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Lehman Brothers, 10 años después: Nada ha cambiado, todo sigue igual

Foto: UGT
Foto: UGT
sábado 15 de septiembre de 2018, 10:49h

Hoy se cumplen diez años de la quiebra de Lehman Brothers y del inicio “oficial” de la crisis económica y social que ha azotado al mundo entero durante otros tantos años. Aunque este acontecimiento no marcó el inicio de la crisis financiera internacional, que emergió en el verano de 2007, sí la intensificó y aceleró, marcando un hito en su desarrollo posterior. El saldo de esta crisis aún continúa y continuará pasando factura a las familias españolas durante tiempo si no se toman las medidas, que son de justicia, que permitan revertir los recortes de derechos que se han producido durante esos años.

Esa crisis, supuso un verdadero drama económico, social y laboral para millones de familias españolas, que sufrieron la pérdida de puestos de trabajo, la falta de ingresos económicos, los recortes en protección social, educación, sanidad…, que recrudecieron los efectos de la propia crisis. Los gobiernos acometieron la misma mediante políticas de austeridad tendentes a reducir el gasto público, que supusieron considerables recortes en sanidad, educación, servicios sociales y dependencia, unido a la paralización de inversiones en infraestructuras y la reducción del gasto público en I+D+i, así como la descapitalización de numerosas administraciones públicas, que procedieron a la privatización de empresas y servicios y a la venta de patrimonio público a precio de saldo, con la excusa de la necesidad de liquidez.

Así, mientras lo público perdía patrimonio y los servicios públicos quedaban mermados, asistíamos al rescate de los bancos, y a la destrucción de cientos de miles de empleos.

Esta situación sirvió de excusa perfecta para la aplicación de una reforma laboral en 2012 claramente lesiva para nuestra economía, que mediante la reducción de derechos y garantías laborales para los trabajadores, la desregulación de las condiciones de trabajo, el aumento de la discrecionalidad empresarial y el desequilibrio adicional en la correlación de fuerzas en la negociación colectiva, ha dejado un mercado laboral desintegrado, con las mayores cotas de precariedad, que ahonda en la desigualdad y la pobreza laboral y que es, hoy por hoy, una de las mayores debilidades de nuestra economía.

Llevamos ya cuatro años y medio de crecimiento de la actividad y ya hemos recuperado los niveles de PIB y superado con creces los beneficios empresariales de antes de la crisis, y crecen los salarios de los altos directivos y las remuneraciones de los consejeros. Sin embargo, el rescate de las personas sigue sin producirse: aún no han recuperado sus derechos perdidos, se mantiene la devaluación salarial intensa, la extendida precariedad en el mercado de trabajo y la debilidad de la parte trabajadora en la negociación provocadas por la reforma laboral “agresiva” según el gobierno que la llevó adelante, y que no permiten que los salarios de los trabajadores recuperen poder adquisitivo. De hecho, a pesar de encontrarnos desde hace casi cinco años en fase expansiva, todos los indicadores salariales reflejan pérdidas de poder adquisitivo que se acumulan a las producidas durante la crisis.

Además, y contrariamente a cualquier lógica económica, no se ha realizado ningún esfuerzo de cara a la consecución de un tejido productivo más estable, que permita aguantar los ciclos depresivos con mayor facilidad y que genere riqueza duradera.

De este modo, diez años después de la quiebra de Lehman Brothers, y a pesar de que el gobierno de Rajoy consideraba muy buena gestión económica el crecimiento de los últimos años, cuando ya hay indicios de una desaceleración en el crecimiento, derivada en buena parte de fundamentar este en actividades volátiles y de bajo valor añadido, nos encontramos con una economía más débil y quebradiza que en 2007 como desde UGT venimos avisando desde hace tiempo.

Resulta evidente que necesitamos un cambio de dirección en las políticas económicas. Es necesario proceder a actuar en política fiscal por la vía del aumento de los ingresos. También es importante atender las necesidades de gasto público, recuperando los servicios públicos esenciales. O incrementar las partidas presupuestarias destinadas a inversión en infraestructuras. El Gobierno debe garantizar las pensiones mediante el establecimiento de un mecanismo de ingresos que asegure su prestación y su poder adquisitivo. Y es imprescindible derogar la reforma laboral, modificando la legislación de manera que se equilibre la correlación de fuerzas en la negociación colectiva.

Como bien decimos, se necesitan medidas efectivas y reales, como actuar en materia de empleo y contratación, reduciendo la precariedad laboral derivada de la descausalización de la contratación temporal y a tiempo parcial y de la permisividad en la utilización fraudulenta de estas modalidades. Incrementar la capacidad de control de la Administración en el empleo, persiguiendo de manera más efectiva el fraude en la contratación y en las relaciones laborales, e incrementar la capacidad de control de la Administración en materia impositiva. Además, debemos modificar la orientación de las políticas económicas, de cara a cambiar el modelo productivo, y actuar en el control de los desequilibrios, orientando el crecimiento a actividades estables.

Los trabajadores y las familias han sido quienes han pagado las consecuencias y el coste del ajuste en la crisis de 2007. Es momento de que recuperen derechos, salarios y bienestar social. Y además, en este momento, la mejora de sus condiciones económicas es una garantía para el sostenimiento del crecimiento económico y la creación de empleo.
El Gobierno tiene que actuar ya para que no todo siga igual. Las personas no pueden esperar.

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