www.diariocritico.com
Juanjo Llorens: 'La luz es emoción, es sentimiento, es vida…'
Ampliar

Juanjo Llorens (diseñador de luz): "La luz es emoción, es sentimiento, es vida…"

  • “Cuando miro cómo iluminar un espectáculo, primero me tiene que gustar a mí; no puedo imaginar qué es lo que le gustará o no al espectador”
  • “Hasta que no ves el primer foco encenderse sobre una escenografía, o sobre un escenario, no sabes realmente el efecto que va a producir”

jueves 30 de agosto de 2018, 08:07h
Vino por primera vez a Madrid desde Alicante, su ciudad natal, con la compañía valenciana Teatre de l’Aigua, para hacer alguna función de ¡Viva la Pepa! en la Sala Mirador. Ni siquiera tenía intención alguna de buscar trabajo en la capital y, sin embargo, lleva ya viviendo en ella más de 26 años en el noble oficio de iluminador teatral y haciendo de eso, además de su profesión, su pasión, su razón de vivir. Hablamos de Juanjo Llorens, hoy diseñador de iluminación, director técnico y docente. De una u otra forma lo suyo es poner luz al teatro, a los espectáculos de danza, de circo, audiovisuales, óperas, zarzuelas o conciertos de música rock y pop. Aunque este ‘chico de provincias’ –como el propio Juanjo se autodefine-, ha desarrollado mayormente su trabajo en España, ha salido también fuera de nuestras fronteras (Colombia, México…), y nada hay que se le resista a este hombre corpulento, sencillo, directo, locuaz, al que el teatro ha ayudado a perder su natural timidez y que se ha entregado a su profesión en cuerpo y alma, y con una extendida fama de buena gente, lo que hace que trabajar con él se convierta en un verdadero lujo.

En estos cinco lustros, son muchos los premios que ha recibido aunque solo vamos a citar algunos: en 2018, el ADE por Los Gondra, y el de Teatro Musical por La familia Adams; dos Max, en 2011 y 2013 respectivamente, para La función por hacer y De ratones y hombres, ambas dirigidas por Miguel del Arco; otros dos Premio Teatro Musical en dos temporadas consecutivas, 2015 y 2016 respectivamente, por Excítame. El crimen de Leopold y Loeb, y por Cabaret; y otros dos premios BroadwayWorld Spain en 2014 y 2015 por otros tantos musicales, Aladin, un musical genial, y de nuevo por Excítame…

Pero la firma de Llorens no solo puede encontrarse en las grandes producciones (musicales, de danza, teatrales o circenses), sino también en algunas pequeñas y medianas compañías del circuito Off a las que presta su conocimiento y su experiencia a la hora de iluminar una función con los medios justos de los que suelen disponer las salas alternativas.

Escondido tras sus gafas oscuras para defenderse del brillante sol madrileño del verano, Juanjo no puede disimular una cierta emoción en su voz cuando rememora aquel primer montaje del Clásico en el que trabajó, La verdad sospechosa, dirigido por Pilar Miró. “Para mí fue emocionante estar allí con José María Pou, Carlos Hipólito, Emilio Gutiérrez Caba, Adriana Ozores, Enric Majó, Sonsoles Benedicto, Eulalia Ramón…Y con Javier Aguirre Sarobe, que fue el iluminador de la función, y con Quim Roig, escenógrafo… Y este trabajo lo compaginaba, también en La Comedia, con El desdén con el desdén, en montaje de Gerardo Maya”.

Aquel era el mismo Juanjo Llorens que se inició al mundo de la luz en el centro de enseñanza pública en donde estudiaba. “Cantaba en el coro del Instituto ‘Jorge Juan’ de Alicante, al tiempo que estaba en el grupo de teatro. Me encantaba también hacer la luz con los grupos de rock and roll de la ciudad, y poco después comencé a trabajar también con otros grupos de teatro, en empresas de luz y sonido, en los certámenes de teatro provinciales… Y así fue como, finalmente, conocí también a la gente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en el Teatro Principal; más tarde, a gente del Centro Dramático Nacional… Y así, casi sin darte cuenta, acabas metiéndote de lleno en el mundo del teatro profesional y embarcándote en proyectos de la mano de maestros como Adolfo Marsillach, Carlos Citrinowski, Miguel Narros, Andrea d’Odorico, y Juan Gómez Cornejo… Aparte de la inmensa admiración y la satisfacción personal que te produce la posibilidad de trabajar al lado de tan grandes maestros, eso te da también la posibilidad de exprimirlos al máximo e intentas aprender con ellos todos lo que puedes. Todos ellos, además, han sido siempre gente muy generosa que no han tenido el menor problema en ayudarme siempre”.

