PP y Ciudadanos hacen migas con Vox dentro de una clara estrategia de no darle protagonismo

Aunque es un rival político dentro de la derecha, PP y Ciudadanos han intentado no incendiar esa rivalidad con declaraciones críticas tras el exitoso acto de Vox el domingo en Vistalegre, en Madrid.

Por ejemplo, Pablo Casado se limitó a apelar al "voto útil" como antídoto, pero admitiendo sintonía en "ideas y principios" con la formación de Santiago Abascal.

Por su parte, Ciudadanos evitó calificar de ultraderecha a Vox. Eso sí, el secretario general del partido naranja, José Manuel Villegas, que fue el encargado de valorar ante la prensa la actualidad y fue preguntado sobre el asunto, se negó a pronunciar en cualquier momento el nombre de al formación ultraconservadora: "El partido al que usted se refiere", contestó a la prensa. Eso sí, se negó a calificarla de ultra: "Hay otras ofertas que respetamos, pero no nos dedicamos a etiquetarlas".

En el caso del PP, el mencionado presidente Casado se negó a abrir guerras: dijo respetar a los de Abascal, un antiguo compañero de filas, con quien admitió mantener "una relación excelente" y compartir "muchas ideas".

A pesar de estas posturas blandas hacia Vox, Abascal no dudó en cargar contra PP y Ciudadanos en su discurso. Sin nombrarlos, a los primeros los llamó "derechita cobarde", un duro calificativo para intentar animar al electorado más conservador y ultra contra ellos. Por su parte, llamó a Ciudadanos "veleta naranja", en referencia a sus ya famosos cambios continuos de criterio en función de los intereses políticos.

Pero, ¿qué hay detrás de toda esta palabrería? Pues realmente hay cierta inquietud por saber si en algún momento la ultraderecha en España podría llegar con un partido explítico al Parlamento, ya que hasta ahora esas sensibilidades o bien se habían quedado como marginales y fuera del Congreso o integradas en posturas más moderadas en el PP. Algunas encuestas anteriores habían llegado a dar un escaño a Vox, pero en todo caso las directivas de PP y Ciudadanos prefieren, por eso, no dar más protagonismo del necesario a los de Abascal.

Eso pasa por no cargar las tintas, evitar confrontamientos y no darles demasiados titulares. Saben que llenar Vistalegre puede sonar bien pero que haya 10.000 personas dentro y otras miles fuera por quedarse sin entradas tampoco significa ser fuerte en unas elecciones. Sobre todo porque si el voto se concentra en Madrid, no será suficiente para obtener escaño.

Aznar, en todo caso, ya alertó ayer de la realidad que afronta el PP: "Cuando yo dejé el Gobierno en 2004 dejé un espacio electoral unido... hoy ese espacio está troceado en 3". Una clara referencia a que la derecha hoy en día se divide en 3 sensibilidades: la conservadora clásica que representa el PP, la liberal de Ciudadanos y la extrema de Vox.