Dirigida por Luis Luque y con texto original de Paco Bezerra, en ‘Lulú’ se vuelve a revisar el mito de la mujer malvada, seductora, causa y origen de buena parte de los males del hombre como ha parecido siempre en la mitología desde la misma Biblia. Pero ahora autor y director del montaje revisan la óptica de las cosas y ponen cada pieza en su sitio.
La fábula, que estos días puede disfrutarse en el Teatro Bellas Artes de Madrid, presenta a un hombre viudo y dueño de una inmensa plantación de manzanos, Amancio (estupendo Armando del Río), que vive en la finca con sus dos hijos, Calisto y Abelardo (David Castillo y César Mateo, respectivamente). El padre vive obsesionado por matar a la serpiente que causó la muerte a su mujer, y se pasa la vida persiguiéndola por la plantación hacha en mano. Sus hijos, ya mayores, le afean su desinterés por todo y por todos (ni come, ni se ducha, ni se relaciona…), y están planteándose dejarlo solo e irse a vivir fuera de casa. Como siempre que hay contratiempos personales, Amancio sube a su coche y va a dar una vuelta sin rumbo fijo. Es su vía de escape. Esta vez el azar lo lleva a descubrir una mujer tirada en un camino, semidesnuda, que ha debido tener un accidente porque no recuerda nada. Es Lulú (sugerente, misteriosa, sensual y soberbia María Adánez). La decisión del padre de llevar a casa a la desconocida va a cambiar radicalmente las relaciones y las expectativas de los tres varones de la familia… Las cosas se tuercen y las desgracias llegan también a la casa, incluso con el incendio de la plantación. Un vecino del lugar, y confidente de Amancio, Julián (muy bien Chema León), que construye toda una teoría acerca de la maldad de la mujer desde la irrupción de aquella Lilith, supuesta primera esposa de Adán, que luego sería sustituida por Eva.
La historia es relatada directamente al público por Amancio que, a su vez, se incorpora como personaje a la historia que se narra, y ese doble juego provoca un distanciamiento del espectador que le propicia la reflexión próxima e inmediata de cuanto sucede en escena. Al final, María Adánez, ahora vestida como una jornalera de la finca, desmonta en un brillante monólogo ese ingratísimo papel otorgado a la mujer por quienes escriben la historia (los hombres, claro), como fiel, legítima y digna portavoz de cuantas mujeres han sido, son y -desgraciadamente- seguirán siendo objeto de abusos, maltratos, violencia física y hasta de asesinatos, como estamos viendo día a día.
Mónica Boromello presenta un campo lleno de manzanos en su escenografía; la excelente iluminación de Felipe Ramos oscila entre la penumbra del relato y la luz potente del descubrimiento de la nueva mujer, la que es capaz de contar su propia versión; Mariano Marín pone música y ambiente sonoro, y con ellos el emocional relato y, por último Beatriz Robledo, viste a los personajes.
Contundente alegato contra la violencia machista en una propuesta escénica sugerente, prometedora, pero innecesariamente recortada en su duración (poco más de una hora) que Bezerra y Luque, que tantos y tan buenos trabajos han firmado al alimón (La escuela de la desobediencia, El señor Ye ama los dragones, El pequeño poni, Dentro de la tierra…), saben de sobra concretar más y mejor pero que, por alguna razón que a nosotros se nos escapa, han decidido acortar y redondear de forma contundente, casi cortante (quizás como el hacha de Amancio, porque donde las dan, las toman).
‘Lulú’
Autor: Paco Bezerra
Dirección: Luis Luque
Reparto: María Adánez, Armando del Río, César Mateo, David Castillo y Chema León
Escenografía: Mónica Boromello
Música original y espacio sonoro: Mariano Marín
Iluminación: Felipe Ramos
Vestuario: Beatriz Robledo
Ayudante de dirección: Álvaro Lizarrondo
Diseño Gráfico: Bart
Fotografía cartel: Luis Malibrán
Fotografía programa: Luis Castilla
Teatro Bellas Artes, Madrid
Hasta el 25 de marzo de 2018
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