La luz de Llorens en 'Ilusiones' de Ivan Viriapev, dirigida por Miguel del Arco

El alicantino ha hecho también suya esa disposición abierta a transmitir sus conocimientos a quienes estén interesados en ellos. Incluso a través de las redes sociales, que ahora facilitan enormemente el contacto del público con los integrantes de los equipos técnicos teatrales y Llorens tiene ejemplos frecuentes de ello: “Hace unos días me escribió a través de Facebook una iluminadora interesándose por el método que había utilizado para conseguir ciertos efectos lumínicos en De ratones y hombres, y me decía que entendería también que no quisiera contárselo por si invadía -en cierto modo- el secreto profesional… Le dije que esta es una profesión en donde todos tenemos que enseñar lo que sabemos, una profesión en donde todas las herramientas están encima de la mesa. Luego uno tiene más o menos gusto a la hora de utilizarlas, pero ¡cómo no le voy a contar los materiales que uso...! A veces se trata de materiales sencillos, al alcance de cualquiera, y el único ‘secreto’ está en el buen o mal gusto plástico a la hora de utilizarlos”. La prueba de lo que afirma Juanjo está en que, muchas veces, en una misma sala, los resultados obtenidos son diametralmente distintos en función de quien los maneje: “Cuando vas a trabajar a la sala pequeña del Fernán Gómez, o a la del Teatro Español, puedes decirte que es una lástima, que podrían tener más metros, pero eso es lo que hay, y es a lo que tienes que amoldarte. Tenemos que trabajar siempre en unos espacios determinados, y con unos condicionantes técnicos también concretos, que hay que intentar subsanarlos de la mejor forma posible. En esos casos, por ejemplo, tenemos la ventaja de la proximidad, que no nos la da un teatro más grande, y eso te permite sugerir más… Por el contrario, trabajar en un recinto como el Teatro Romano de Mérida es muy bonito pero al tratarse de un espacio tan inmenso tiene también otra serie de condicionantes. En general, yo diría que tienes que actuar siempre con tu intervención a favor de los espacios que te brindan los recintos y no en contra”.

Cuestión de ‘mano izquierda’

“Cada espacio tiene su encanto -asegura el diseñador de luz-, y no hay unos mejores que otros. Por ejemplo, para mí, quizás el más cómodo es el Lliure de Barcelona, la sala grande de Montjuic, pero al mismo tiempo es un espacio inmenso… Ahora el madrileño Teatro de la Comedia está muy bien adaptado técnicamente, o el María Guerrero, o el Español… Pero, además, hay que tener también muy en cuenta las escenografías porque ellas te condicionan mucho a la hora de trabajar la luz. Y por eso ahí están siempre nuestros ‘tira y afloja’ con directores y escenógrafos a la hora de iluminar”.

Tenemos curiosidad por conocer de qué formas plásticas bebe más un iluminador a la hora de inspirarse en sus trabajos (cine, pintura, fotografía, escultura, incluso televisión…), y Llorens no tiene pelos en la lengua a la hora de satisfacernos: “Si te soy sincero, ni de una cosa ni de otra. Me gusta más la pintura o la fotografía. Siempre, cuando leo un texto, antes de hablar con dirección, me vienen unas imágenes a la cabeza. Luego esas imágenes hay que contrastarlas con el director y con el escenógrafo y, de repente, lo mismo no tienen nada que ver con la idea suya sobre el montaje. Aun así, esa primera imagen esencial intento mantenerla dentro del entorno en el que finalmente vamos a movernos… Y es que, claro, todos tenemos un director dentro de nosotros. Cuando te lees una función, no tardas nada en hacerte tus composiciones, tus escenografías, etc. que luego -¡por suerte!- no tienen nada que ver con lo que el director propone. Su gran labor, con esa mente tan maravillosa que tienen, es la de saber llevarnos a todos a un trabajo común. Ellos, en su cabeza, tienen claramente delimitados el espacio, la luz o los personajes… En definitiva, el montaje que quieren llevar a cabo. Nosotros somos unos colaboradores necesarios que contribuimos a que ese montaje se ponga en pie... Los directores son gente maravillosa, con una mano izquierda extraordinaria. Siempre te dicen que sí, que sí, pero que mejor vamos por aquí. Te dejan probar, te dejan hacer, pero poco a poco van moldeando todo tu trabajo, el del figurinista, el del vídeo, el del sonido, hasta llegar a confluir en el propósito inicial que tenían. Y, con todo, por eso no se pierde nunca tu identidad, y eso es realmente bonito… Yo me puedo imaginar una luz maravillosa, próxima a un Caravavggio, pero es el director quien tiene que hacerte ver que estás haciendo una comedia, que tienes que posibilitar que las caras de los actores se vean muy bien. Un día –ejemplifica Llorens- estábamos haciendo Un enemigo del pueblo en el Lliure, que dirigía Miguel del Arco, y Lluis Pascual nos dijo que tuviésemos cuidado con la luz porque ‘como esté muy baja, la gente no oye’ y, efectivamente, era muy cierto. Hay veces que puedes buscar el intimismo a través de la escasez de la luz, pero en un teatro de más de 700 personas de cabida, tienes que afinar mucho porque, si no, el público empieza a forzar más un sentido que otro y puede acabar por no escuchar”.

