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Qué buen gobierno si oviesse buen parlamento

miércoles 06 de junio de 2018, 12:23h

Los supremacistas se rasgaron ayer las vestiduras al ver a su bête noir convertida nada menos que en ministro de exteriores, Josep Borrell, un tipo que habla cuatro idiomas, ha sido presidente del parlamento europeo y tiene buen predicamento y relaciones entre los líderes internacionales. Como además es catalán, todos se han puesto a temblar porque se les acabó la sopa boba con los medios europeos.

Hoy ya conocemos a casi todos los ministros y lo cierto es que Sánchez está conformando un gabinete muy potente de perfiles técnicos sin olvidar lo político. Ahí está Nadia Calviño, cinco idiomas, dos carreras -ninguna por la cosa esa llamada URJC que regala másteres y títulos de licenciado enseñando el carnet de Nuevas Generaciones-, madre de cuatro hijos y excelente cocinera. Una mujer con dos ovarios y una carrera llena de éxitos gracias a su esfuerzo -esfuerzo de verdad, no del PP-: Directora general adjunta de Competencia en la UE; directora general adjunta en la Dirección General de Mercado Interior en UE; directora general adjunta en el departamento de Servicios financieros UE y directora general de Presupuestos UE. Supongo que en nada saldrán los buitres a recordar que es hija de José Mª Calviño, aquel director de RTVE que tuvo los redaños de echar a la calle a Paloma Gómez Borrero y otros filofranquistas enquistados y propiciar programas como la Bola de Cristal o Si yo fuera presidente, claro que entonces en España había libertad.

No voy a ir uno por uno, tiempo habrá, pero son de destacar sus currículos académicos en universidades de prestigio con doctorados y másteres de verdad y sus logros profesionales en el sector público y privado. No querría acabar, sin embargo, sin nombrar a Carmen Calvo, vicepresidenta: un lujo contar con su inteligencia y su criterio.

Es un gobierno que cabrea a los peperos y a los indepes por igual y eso solo puede ser bueno porque ambos se retroalimentan para sobrevivir. Sin embargo, el parlamento al que rendirán cuentas se compone de 134 dobermans sin vacunar, 32 centro-derechosos (Aznar dixit) descolocados y enrabietados por el triunfo de Sánchez; 67 desnortados que lo primero que piden, jatetú, es "mejorar los permisos de paternidad" (sic, ¡coño, un poco de seriedad!) en lugar de colaborar como segundones de la izquierda a reconstruir el país tras el secarral en que lo han convertido los salientes; seis enfermos de ictericia y un dogmático (ERC) y luego la caterva de difícil catalogación que es el grupo mixto. En medio los vascos, derecha moderada, moderna y -sorprendente en España y más en esta EsPPañistán que nos deja el PP- con criterio propio sobre la responsabilidad política ante sus votantes. Son los que más van a perder en el corto plazo -los próximos cinco meses en que los millones prometidos por los falsarios se van a evaporar en el senado-, pero los que más van a ganar a partir del año próximo.

El parlamento más fragmentado de la historia para el mejor gobierno en décadas. Durará algunos meses, tal vez un año largo o más. Después, los españoles decidiremos en las urnas: si gana Ciudadanos, el independentismo pasará de amarillo pollito a pálido patibulario; si gana el PSOE los unionistas catalanes cantaremos el Sic transit gloria mundi con una sonrisa de oreja a oreja. Si gana el PP..., bueno pues nos volverán a levantar la camisa y el independentismo aplaudirá con las orejas.

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