Mujer de entre 45 y 55 años, la cara del paro de larga duración

Más allá de los buenos datos del paro de los últimos meses, USO recuerda que la tasa de desempleo en nuestro país, el 15,28%, duplica a la de la zona euro, con 3.490.100 personas en situación de desempleo. "A estas personas no les ha llegado la recuperación y muchos de ellos se encuentran en claro riesgo de exclusión social. Es por ello que en este estudio queremos profundizar en este colectivo, qué características tiene, exponer la realidad del paro de larga duración y de los jóvenes", señalan desde USO.

Un 15% sobre el total de parados tienen edades comprendidas entre los 15 y 25 años, mientras que son un 25% los que tienen edades comprendidas entre los 45 y 55 años; es decir, uno de cada cuatro parados está en este tramo de edad. Si analizamos este dato en función del sexo, vemos cómo las mujeres desempleadas superan a los hombres, salvo al inicio de su edad laboral y al finalizar la misma. Hay más jóvenes y mayores desempleados entre los hombres, mientras que en tramos donde se agrupa el mayor número de parados prevalece la presencia de la mujer.

Los parados de larga duración duplican a los de 2008

En un mercado de trabajo marcado por gran número de contrataciones y, por tanto, con la posibilidad de entrar y salir de la situación de desempleo, es muy significativo y preocupante que un gran número de los actuales parados tenga el calificativo de “larga duración”.

Un parado adquiere la lamentable calificación de larga duración cuando supera el año en esa situación; pues bien, el 52% de nuestros desempleados tienen esta condición, que alcanzaría el 56% si descontamos aquellos que ya han encontrado empleo. Es decir 1.780.100 personas llevan en el paro más de un año y de estos, la gran mayoría, 1.274.600 más de dos años en esta situación.

Esto quiere decir que, al menos, el 37% de los desempleados ya ha agotado la prestación contributiva por desempleo y no recibe nada o, en algunos casos se podrá acoger al subsidio por desempleo o a la nueva prestación aprobada con la ley de Presupuestos de 2018.

Esta distribución en función no solo del tiempo de permanencia en el desempleo, sino añadiendo la variable de sexo, nos indica, una vez más, que las mujeres son las que están más tiempo en esta situación de desempleo de larga duración.

Los parados de larga duración duplican en 2018 a los existentes en 2008, al inicio de la crisis; la salida de este colectivo de la situación de desempleo está siendo muy lenta y creándose situaciones de desatención. En el segundo trimestre, se ha incrementado el porcentaje de parados que están entre uno y dos años en situación de desempleo. Hemos pasado del 14,6% al 15,5%, una tendencia que, de mantenerse, sería muy preocupante y difícilmente revertible.

Cruzando ahora las variables de edad y permanencia en el desempleo, vemos cómo los parados de larga duración, de manera muy especial aquellos que llevan más de dos años, destacan en todos los tramos, pero significativamente en aquellos que se corresponden a los tramos entre los 45 y 55 años.

Si esta misma distribución la realizamos teniendo en cuenta el sexo, vemos, una vez más, que las mujeres lideran el paro de larguísima duración (más de 2 años), superando las 200.000 las que están en esta situación. Una edad comprendida entre los 45 y 55 años y mujer son las condiciones donde se agrupan un mayor número de personas que buscan empleo y no lo tienen.

Teniendo en cuenta que sin duda el dato más relevante de la EPA es cómo está la ocupación, no podemos en este estudio dejar de analizar algunos aspectos significativos de la misma en este trimestre.

El número de mujeres que trabajan a tiempo parcial triplica al de hombres

Atendiendo a la definición recogida en la EPA entendemos por Ocupados: “personas de 16 o más años que durante la semana de referencia han estado trabajando durante al menos una hora, a cambio de una retribución (salario, jornal, beneficio empresarial,…) en dinero o especie. También son ocupados quienes teniendo trabajo han estado temporalmente ausentes del mismo por enfermedad, vacaciones, etcétera. Los ocupados se clasifican atendiendo a la situación profesional en no asalariados (empleadores, empresarios sin asalariados y trabajadores independientes, miembros de cooperativas, ayudas familiares) y asalariados (públicos o privados)”.