Para Juanjo la luz “es emoción, es sentimiento, es vida. Te encuentras con la luz desde el momento en que te despiertas, cuando sales a la calle… Se habla también de ‘dar a luz’ porque el bebé, cuando sale del cuerpo de su madre, lo primero que se encuentra es la luz… A veces estamos incómodos en espacios cerrados (un bar, una cafetería…) porque nos falta la luz. En general, la noche, la oscuridad, nos aterra. También es verdad que otras veces nos da paz, porque el exceso de luz también nos molesta. Desde un punto de vista meramente técnico, la luz está a nuestro alcance para poder hacer con ella lo que queramos. En la medida en la que seamos capaces de hacer un buen uso de la técnica nos sentiremos plenamente a gusto con nosotros mismos. Cuando miro cómo iluminar un espectáculo, primero me tiene que gustar a mí; no puedo imaginar qué es lo que le gustará o no al espectador. Los niveles o las intensidades de luz las ajusto, inicialmente, para mí. Al fin y al cabo yo también soy un espectador más, y si me veo forzado con lo que estoy haciendo, el público que se va a sentar a ver mi trabajo, también va a estar forzado”.

Aunque, como ya se ha dicho, ha iluminado varios espectáculos en Latinoamérica, y acude con cierta periodicidad a Estados Unidos para conocer de cerca las últimas novedades tecnológicas de su oficio, Juanjo Llorens tiene muy claro que “mi mercado está en el teatro español”. Por eso, cuando puede, acude a ver todo tipo de montajes y así poder apreciar el trabajo de sus compañeros, pero cuando sale fuera, “me gusta ver grandes shows y, sobre todo el circo. Hace unos meses acudí, por ejemplo, a Las Vegas, para ver lo que se ofertaba en una feria internacional de luz y de sonido, y durante los cinco o seis días que estuve allí no me perdí ni uno de los grandes espectáculos que se ofertaban”.

“El mundo del circo te da mucha más libertad a la hora de poder iluminar que el del teatro o el de la danza”

Nos corroe la duda por conocer cuál de los espectáculos es el que ofrece una mayor dificultad, desde el punto de vista técnico, para el iluminador alicantino: “Cada uno tiene su técnica. En el circo, por ejemplo, los artistas suelen hacer números bastante peligrosos y la luz no puede contribuir a hacerlos aún más peligrosos. La luz no debe molestar al artista. En ese terreno, Le Cirque du Soleil ha sido una gran escuela de iluminadores... Luego, depende también de la tradición con la que haya convivido cada troupe, porque los rusos –por ejemplo-, están acostumbrados a actuar con una luz muy intensa…”. Pero, en general, ¿cuál es el mecanismo para ajustar la luz de cada número? Le insistimos, y Llorens nos apunta que “sueles partir de un determinado tipo de luz, de acuerdo con el artista del que se trate, y luego dibujas alrededor de él… El mundo del circo te da mucha más libertad a la hora de poder iluminar que el del teatro o el de la danza, en donde estás totalmente condicionado por la historia que se está contando: con la luz tiene que hacer una dramaturgia. El circo, por el contrario, se acerca mucho más al show”.

