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Felipe

viernes 21 de diciembre de 2007, 04:25h
Felipe González provoca nostalgia hasta en las filas de la derecha. La prueba es que en el último pleno del año hasta Mariano Rajoy elogió la designación de González para presidir el grupo de trabajo que tiene que ponerse a pensar en el futuro de la UE.

A Zapatero no le costó nada obtener de sus colegas europeos la designación de González, entre otras cosas porque el ex presidente sigue siendo un referente político en Europa.

Ahora, a González se le va a ver más, aunque sea de reunión en reunión con los "cabezas pensantes" de la U.E., y esa visibilidad de González no le viene nada mal al PSOE, tan necesitado de ofrecer una imagen de solvencia, de la que desafortunadamente carecen la mayoría de sus actuales líderes y ministros.

Rajoy, naturalmente, elogia a González para contraponerle con Zapatero, o sea, para dar una patada en las espinillas, pero  seguramente ha dicho lo que piensa al afirmar que González sí tiene ideas, aunque no todas buenas. A González hasta sus adversarios le reconocen hoy su talla de estadista y admiten que a pesar de los errores cometidos era un hombre de Estado.

Lo cierto es que Felipe González, con éste encargo, parece volver a encontrar un sitio en la política, de la que se había ido pero sin hacerse invisible, que es lo que algunos hubiesen querido. Tenerle en Europa "pensando" tranquiliza a la nueva generación de dirigentes del PSOE, que saben mejor que nadie que dentro de sus propias filas a Felipe se le añora. De manera que nada mejor que un encargo institucional y bien lejos para que su visibilidad resulte invisible a otros efectos.

Cualquier tiempo pasado no fue mejor, lo mejor siempre está por venir, pero a veces todos caemos en la tentación de las comparaciones y ahí les duele a los zapateristas acérrimos. El caso es que Felipe, porque en éste país el personal le continua llamando sólo Felipe, vuelve a estar ahí, por más que esa presencia no sea el preludio de nada más, porque no parece que sus ambiciones vitales pasen por volver a la política nacional. Seguramente, en estos años de presidente jubilado, se ha recuperado para sí mismo y para los suyos y no quiera dar marcha atrás.

Lo sorprendente es que a pesar del tiempo su figura continúe teniendo tanto peso específico más allá incluso de su propia voluntad. Lo dicho, Felipe está ahí.
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