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'Las tres hermanas. Deconstructing Chèjov': destino, melancolía
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'Las tres hermanas. Deconstructing Chèjov': destino, melancolía

viernes 16 de febrero de 2018, 17:00h
La singular e inteligente mirada del dramaturgo José Sanchís Sinisterra sobre Las tres hermanas, la obra teatral más representada de Anton Chèjov, puede verse hasta finales de febrero en la Sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez de Madrid. Para que no haya ninguna duda sobre su intención y resultados, el maestro valenciano del teatro ha titulado su trabajo dramatúrgico 'Las tres hermanas. Deconstructing Chèjov' porque ha reducido a lo esencial la obra universal, y ha acortado el número de personajes, dejando solo tres (las hermanas, por supuesto), aunque lo medular del drama sigue siendo perfectamente reconocible.

En efecto, si alguien acude al montaje sin conocer nada del original de Chèjov, va a recibir, en unos 80 minutos, lo medular de ella, es decir, la melancolía del presente, la añoranza del pasado y la falta de esperanza en el futuro de la familia Prózorov. Tan interesante y delicado ejercicio se debe también a la sensibilidad y detalle de Raimon Molins, director del montaje y al estupendo trabajo de las tres actrices que permanecen durante todo el tiempo en escena: Patricia Mendoza (la joven y entusiasta Irina), Mireia Trias (la valiente y decidida Masha) y Marta Domingo (la rígida y conservadora Olga).

Con el fondo de un inmenso salón (siete son los relojes de pared que lo adornan y que, inexorablemente, van marcando el paso fatídico del tiempo…), con un sobrio comedor, varios sillones y el paso a los jardines y a la entrada de la inmensa mansión que habita la familia Prózorov, se describe la monótona, aburrida y asfixiante vida de los cuatro hermanos que la habitan, (Olga, Masha e Irina y su hermano Andrei, aunque este último no aparece nunca en escena). El hermoso diseño de la escenografía corresponde a Mireia Trias, mientras que el vestuario de época (recordemos que la obra se escribió en 1900 y se estrenó un año más tarde) lo firma Glòria Viguer, y la luz, generalmente casi en penumbra, y a veces radiante, como el sol que de vez en cuando se atreve a salir en ese lejano pueblo ruso que habitan los hermanos, la ha puesto Raimon Rius.

Tempus fugit

Chèjov quiso llevar al escenario el fin de una época, la que se estaba viviendo en la Rusia a caballo entre finales del siglo XIX y principios del XX, en donde a las clases privilegiadas, entre las que se encontraba la nobleza, se le estaba viniendo encima un mundo nuevo ante el que no sabía cómo reaccionar. El circulo vicioso en el que se encuentran las tres hermanas sintetiza muy bien esa impotencia de la vieja nobleza, incapaz de reaccionar ante un pasado que ya no volverá, un presente sin sentido y un futuro que no acaba de llegar y que está metafóricamente representado en ese deseo permanente y obsesivo de las tres hermanas por volver a Moscú, símbolo del cosmopolitismo, el progreso y la cultura, un mundo que está cada vez más lejos de ese pueblo de provincias a donde se ha visto abocada a retirarse la familia Prózorov. Un sueño que no se materializa nunca y que, cuanto más se recurre a él, más hondo es el pozo de melancolía en el que se sumen las tres mujeres.

Sanchís Sinisterra coloca en escena solo a las tres hermanas protagonistas, mientras que el resto de los personajes del drama original de Chèjov que le ha servido de inspiración (Chebutikin, Tusenbach, Soliony, Kuliguin, Vershinin, entre otros), aparecen a través de un juego de idas y venidas en el tiempo real o imaginado: entre el pasado, el recuerdo, la imaginación, el relato y la vivencia de las hermanas. Ese juego es muy interesante porque Patricia Mendoza (Irina), Mireia Trias (Masha) y Marta Domingo (Olga), se ven obligadas a representar en escena las figuras de esos personajes citados, pero ausentes, con sus cambios de voz y sus posturas corporales, que les hacen adquirir casi vida propia ante los ojos de los espectadores.

La reconstrucción del drama partiendo del clásico de Chèjov ha obligado al dramaturgo español a jugar con el lenguaje (son frecuentes las repeticiones de texto, sobre todo al principio), que también envuelve a los personajes en una especie de elipse sin fin, como el estado eternamente melancólico en el que parecen instalados. Con todo, sigue siendo el camino que recorren estos, y no la meta a donde puedan llegar (¿Moscú?), lo que sigue importando verdaderamente tanto en el drama original como en esta interesante recreación de Sanchís Sinisterra que recomendamos tanto a los amantes de Chèjov como a quienes estén aún por descubrirlo.

'Las tres hermanas. Deconstructing Chejov'

Autor: José Sanchís Sinisterra (a partir de Las tres hermanas, de Anton Chèjov)

Dirección: Raimon Molins

Intérpretes: Patricia Mendoza, Mireia Trias y Marta Domingo

Diseño de luces: Raimon Rius

Escenografía: Mireia Trias

Vestuario: Glòria Viguer

Diseño gráfico: Joan Bacardí y Ariadna Fígols

Fotografía: Cristina Sánchez

Producción: Atrium Producciones

Teatro Fernán Gómez, Madrid

Hasta el 25 de febrero de 2018

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