Al diseñador le resulta muy difícil elegir entre una u otra faceta como iluminador y disfruta igualmente creando una dramaturgia con su luz, pero ajustándose a una óptica determinada que marca el director del montaje; o dejando volar la imaginación en ese mundo del circo, más loco, que deja mucha más libertad a la hora de elegir colores, de dibujar la luz; o iluminar alguna fachada, o hacer algún gran evento; o jugar con el volumen del bailarín o la bailarina en el campo de la danza. “Yo me siento muy a gusto en todo. No tengo una preferencia determinada por hacer una cosa o la otra, aunque es verdad que el circo o el rock me dan muchos menos quebraderos de cabeza de los que me da el teatro. Aunque yo siempre intento hacer una dramaturgia de todo, la del circo o la del rock es mucho más banal que la teatral porque en teatro tienes que transmitir muchas cosas a la vez que, sin embargo, en otras disciplinas no es necesario hacerlo. En otras palabras, que aunque el sello dramático esté en todos mis trabajos, en unos tengo mucha más libertad que en otros, y mucha menos preocupación”.

Cuando nos reuníamos con Juanjo Llorens para hablar de su trabajo como diseñador de luz, acababa de regresar de su tierra, del Festival de Cine de Alfaz del Pi, que dirige su paisano Juan Luis Iborra, con quién además iluminó en dos ocasiones la gala de los Goya –junto a Juan Carlos García, el diseñador de luz de RTVE-, y nos sorprende mucho que Juanjo no haya hecho aún ninguna incursión en el cine y el artista no le da más importancia al hecho que la que tiene, es decir, “no se me ha cruzado en el camino esa posibilidad. Quizás se deba a que esto es una cuestión generacional. Todo mi grupo de amigos ha ido creciendo con el teatro (actores, directores, diseñadores de sonido, etc.), y ese nexo común ha hecho que yo haya estado siempre más unido al teatro y a la danza… Con el único director de cine que trabajo, pero siempre haciendo teatro, es con Juan Luis Iborra, y aunque siempre me dice que ‘la próxima película que haga la voy a hacer contigo’, esa oportunidad aún no ha llegado. Aunque yo le recuerdo que nunca he hecho cine, él siempre me dice que sabe muy bien lo que quiere de mí, y que está absolutamente seguro de que no voy a tener ninguna dificultad en dominar la técnica de iluminación cinematográfica…”.

La complicidad que se genera en los equipos estables es, a juicio de Llorens, la razón principal de que los directores recurran siempre a los mismos equipos actorales, artísticos y técnicos a la hora de levantar un nuevo montaje: “Hay complicidad personal y profesional porque yo creo que una cosa lleva a la otra y eso hace que crezca la confianza mutua… Yo, cuando empiezo a montar –y te aseguro que da exactamente lo mismo que seas nuevo o veterano en la profesión-, hasta que no ves el primer foco encenderse sobre una escenografía, o sobre un escenario, no sabes realmente el efecto que va a producir. Tienes siempre un nudo en el estómago y siempre también con la duda de si has acertado o no. Y es que el figurinista tiene antes sus figurines dibujados; el diseñador de sonido está oyendo antes sus efectos; el escenógrafo ve también su trabajo dibujado en maqueta, pero nosotros somos los últimos que entramos, y nuestro trabajo solo está en nuestra cabeza. Por mucho programa informático que pueda haber, el efecto de la luz no es real… Te puede facilitar el trabajo, pero tú hasta que no enciendes un foco sobre un vestido ó una escenografía, no sabes realmente dónde te puede llevar ese color sobre un tejido que es acrílico y que por muy verde que parezca, por debajo puede llevar una base de azul… Cuando enciendes un foco no sabes muy bien dónde te va a llevar, y ese nudo en la garganta lo tenemos siempre porque eres el último en llegar al proceso de montaje y, casi siempre, eres el primero que entra en cada función”.

“La duda permanente es saber si lo que hay que contar voy a saber hacerlo”

No le falta la razón a Llorens porque cada día, cuando cuadras los focos, los subes, las barras ya no pueden bajar más, y cada día tienes que volver a sorprenderte para ver hasta qué punto el acierto aparece ahí, sobre el escenario: “Tenemos muchísimas inseguridades siempre porque la técnica ya la dominas, y sabes lo que se va a ver o no se va a ver, pero la duda permanente es saber si lo que hay que contar voy a saber hacerlo o no. Y eso sucederá siempre, tengas los años que tengas de experiencia”.

