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'Elvira': Toni Servillo y el milagro del teatro

sábado 21 de abril de 2018, 10:51h

El extraordinario actor italiano Toni Servillo ha estrenado en el Pavón Teatro Kamikaze ‘Elvira', obra que él mismo dirige y protagoniza y que pone el broche de oro a la 35ª edición del Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid (FOP). ‘Elvira’ narra las lecciones que el maestro Louis Jouvet impartió a la actriz Paula Dehelly mientras preparaban el "Don Juan" de Molière en el París ocupado por los nazis, con la que la actriz Brigitte Jacques elaboró una obra en los 80 que ahora el actor y director italiano Toni Servillo ha recuperado y adaptado. En la nueva versión Jouvet es Servillo y Petra Valentini, interpreta a Elvira.

La Elvira protagonista del montaje de Servillo repite una y otra vez el monólogo de despedida ante don Juan, en un cada vez más frustrante intento de interiorizar el personaje siguiendo las precisas indicaciones de Jouvet -¡impresionantes los personajes creados por Servillo y Valentini!-, y generando un juego escénico acerca de la relación íntima y profunda que se crea entre el director y los actores a la hora de construir el alma, el verdadero sentimiento que mueve a un personaje, que el actor (la actriz, en este caso), debe de transmitir al público para que sea atravesado por ese mismo sentimiento.

“No os sorprendáis, Don Juan, de verme a estas horas sola -recita de todas las formas posibles Petra Valentini metida en la piel de Elvira-. Un motivo urgente me obliga a visitaros y lo que debo deciros no admite retraso. No vengo embargada de la ira... El cielo ha alejado de mi corazón el digno ardor que sentía por vos... Me veis muy cambiada con respecto a esta mañana... Os he amado con una ternura inmensa...”. Los ensayos, con el teatro siempre a puerta cerrada, se desarrollan en el París ocupado entre el 14 de febrero de 1940 y el 21 de septiembre de ese mismo año... Entre acto y acto, un súbito apagón de luces y como comienzo del siguiente, una campanilla tenue que recuerda el inicio de un nuevo round, como si de un combate de boxeo -en esos años era un deporte muy popular en Europa y América-, se tratase.

La actriz no acaba de encontrar el sentimiento necesario para interpretar a Elvira y, después de cada frase suya, el director va dando una nueva razón, un enfoque distinto, que suponen una nueva “vuelta de tuerca” a la actriz para que acabe de entender qué es exactamente lo que pretende que haga. Entre constantes referencias a grandes dramaturgos (Racine, Moliere, Marivaux, Goldoni...), el director de escena va matizando actitudes, palabras, velocidad de dicción, tono, al tiempo que corrige la postura corporal y gestual, no como gimnasias del cuerpo y del cerebro, sino como indicadores del sentimiento que la actriz no acaba de encontrar para sintonizar la misma frecuencia que su director.

“Interpretar siempre exige un esfuerzo”..., “es el arte de agitar la propia sensibilidad para encontrar nuevas vías... Es como un caudal que fluye”…, “la técnica que no viene del sentimiento crea banalidad”…, “el espectador debe sentir lo mismo que el actor”.

El escenario está prácticamente vacío, con apenas unas sillas sobre él, y la instalación de una rampa de bajada al patio de butacas desde la escalerilla central, y la reserva de todas las butacas de la fila uno, por donde se mueven con frecuencia director y actores. Así, el espectador asiste a ese acto secreto, supremo del teatro, que es cada uno de los ensayos. Es ahí donde verdaderamente crece cada obra, donde se da vida a cada uno de los personajes que después el espectador verá expresarse, desesperarse, flotar, amar, sufrir o morir en el escenario y que dará el indicador preciso al actor del grado de cumplimiento de su labor artística si el público ve al actor en lugar del personaje, en lugar del ser humano con alma propia, que lo hace un ser único, algo no va como debiera y hay que seguir trabajando duro…

“La inteligencia teatral no basta si no hay sentimiento”, prosigue el director sin dejar un resquicio al desaliento… La dramaturgia, la técnica al servicio del sentimiento, los valores que mueven cada nuevo montaje, la relación que se establece entre los distintos actores y el director, que va mucho más allá del escenario, es lo que se revela en ‘Elvira’. Es como asistir al misterio del teatro, a su génesis, a su creación, para que nunca más el público olvide lo que hay detrás de cada montaje que acude a ver.

Y cuando detrás de ese misterio hay dos actores de la talla de Toni Servillo y Petra Valentini, la fiesta está servida. ¡Qué energía, qué matices de voz, del gesto, del cuerpo en ambos actores! Es un verdadero placer asistir a montajes como este que, en la tarde del estreno, estaba poblado de profesionales de la escena (dramaturgos, directores, actores, escenógrafos, iluminadores, diseñadores de sonido…), lo cual es un indicador clarísimo de que los programadores del FOP han sabido dar en el clavo con la elección de ‘Elvira’ para cerrar una nueva edición del Festival de Otoño a Primavera que ha traído al escenario madrileño espectáculos de diez nacionalidades diferentes y propuestas distintas con obras como Edipo o Electra de la portuguesa Compañía do Chapitô; la danza Rain, de la belga Anne Teresa De Keersmaeker, o la obra En manque, del director y actor francés Vincent Macaigne.



‘Elvira’

Una pieza basada en el texto:

Elvire Jouvet 40, de Brigitte Jaques

Traducción:

Giuseppe Montesano

Dirección:

Toni Servillo

Vestuario:

Ortensia De Francesco

Iluminación:

Pasquale Mari

Sonido:

Daghi Rondanini

Ayudante de dirección:

Costanza Boccardi

Intérpretes:

Toni Servillo, Petra Valentini, Francesco Marino y Davide Cirri

Una coproducción de:

Piccolo Teatro di Milano Teatro d’Europa y Teatri Uniti di Napoli

Teatro Pavón Kamikaze, Madrid

19,20 y 21 de abril de 2018

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