El grueso de la ocupación se corresponde con jornadas de trabajo a tiempo completo, un 85%, y el 54,4% de las mismas la realizan hombres. Sin embargo las mujeres son los sujetos principales de la ocupación a tiempo parcial, triplicando a los hombres. "Existe una clara desproporción entre hombres y mujeres en la jornada que realizan; esto nos debería llevar a reflexionar sobre la necesidad de una verdadera política que facilite la conciliación de la vida familiar, profesional y personal. La conciliación no se puede realizar y basar sobre la contratación a tiempo parcial".

Si analizamos la evolución de la contratación en función del tipo de jornada y sexo, vemos cómo todavía estamos lejos de los valores de ocupación de 2008. Nos faltan 1.770.900 jornadas a tiempo completo por recuperar, si bien se han incrementado las jornadas parciales en el mismo período en 468.000. Estaríamos con una pérdida todavía de ocupación respecto a 2008 de 1.302.900 jornadas. Pero no es lo mismo ganar una ocupación a tiempo parcial que una a jornada completa (salarios, cotizaciones sociales). Las “mejoras estadísticas” no se corresponden con mejoras reales en el mercado de trabajo y hay una feminización de la jornada de trabajo a tiempo parcial.

Dentro de los ocupados, los asalariados, aquellos que tienen un contrato de trabajo representan el 88%, y el resto se corresponde con lo que denominamos trabajadores por cuenta propia. Los asalariados, según la propia definición EPA, se dividen en aquellos que tienen contrato indefinido (un 73,2%) y los que tienen un contrato temporal (26,8%). Aquí es donde encontramos uno de los pocos datos positivos de la crisis, y es que el número de mujeres con contrato indefinido se ha incrementado en este período en algo más de 400.000.

Ocupación y actividad económica

Si queremos entrar en profundidad en cómo es nuestro modelo productivo y, por tanto, el empleo que genera y dónde, debemos ver cómo se distribuye la ocupación en función de la actividad económica. Más del 75% de la ocupación está en el sector servicios, la industria no alcanza el 15%. Esto es un claro indicador del tipo de ocupación que se asocia a cada ámbito de producción y, por tanto, a la naturaleza del contrato y tipo de trabajo que se realiza.

Analizando esta distribución de la ocupación por razón del sexo, encontramos que solo en el sector servicios las mujeres están más representadas que los hombres, un sector éste que se corresponde con los niveles salariales más bajos y con la mayor tasa de temporalidad debida a la alta estacionalidad.

Es precisamente en esta distribución sectorial donde se pone de manifiesto el modelo productivo que tenemos y que hay que cambiar, diversificando los patrones de crecimiento y no teniendo una casi absoluta dependencia de un sector que está muy ligado a variables externas, como es el sector servicios. Hay un gran desequilibrio tanto en dónde se ocupan las mujeres, como el peso en la ocupación que tienen los diversos sectores que configuran nuestro modelo productivo.

Iniciativas y propuestas

- Puesto que no es lo mismo tener un contrato que tener un empleo, y dado que no es posible acceder al empleo sin un contrato, hay que ligar la contratación al principio de causalidad. Y lo ordinario debería ser que el contrato fuese indefinido, salvo una causa que justifique la temporalidad del mismo. Esto ayudaría a que los contratos se convirtiesen en empleos.

- Desarrollar un modelo eficiente de formación para que los parados, especialmente los de larga duración, adquieran nuevas competencias y cualificaciones profesionales, muy vinculadas a los nuevos desarrollos tecnológicos en que estamos inmersos y la rapidez de los mismos.

- Esto implicara la modificación y mejora de las actuales políticas activas de empleo, que no deberían subcontratarse en su ejecución, siendo responsables directas de ellas las Administraciones Públicas.

- Desarrollar un modelo eficiente de lucha contra la economía sumergida y el fraude en la contratación. Dotar de medios humanos, materiales y legislativos a la Inspección de Trabajo.

- Medidas dirigidas a mejorar la conciliación de la vida familiar, profesional y personal, para facilitar la plena incorporación de la mujer al mercado laboral y que no se relegue a las mujeres a condiciones laborales y salariales precarias, cuando no a salir del mercado laboral.