Más que de medios técnicos, los iluminadores del teatro español, se quejan “de los números en donde nos movemos. La tecnología no falta en España, pero si hay dinero para hacer esa producción, puedes acceder a los medios, pero si no lo hay, no llegas… Ahora, en general, las productoras no suelen llevar sus propios medios, utilizan los que tienen los distintos teatros en donde se exhiben sus producciones. Hablo de teatro; los musicales es otra cosa porque cuidan mucho sus producciones. Digamos que ‘juegan en otra liga’ porque no dependen de la contratación de los teatros, sino que son ellos quienes contratan a los teatros y se juegan sus cuartos en cada teatro y en cada ciudad. Así, y teniendo en cuenta que van a poner sus entradas a 60, 70 u 80 euros, tienen que asegurar que el show que van a ofrecer va a estar acorde al dinero al que cobran las entradas. Las productoras teatrales, por el contrario, van más a utilizar los medios técnicos con que cuente cada teatro. Y estos, hubo un momento en que estaban muy bien dotados y ahora, aunque siguen estándolo, no tienen dinero para fungibles con lo que, de pronto, pueden faltar lámparas y, aunque físicamente tengas el foco, si no tienes lámparas no lo tienes operativo. Si tu espectáculo necesita más focos de los que hay, o los trae tu compañía, o tienes que arreglarte con lo que hay… Ese es el pan nuestro de cada día… Si necesitas 100 focos y solo cuentas con 40, tienes que aprender a arreglarte con ellos”.

Juanjo no quiere ‘competir’ con la música o los efectos de sonido a la hora de ver cuál de esos aspectos es capaz de hacer emerger más emociones en el espectador: “Para mí, todos los aspectos que me dices son necesarios precisamente para que yo, después, contribuya también a despertar esa emoción en el público. Habitualmente el sonido ya está muy integrado en los ensayos, así es que este ya está provocando emociones también en los actores. Cuando entra una textura determinada de sonido, a mí me está pidiendo también entrar con un tipo determinado de luz. No se puede concebir la luz teatral separada del sonido o de la música. Hay espectáculos que no llevan audio y entonces toda esa fuerza de despertar emociones la tiene que aportar la luz, pero a mí me gusta mucho también la concurrencia del sonido y de la música…”.

La firma de Llorens esta, entre muchos otros montajes teatrales, en Hamlet, Idiota, Antígona, Misántropo, La función por hacer, El proyecto Youkali, Veraneantes, Juicio a una zorra, Un enemic del Poble, Dispara, agafa tresor, Reina Juana, De algún tiempo a esta parte, Los hijos de Kennedy, Arte, El sueño de una noche de Verano, Las amistades peligrosas, De ratones y hombres, La violación de Lucrecia, Los habitantes de la casa deshabitada, La Cortesía de España, Tres sombreros de copa, Hey Boy Hey Girl, La Odisea, y en El burlador de Sevilla. En danza, ha iluminado piezas como Permíteme bailarte, La buena memoria, Sacra, Clandestino, Da Capo, Tatoo, Back, Ara, Mater o Eureka. En ópera, zarzuela y musicales, La familia Addams, Cabaret, el musical, Rumba, La revoltosa, Bohemios, El Barbero de Sevilla, La Tragedie de Carmen, Un chico de Revista, Excítame. El crimen de Leopold y Loeb, Por los ojos de Raquel Meller, Aladin un musical genial, Sinfónity. En el apartado de circo y variedades, suyos son espectáculos como Circo Mágico, Circo de hielo, Manicomio, Cabaret Maldito, Navidad en el Price 2012, 2013 y 2014, para ProductoresDe Sonrisas, The Hole Zero, The Hole y The Hole II, Eoloh! y Storm para Cirque Style. Y, por último y sin ánimo de ser exhaustivos –ni mucho menos- Juanjo ha participado con su trabajo en eventos de gran formato como la Celebración de la 11 Champions League y Las primeras 32 ligas del Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu, Feliz Navidad Madrid sobre el edificio de Correos (2006 y 2007), y Toledo Lux Greco (desde 2009 al 2012 sobre diferentes edificios históricos de la ciudad).

Aunque no fue un estudiante especialmente brillante, Juanjo tuvo claro desde el primer momento que lo suyo era la iluminación, y fue a esas dos actividades extraescolares a las que se dedicó en su etapa de instituto a las que más partido les sacó en su futura carrera profesional: “Allí aprendí a leer solfeando. Aunque realmente no sé solfeo, puedo seguir perfectamente una partitura y saber por dónde va el tiro. Y, mira por donde, muchos años después, eso me sirvió para poder hacer ópera o zarzuela. Ese oído musical que cultivábamos en aquellas horas de bocadillo entre clase y clase, nunca pensé que iba a poder utilizarlo muchos años después. O que el valenciano que hablábamos en familia que luego me sería vital para trabajar cómodamente en Cataluña…”.

