El Real Madrid no ha llegado a 8 semifinales de Champions consecutivas por casualidad. El campeón de las dos últimas Copas de Europa lució en el Allianz Arena pegada, solidez y oficio para ganar 1-2 al Bayern y tomar ventaja en la eliminatoria sin apenas poder hacer su juego. Ya gana en Europa por inercia, porque es el mejor y porque sus rivales le temen y cometen errores impropios de un gigante continental como es el conjunto bávaro.
Marcelo y Asensio dieron la vuelta al tanto de Kimmich, que ciertamente marcó cuando menos lo merecía el Bayern, para lograr un gran resultado que habrá que certificar en el Santiago Bernabéu el próximo martes para estar en la final. Un fallo defensivo de Marcelo propició que el Bayern marcara el primero, también con un Keylor Navas que pudo hacer mucho más en el tanto, y dejó tocado al Madrid... por poco. Marcelo recogió un balón en la medular y empalmó una volea implacable que dejaba tablas en el marcador antes del descanso.
Fueron los alemanes los que pagaron ese empate en su ánimo y aunque en la segunda parte achucharon a los blancos, un grave error defensivo de Rafinha dejó una contra a placer entre Lucas Vázquez y Asensio, una conexión ya de amistad y talento que permitió el 1-2 definitivo. Pudo hacer el Madrid el tercero incluso más tantos, mientras que el Bayern también intentaba con más fe que acierto el empate.
Al final, ventaja blanca que ya para nada sabe a definitiva tras las famosas remontadas de Roma y Juventus en los cuartos de final, precisamente una de ellas ante el Madrid en el Bernabéu. Los de Zidane querrán que el Bernabéu sea un fortín y mejorar su juego para no sufrir más sustos. Sólo la final y el título europeo salvaría una temporada que comenzó de manera desastrosa. El entrenador francés, por cierto, se atrevió a romper la célebre BBC de inicio, dejando a Bale y a Benzema en el banco. Sólo el delantero galo tuvo minutos en la segunda parte.
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