desigualdad entre sexos.

Las palabras tienen género (y no sexo), mientras que los seres vivos tienen sexo (y no género). No obstante, en los años setenta del siglo xx, con el auge de los estudios feministas, se comenzó a utilizar en el mundo anglosajón el término género (ingl. gender) con un sentido técnico específico, que se ha extendido a otras lenguas, entre ellas el español. Así pues, en la teoría feminista, mientras con la voz sexo se designa una categoría meramente orgánica, biológica, con el término género se alude a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc.

Irene Montero persiste en su error lingüístico y defiende a capa y espada que es «portavoza» porque "a veces desdoblando el lenguaje, aunque no suene muy correcto, se puede avanzar en la igualdad", ya que "lo que no se nombra suele no existir".

Esa idea no es nueva. Ya en los años 40 Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf desarrollaron la hipótesis de Relatividad Lingüística, según la cual la lengua de un hablante determina la forma en la que conceptualiza la realidad que lo rodea.

Pero resulta que, si llevamos esto al extremo, nos encontramos con que profesiones en las que no existe la terminación en -o deberían ser un oasis femenino. Y, al menos en el caso que me compete, juro por Snoopy que no lo es.

En el periodismo todos somos periodistas. Incluso ellos. Pero los "periodistos" ganan más y copan los puestos directivos. ¿De qué nos sirve a nosotras el femenino inclusivo?

Pensemos también en los futbolistas, los atletas, los dentistas, los guías o los taxistas -que no cobran más, pero les insultan menos-. En algunas de estas profesiones con «-a», ya no es que nosotras ganemos menos, es que apenas existimos.

Para quienes quieran ir aún más allá, queda el género neutro. Podríamos hablar de "portavoce" -que suena así como muy italiano-, "periodiste" o "miembre". Y el que sea un poco más techie, que se quede con la @. Las 25 libras castellanas no nos darán más poder, pero al menos sí un poco más de peso.

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