La iluminación -nos dice Llorens-, hoy se estudia en las Escuelas de Arte Dramático como parte de la formación de la dirección de escena, pero “muy pronto tendrá entidad propia en el curriculum de las Escuelas. La nuestra es una profesión relativamente nueva en España, pero hoy ya puede estudiarse una titulación específica de iluminación en escuelas de Estados Unidos o de Inglaterra, que yo sepa, y en nuestro país, poco a poco, se está haciendo cada vez más presente. Mi formación, como la de todos los iluminadores de mi generación, ha sido autodidacta porque, cuando yo empecé, no había ni un solo libro al que recurrir sobre el tema”.

Dibujar la luz

A este ‘dibujante de la luz’, como a él mismo le gusta llamarse, le parece que en su trabajo debe primar el talento, la sensibilidad, pero siempre bajo un gran conocimiento de una base técnica: “Para llegar a ser un buen iluminador tienes que ser un gran conocedor de la técnica, porque te encuentras con muchos tipos de espacios distintos y tienes que saber siempre qué material utilizar en cada uno de ellos para poder llegar a iluminar bien… Por ejemplo, la utilización del foco móvil, que es muy útil en musicales, en el teatro tiene una limitación muy clara por el ruido que provoca al tener que necesitar una ventilación interna muy fuerte. Ahora, con la irrupción del led, los iluminadores estamos de enhorabuena porque muchos de esos problemas van a desaparecer. Hay una normativa europea que obliga a la desaparición de las lámparas de tungsteno ya que los teatros tengan que implementar esta luz a partir de 2020. Pero, al mismo tiempo, eso va a exigir una inversión importante en todos los teatros que no sé muy bien si van a poder afrontar (espero que las autoridades comunitarias sean flexibles en los plazos de sustitución de los focos antiguos por los modernos). Desde todas las asociaciones de iluminadores de todo el mundo se está haciendo una campaña muy fuerte en contra de esa medida y aunque estemos a favor de este nuevo tipo de tecnología porque con ella se consume muchísima menos energía, hay emociones en la temperatura de color que no puede transmitir el led, aunque estoy seguro de que muy pronto llegará también”.

Cuando acaba un trabajo, Juanjo Llorens suele terminar siempre satisfecho porque “contra los elementos no puedes luchar”. Si tienes un techo, ya sabes que no puedes poner luz cenital, así es que no queda más que ver la manera de poder soslayar esa dificultad a través de pequeñas trampas que te va dando el oficio, la experiencia. Porque lo que está claro es que el del teatro es un trabajo de equipo en donde cada cual aporta su granito de arena”. Y, probablemente porque la sala no es de las más agradecidas para desplegar todas las posibilidades de un iluminador, cuando solicitamos a Juanjo que nos señale uno solo de entre todos sus trabajos teatrales, el alicantino apunta a De un tiempo a esta parte, un texto de Max Aub, que hizo en la Sala pequeña del Teatro Español de Madrid. Se trataba de un monólogo de Carmen Conesa que dirigía Nacho García porque “en él lo contábamos todo jugando con la proximidad del espectador, en una sala en donde todo el público está muy cerca del escenario… Que Carmen Conesa pudiese hacer una escena únicamente con la luz de una cerilla que encendía, solo lo puede permitir una sala de estas características. Eso mismo en la sala grande no hubiera podido hacerse porque la gente no la vería y, además, esa luz no trasmitiría nada. Por eso digo que hay que ser consciente siempre de los límites de los espacios en donde estamos”.

Ama tanto su trabajo que le está permanente y eternamente agradecido. “Si algo me ha dado esta profesión es el amor a la vida, la capacidad de relacionarte con la gente, de conocer personas nuevas continuamente. Tú, cuando vas a un teatro, vas a casa de alguien y tienes que comportarte como el invitado que eres, y creo que esa apertura que tenemos las gentes del teatro es una verdadera recompensa”. Quizás por eso mismo, a Juanjo Llorens no le importaría nada morir dentro de un teatro, en plena función, aunque “lo siento mucho por mis compañeros por el susto que se iban a llevar –nos comenta, sin dejar de sonreír-,- pero ese no, no sería un mal sitio para terminar...".

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
1 comentarios