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Carboneras: si los tontos volaran

miércoles 02 de mayo de 2018, 11:57h

La falta de criterio y la capacidad de hacer siempre lo más inconveniente es cosa inherente a nuestros políticos cualquiera que sea su color, es verdad, no obstante, que en el PP hacen todo lo posible por ser los campeones: desde vicepresidentas de CCAA que, en ejercicio, mangan en supermercados -qué cutrez, por Dios- hasta este nuevo caso del que hoy hablo: un tontejal contrata a un asesino múltiple, sanguinario y sin arrepentir para que potencie la imagen de su pueblo.

Supongo que aquí es de aplicación aquello de que Para el carpintero la madera siempre es la solución y, así, Pascual Díaz Hernández, un miembro insignificante del partido Banda de Gángsters, ha llegado a la conclusión de que nada mejor que el mayor asesino de la mafia colombiana para promocionar un pueblecito hermoso, de buenas gentes y que vota mayoritariamente al PSOE, aunque gobiernan los Independientes de siempre con el PP de siempre.

Durante casi dos décadas en Colombia, los 80 y los 90, no había día en que no explotara una bomba, mataran diez policías -dos millones de pesos por tombo- o saltara por los aires algún restaurante con cincuenta comensales y el empresario que buscaban. Era la época de la guerra infame que Pablo Escobar tenía abierta con el estado colombiano y que, de alguna manera, ganó: en 1991 consiguió sustituir la Constitución y que se aprobara una nueva carta magna que prohibiera extraditar a estos perros a Estados Unidos.

Se hablaba con admiración de los capos de los cárteles, Escobar, Ochoa, Lehder, Rodríguez Orejuela, Chepe Santacruz o Pacho Herrera y nadie osaba maldecirles ni en la intimidad del hogar porque cualquier opinión disonante acababa en los oídos del implacable Patrón.

Fueron muchas las cosas que vi por entonces pero contaré solo una de mi padre: tenía una reunión en Cali con uno de sus clientes y estaba en la cola con la tarjeta de embarque preparada, a punto de acceder al avión Boeing 727-21 matrícula HK-1803 operado por Avianca y en el que también debía volar el candidato presidencial César Gaviria. Recibió una llamada notificándole que la persona con la que debía entrevistarse en Cali se encontraba indispuesta así que anularon la reunión. Mi padre abandonó la cola y regresó a su despacho en Bogotá. Similar es la historia de Gaviria.

En el avión un sicario joven, a la busca de una oportunidad de ascender en la organización, se dejó convencer por Carlos Mario Alzate Urquijo (a) el Arete (el pendiente) para llevar un maletín supuestamente con una grabadora para escuchar a dos testigos protegidos. Era una mentira, claro, ya que el sicario en ciernes iba de “suizo” que es como llamaban entonces al engañado suicida que accionaría la bomba. El Arete era uno de los hombres de Popeye.

Mi padre y César Gaviria se salvaron porque el azar así lo dispuso. Los otros 107 pasajeros murieron atrozmente, incluyendo al suizo imbécil. En España, era la una de la tarde, camino de las dos. Mi madre estaba cocinando y escuchando las noticias cuando oyó el comunicado, “...a las 7:16 de la mañana -acababa de ocurrir- ha explotado el avión de Avianca que hacía el tramo Bogotá-Cali”. Yo estaba con ella y el susto, el desmayo y la desesperación llegaron juntos y no se fueron hasta que media hora larga después conseguí localizar a mi padre que, en su despacho, ni se había enterado del atentado.

Aquella Colombia era dura, tenebrosa y muy insegura gracias a las bestialidades de un loco armado, inteligente y sin escrúpulos, Escobar, que se rodeó de personas con idénticas características y muy leales, uno de ellos fue John Jairo Velásquez (a) Popeye, un hombre muy inteligente, culto y de buena familia que ha confesado haber asesinado por su propia mano a más de 300 personas y haber ordenado el asesinato de más de 3.000. Este ejemplo de vida, este dechado de virtudes, es el celebrity que los tipejos del ayuntamiento de Carboneras, Almería, han elegido para promocionar su ciudad.

Dos preguntas solamente:

1) ¿A nadie en ese consistorio le rechina que se gaste el dinero público para pagar a un asesino?

2) ¿Cree este consistorio de energúmenos que Carboneras merecerá plata cuando reciba plomo?

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